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Ya era un día más en el bonito pueblito de Encanto, todos despertaban con ganas de hacer sus deberes correspondientes, todos menos Camilo Madrigal, que se encontraba despierto de hace horas.

Tirado en su cama, no podía evitar pensar en el problema que le llevaba preocupando desde meses.

La semana pasada, por más que lo intentó, no pudo tener relaciones con María, una chica de su pueblo. Ella era bastante bonita físicamente y su personalidad le agradaba demasiado, llevaban conociéndose por años y creyó que estaría bien si le pedía ese favor. La muchachita aceptó gustosa, pero cuando el día acordado llegó, comenzó a sentir mucho pavor y... asco de lo que iba a suceder.

¡Qué sí! qué él estaba más que consciente de que para procrearse tendría que hacer ese procedimiento, pero no le llamaba la atención y de cierta manera le asqueba el solo pensarlo.

Solo... no entendía lo que le pasaba.

Debía haber algo malo con su cerebro, tal vez era su cuerpo el que no funcionaba correctamente.

Todos los hombres que conocía estaban con mujeres y siempre comenzaban a buscar alguien con quien pasar el resto de su vida a la edad de él, a los diecisiete.

¿Por qué él era diferente? Ya no quería preocuparse más por eso, pero había una voz en su cabeza que solo le hablaba sobre ese tema. Le metía tanta presión, se sentía tan asustado.

¿Y si la abuela Alma le decía que tenía que casarse con María, o con otra muchacha del pueblo? ¿qué tendría que hacer él ante eso? no podría decirle que le daba asco, o que simplemente no quería porque "no le llamaba la atención". Es muy probable que ese momento le llegue pronto, es por eso que se sentía tan preocupado y tan apurado.

Tendría que hallar una solución o mejor dicho una respuesta, porque ni él mismo sabía lo que le pasaba.

Se paró de su cama y se puso su ponchito.

Ya sabía a quien podría preguntarle y quien le daría la respuesta. Si había alguien que podría ayudarlo, esa sin duda era su prima Mirabel.

(••)

ーOh, hola Camilito. ¿qué haces por aquí?ー la muchacha le saludó apenas lo vió en su puerta, ella estaba sentada en su cama mientras ¿tejía? no lo sabía, solo estaba jugando con unas telas probablemente.

ーHola, Mira. ¿puedo entrar? ー preguntó. El cuarto de su prima siempre le había parecido bonito y cálido, pero ahora todo el verde que lo pintaba le comenzaba a dar escalofríos.

Tenía miedo.

¿Y si su prima pensaba que era un especie de fenómeno defectuoso y raro?

ーClaro que sí. ー le afirmó ella, sonriéndole. ー¿pasa algo? te ves algo preocupado.

Tragó saliva y caminó hasta la silla blanca al costado de la cama donde su prima estaba, ahí se sentó, todo ante la atenta mirada de la mujer.

ーNada realmente... solo quería preguntarte algo. ー dijo en un susurro, pero lo suficientemente audible como para que ella lo escuchara.

ーEstá bien. ¿qué es lo que me quieres preguntar?

Se rascó la nuca con nerviosismo y apretó con su otra mano su pantalón, mirando sus pies totalmente asustado.

Todo eso para él era muy díficil, por meses había tenido que fingir que todo estaba bien pero en realidad no lo estaba, en realidad tenía muchas ganas de ocultar su cabeza en un hueco, o golpeársela hasta que le sea imposible seguir pensando.

Era una carga enorme, porque no sabía si su situación era buena, no sabía si era algo normal.

ーEs que... tengo mie-do. ー confesó, dejando de rascar su nuca y dejando ambas manos en sus piernas respectivas.

Mirabel se acercó a él y acarició su cabeza ー¿De qué, Camilito? sabes que siempre puedes confiar en mí, yo no te voy a juzgar por nada del mundo.

Llenó de aire sus pulmones, para después exhalar. ーEs que... últimamente estuve pensando mucho en los chicos de mi edad. ー paró de hablar, suspirando nuevamente.

ーYa, continúa Camilito.

ーY me he dado cuenta-. Uf. ー cerró los ojos, tranquilizándose. ー l-lo siento, es-que realmente es difícil para mí hablar sobre esto porque me da mucho miedo.

En todo el tiempo que llevaba dentro del cuarto de su prima no había levantado la mirada, Mirabel se dió cuenta de eso.

ーCamilo, mírame. ー ella le exigió, con voz suave.

Alzó la mirada, encontrándose con la ojos preocupados de la contraría.

ー¿Alguien de la familia te está haciendo daño?

ー¿Qué? no. ー trató de ser lo más tajante posible.

ー¿Alguien del pueblo te está haciendo daño?

ーNo.

ー¿Algo te está haciendo daño? sé completamente sincero, porfavor. Ya te dije que puedes confiar en mí, por algo somos primos.

ーEs que- tengo mucho miedo de no ser normal, de que lo que me pasa no sea normal. ー confesó con la mirada gacha.

ーAy, Camilito. ー Mirabel se agachó, hasta lograr ver sus ojos nuevamente. ーSer anormal no está mal ¿sabes? mírame a mí, no tengo don. Y eso no significa que yo esté mal ¿o sí?

ーEs diferente. ー le dijo.

ーNo puedo saberlo si no me lo dices. No soy adivina, Camilo.

ーNo me gustan las chicas del pueblo, no me atraen. ーsoltó de golpe.

Al instante suspiró, como si se hubiera quitado un peso de encima y así lo sentía.

Miró el rostro de Mirabel, se veía serena, como si no le hubiera sorprendido en lo absoluto.

ーEso no está mal, Camilito. Aún eres muchachito.

La voz suave de su prima le hizo entrar en confianza.

ーTodos los chicos de mi edad ya están comprometiéndose con alguna chica y yo estoy aquí, sin si quiera dar mi primer beso.

Mirabel asintió. ーOk, puede que sea cierto. Pero que no pase en tí no significa que no seas normal, cada persona es diferente y se enamora en tiempos diferentes con personas diferentes.ー ella le sonrió. ー Camilo, ¿puedes hacer algo por mí?

Asintió, no muy convencido. ー hoy al salir al pueblo a cumplir tus labores, no te fijes solo en muchachas, fíjate en los chicos de tú edad. Fíjate si ellos te atraen o si de igual manera no te interesan.

Abrió los ojos, sorprendido. ーpero- ¿eso estaría bien? ー preguntó, aún mirando los brillantes ojos de su prima.

La chica volvió a sonreír. ー ¿por qué no lo estaría?

ーNo lo sé, no hay nadie más que-

ーPodrías ser el primero, Camilo. El amor es maravilloso, nunca hay que tener ni el corazón ni la mente cerrados.

Esta vez él fué quien sonrió, hablar con su prima siempre le tranquilizaba.

Ella era tan buena y siempre tenía una respuesta bonita para él.

ーGracias Mirabel. Ya me siento mejor. ー se sinceró.

ーNo hay de qué, Camilito. ー ¿bajamos a la cocina? quiero comer una arepita de mi madre.

ーEstá bien.

Ambos se pararon y salieron del cuarto abrazados.

A Camilo muchas dudas se le habían disipado. Trataría de no volver a tenerlas y hacerle caso a su prima.

꒰ I don't like boys  ♡  mariano x camilo ꒱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora