La música inundaba con los altavoces el amplio salón, lo que la había obligado a gritar en el oído de su amiga durante los últimos treinta minutos. Cada respuesta que recibía, volvía también en un grito, por lo tanto, aunque un poco tarde, una de ellas salió con la idea de mejor reubicarse en algún lugar más tranquilo. Y lo encontraron, milagrosamente, luego de la odisea que fue caminar entre un mar de gente, casi cerca de la salida.
-A ver, probando. Uno, dos, tres, una voz angelical llamando a Hinata. ¿Me escuchas?
En respuesta, un estallido de risa y un tambaleo, que hizo saltar unas pocas gotas de su trago, dieron a conocer que, en efecto, ahora podían comunicarse mejor... y que alguien estaba en un estado fuera del habitual.
-Oh, no... Hinata, ¿cuántos vasos te has pedido? Dejé de observarte en el segundo. Tú jamás tomas y justo esta noche decides hidratar tu cuerpo con alcohol?
-N-no estoy borracha, Ino. Y tomé... ¿cuatro? Es muy rico, prueba - en un intento por acercarle el vaso a su boca, y la negativa de la chica que se rehusaba, parte del líquido cayó sobre la falda negra que había comprado esa misma tarde - Ups...
-No había necesidad. Y te perdono, antes de que empieces a suplicarlo.
Ante la imagen de una chica comenzando a entristecerse, la rubia la tomó de la mano y la dirigió a una especie de sillón que había quedado libre. Sentarla fue fácil, intentar quitarle el vaso al que se aferraba, no.
Era la primera vez en los tantos años que conocía a Hinata que la veía así. Era una chica que solía escuchar los problemas de los demás mientras se guardaba los propios porque no quería molestar. La había conocido en la secundaria, y tenido un trato de compañeras, hasta poco después de graduarse que volvieron a reencontrarse. Eso fue cuando hubo asistido al casamiento de su tutor escolar (un hombre que obtuvo más sufrimiento que alegrías en su enseñanza a la hora de hacerle meter en la cabeza fórmulas matemáticas durante años), y mientras esperaba a dos amigos la vio, sentada en el lado de la novia. Sorpresa fue la que se llevó al enterarse de que la novia había sido la tutora de ella.
Y tres años después, aquí estaban.
La noche había comenzado con ellas hablando de cómo les había ido en las clases de la semana, de manejo empresarial de Hinata, de medicina de Ino; continuado con el llanto desesperado de la rubia junto al grito "¡Es tan agotador que estoy pensando en abandonar todo y poner una florería. Las flores son hermosas y no te estresan!"; el segundo trago con una mirada preocupada a Hinata que había dejado de mostrar una sonrisa, para mostrarse pensativa; el paso de la seriedad a la tristeza; y, finalmente, la confesión de dicha tristeza.
-Hoy me armé de valor, Ino - aunque lo hubiera medio gritado en su oído a causa de la atronadora música, la frase le generó ternura -. N-naruto-kun... Yo... le pregunté sobre almorzar juntos pero... tenía planes.
Otra vez Naruto, pensó la rubia.
Conocía muy bien al sujeto en cuestión, ¿cómo no si habían sido compañeros de secundaria? Una esperaría que al graduarse, solo verías a algunas personas aquí y allá, pero gran sorpresa que varios de su clase terminaron rondando más que cerca en la misma universidad. Ahora sí, ¿y Naruto justamente en la misma carrera que Hinata? Para ser franca, ella no podía imaginarlo trabajando en una empresa a futuro, no si recordaba la personalidad libre y jovial que lo caracterizaba en sus días de escuela... y algo irresponsable.
Personalidad que a Hinata parecía haberle gustado desde el comienzo, porque su enamoramiento había durado bastante ya, o por lo menos hasta el momento en que creyó que no lo vería más. Pero, bueno, resultó que su primer día de clases en la universidad había traído consigo al chico de nuevo a su vida.
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Of Kisses and Bets [SasuHina]
Fiksi Penggemar-Yo, Hinata, besaré al próximo chico que cruce por esa puerta. Alguien entró. Su mano tembló; su cuerpo se paralizó; Ino rio. ¿No era ese Uchiha Sasuke, el mejor amigo de Naruto?