Concubina [ P. E.]

O2

La de hebras doradas apreto la taza con fuerza rompiendola, ¿la razón? Aquella bailarina que le estaba quitando poder.

—¡Lady Mikaela! —se acerco corriendo la dama de compañía, mientras comenzaba a vendarle la mano con preocupación.

—Claude.. Claude Me reemplazará.. ¡Por esa maldita! —grito con rabia lo último.

—mi señora, tranquila por favor.. —decia la joven acariciando su cabello.

—Cirse.. ¡Le di una hija! ¡Le di una bella, saludable y preciosa niña! ¿Que mas quiere de mi..? —hablo cubriéndose el rostro y soltando un amargo llanto.

—Tranquila mi señora..

—Trae a mi Jubelian.. —Hablo a la criada de al frente.

—si, señora.. —mumura la jovencita yendo a buscar a la dichosa niña.

Cuando la tuvo en brazos pidió que la dejasen sola, Mikaela mimaba a la niña, mientras le cantaba una tierna canción de cuna.

En otro lado Diana había escuchado sobre la favorita de su majestad, ella la quería conocer, pero no se atrevía ¿y si le hacía algo?

Habia oído hablar de sus pobres orígenes, tal vez podría sacar eso como provecho, se dirigió a la habitación de la concubina imperial.

No la dejaron pasar al principio, pero de tanta insistencia la dejaron pasar.

Vio a la de belleza superior a la suya, ella entendía que debió haberse enterado de su llegada.

—¿acaso me robaras mi puesto? —hablo observando a su contraria con algo de molestia y odio. —que te quede claro quien soy, soy Mikaela, la concubina imperial, madre de la unica princesa heredera.

Aquellas palabras la hicieron temblar, mientras se quedaba en su lugar, estática.

—L-Lo siento Lady Diana, mi señora no está en condiciones.. —trato de alejar a la anteriormente mencionada.

—Lo siento lady Mikaela. —murmura la mujer yéndose.

¿Que lo sentía? Eso hubiera pensado antes de quitárselo, si le quitan su puesto probablemente vaya a parar junto a su hijo hacia el olvido.