Eternidad

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Aunque no te acuerdes ya de mí, yo siempre cuido de ti,

me he convertido en luz para guiarte hasta mí.

"Sueños dormidos" – Mägo de Oz

Espero que al olvidar pueda encontrarte una última vez y que la eternidad nos alcance para estar juntos. No sé si aún me recuerdas o siquiera si eres consciente de nuestra condena, pero sólo quiero volver a verte una vez más. No recuerdo mi nombre y tampoco mi ascendencia, mis únicos recuerdos son aquellos en donde estás tú y es más que suficiente para no dejar de buscarte.

Hubo un tiempo en el que fui feliz, el hombre más feliz que existió sobre la faz de la tierra. Y todo se debía a que te tenía a ti, la mujer más hermosa de la creación y tú me amabas. El sol salía en tus ojos cada mañana y la luna envidiaba el negro de tu cabello ondulándose en el viento cada anochecer. Tu olor opacaba a la más hermosa flor silvestre y tu piel era tan delicada como un pétalo de rosa, pero más fina y tersa. En el calor de tu pecho hallaba el sosiego cuando el sueño y el cansancio inundaban

mi alma y de tu boca bebía para saciar mi sed de ti. Suerte, destino, casualidad, no importa lo que haya sido, encontrarnos y amarnos era la mayor prueba de que algo superior a nosotros existía y nos bendecía con tal amor sin final.

Es verdad que yo no poseía grandes lujos, ni siquiera era el hombre más atractivo o inteligente, pero me amabas y eso era todo lo que me importaba. Eras mi adoración y daría la vida por ti si fuera necesario. Tú eras mi todo y ni millones de vidas separados lograrían mermar el amor que siento por ti.

La envidia y el desamor de un tercero llegó un día a romper nuestra paz y a lanzarnos a este laberinto sin aparente salida porque cuando aquel hombre posó su mirada en ti, nuestro destino estuvo sellado. Te amó desde el primer instante como lo hice yo, te deseó y provocaste en él todo aquello que en mí también fue inevitable, pero una cosa fue diferente con él. Cuando lo rechazaste y le dijiste que amabas a alguien más, su adoración se tornó en ira y odio. El supuesto amor que profesaba por ti se convirtió en obsesión y no encontró otra manera de vengarse que maldecirnos. En su maldición se encontraba vertida toda su cólera y despecho. El veneno de una serpiente sería dulce comparado con la hiel que emanaba de su corazón.

Nos maldijo. Te arrebató de mi lado frente a mis ojos. Jamás sentí tanto dolor, ira, impotencia y tristeza en mi vida como en aquel momento. Con el mismo puñal que tomó tu vida y aún bañado en tu sangre lo asesiné y como un demente lo destacé como si de un animal se tratase, pero ni siquiera un animal merece una muerte tan vil como aquella. Con sus últimas fuerzas y con una sonrisa de satisfacción en el rostro habló con amargas palabras diciendo que habría una manera muy remota de

reencontrarme contigo, pero para hacerlo yo también debía morir, de eso se trataba la maldición. Si él no podía tenerte entonces se aseguraría de que nadie lo hiciera.

Sin dudarlo, clavé el puñal en mi pecho y me quité la vida al terminar de oír sus virulentas palabras.

Su maldición consistía en reencarnar infinitamente, en vivir la vida de cada ser humano que haya existido sobre la tierra en un laberinto que incluía el pasado, presente y futuro. Ambos reencarnaríamos en la misma época, pero en diferente espacio. Si lográbamos encontrarnos podríamos vivir nuestra vida en ese espacio y tiempo, pero al morir debíamos repetir el ciclo innumerables veces sin final. Nos permitía conservar nuestros recuerdos, pero se irían borrando con cada renacer al hallarnos. Para romper la maldición debíamos encontrarnos y reconocernos cuando

nuestros recuerdos se hubiesen borrado por completo, pues sólo así demostraríamos que nuestro amor era lo suficientemente puro como para trascender el tiempo y el olvido.

Creyó que desistiríamos y que con maldecirnos lograría destruir nuestro lazo irrompible, pero se equivocó.

No sé cuántas vidas hemos vivido. Hemos atravesado todas las eras de la humanidad juntos. Pestes, guerras, hambruna y pobreza, lo hemos soportado todo sin mellar nuestro amor. En esta vida ya me tocó perderte. Ahora soy demasiado viejo y lo único que puedo esperar es el momento de cerrar los ojos para despertar y reencontrarme contigo en la siguiente vida.

Cada vez te recuerdo menos y no dejo de pensar en eldía en que me olvide por completo de ti, pues el miedo de que el olvido nossepare se acuna en mi corazón, pero hay algo que me dice que el amor nos uniráuna última vez cuando el momento haya llegado para amarnos por siempre en laeternidad.

Cuentos OlvidadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora