Nadie Te Ve

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-Me gustas Hayden, eres como un muñequito...

Al terminar todo agarró fuerzas como pudo, y adolorido fue corriendo hacia el baño. Decidió encender la regadera y comenzó a vomitar. El agua caliente caía sobre su cuerpo. Sangre, semen y lágrimas se mezclaban.... Trataba desesperadamente de barrer todo de su cuerpo con jabón y agua.

Se preguntaba que era lo que acababa de ocurrir. Acaso su ex novio lo había violado? El mismo por el cual se moría en sus años más jóvenes, el mismo al cual quería tener cerca siempre, el que lo botó y que se avergonzaba de sentir algo por él sólo por ser un chico. Incluso lloró por él cuando Glenn decidió terminar con la relación . Sentía dolor, confusión, asco y miedo.

-Estas bien? - preguntaba Glenn fuera del baño

Hayden se limitó a no responder, continuaba llorando confundido en la regadera. Acaso lo habían violado... En su propia casa?
Glenn era muy promiscuo, que tal si le había transmitido alguna enfermedad, que tal si se quedaba enfermo para siempre?

Todos estos pensamientos lo aterraban y lo entristecían, se sentía sucio, pequeño y decepcionado...

-Hayden... Ven a dormir conmigo... Debemos abrazarnos...

Hayden cerró la llave de la regadera y al salir de ahí sintió un palpitar fuerte en su pecho y las nauseas aumentaron. Glenn estaba a punto de dormir. Era evidente, pasaría ahí la noche...

Continuaba insistiendo en que se acostara abrazado con él. Hayden solo se limitó a dar vueltas por toda la habitación lleno de ansiedad hasta que Glenn se quedó dormido. Solo así continuó llorando en silencio y en la oscuridad por lo ocurrido. Sujetó el teléfono celular y ahí estaba un mensaje de aquel chico...

"Hayden estas bien? No contestaste los mensajes y me he preocupado por ti..."

Al momento de leer el mensaje volvieron a brotar lágrimas del castaño.

"Estoy bien, muchas gracias. Disculpa haberte causado molestias al preocuparte por mi..."

Abrazó el celular lo más que pudo, en aquel rincón oscuro. Decidió escuchar algunas de las canciones que había cantado su chico especial. Cómo deseaba que fuese él quien estuviera ahí con él, ambos abrazados viendo como llegaba el amanecer. En cambio, solo estaba Glenn dormido en su cama junto con la suciedad de las gotas de sangre y el semen derramado en las sábanas y una lúgubre oscuridad que poco a poco iba desapareciendo al acercarse la mañana.

Lloró mucho aquella madrugada, y quizás hubiese muerto de no haber sido por la voz de aquel chico, su única compañía. Se sentía aun mas débil y las ojeras ya eran evidentes en su rostro. Glenn se levantó temprano, debía trabajar el día siguiente.

-Debo irme... Crees que pueda verte mas tarde?
-Sí...
-Genial! No puedo esperar para volvernos a ver...

Dicho esto volvió a besar a Hayden, beso que Hayden no correspondió. Había mentido, no permitiría que Glenn lo encontrara de nuevo. 

Pasaron los días y Hayden utilizaba una excusa nueva para evitar a Glenn. Por el momento se había quedado sin trabajo, la comida comenzaba a escasear en su casa. La soledad lo invadía, a excepción de aquel chico, quien era el único del cual recibía mensajes. Su vientre se encontraba inflamado y su "entrada" comenzaba a oler mal y mostraba signos de infección. Se encontraba aterrado y triste. Necesitaba ir a un hospital.

Llamó a un primo por teléfono, esperanzado de que él pudiese ayudarlo a conseguir algo de apoyo emocional pero fue en vano explicar la situación. "Es tu culpa, tu lo invitaste". Hayden se contenía entre las lágrimas. Cómo era posible que se encontrara totalmente solo ante aquella situación.

Decidió visitar a su padre pero tampoco fue de ayuda.

-Asqueroso homosexual! Eres un parásito inútil!! Seguramente tienes SIDA!! Lárgate de mi casa!! Ve a morir a otra parte!! - le gritó a Hayden mientras le aventaba la puerta en la cara.

Hayden se fué aterrado llorando. Todo eran reclamos culpándolo a él. Por ser homosexual, por vivir en pobreza y desempleo. Jamás imagino sentirse tan abandonado. Decidió volver a su pequeño apartamento el cual llamaba hogar. Se encontraba en su cama, abrazando su pequeño conejo de peluche, soñando y recordando tiempos más agradables. Necesitaba una palabra de consuelo, alguien que lo ayudara en su situación, pero no había nadie.

Glenn tampoco había querido ayudarle, solo quería utilizarlo. Todos lo trataban como si fuese una cosa sin sentimientos. Una especie de maquina que debía únicamente obedecer órdenes. Después de tanto dolor sólo le quedaba soñar.

Soñaba que aquel chico le cantaba al oído mientras ambos tomaban fotos y cumplían las promesas que ambos se habían hecho. Verían las estrellas al anochecer, tomarían muchas fotografías juntos. Pintarían el paisaje, los animales y los bosques. Soñaba con los labios de aquel chico, con poder abrazarlo y ambos sentir ese calor que tanto les hacía falta. Soñaba con alguien que pudiese amarlo por fin y él también poder repartir ese amor que se tenía guardado de años, y así ambos huir lejos de todo ese dolor.

Nadie veía su dolor mejor que su chico especial, nadie lo comprendía mejor y por eso desde hace tiempo le había entregado su corazón. Al final del día a pesar del dolor físico y emocional, el amor que le tenía lo mantenía vivo de algún modo. Lo impulsaba a seguir adelante a pesar de todo el dolor en su vida. Tenía hambre de amor, pero aún así, todos y cada uno de sus pedazos solo pensaban en entregarle su amor cuando lo viera en persona. Ese chico era quizás, lo único hermoso que le quedaba en esta vida...

Dejó al pequeño conejo de peluche en su cama y emprendió su camino al hospital. Solo traía unas cuantas monedas, su identificación, su teléfono celular y la foto del chico.

Poco a poco sentía que no podía continuar más, hasta que al llegar al hospital, se desvaneció en la entrada de aquel lugar...

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