Capítulo 4

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Tendrá que esperar

Julio 23, 1966

Aunque ahora tenía una fecha límite para encontrar a mi vecino, eso tendría que esperar, había hablado con mi padre más acerca de su visitante y habíamos acordado que yo me quedaría una semana, y llegaría con frecuencia la segunda semana. Ahora caminaba rápidamente hacía la estación de tren para tomar el que me llevaría a la casa de mis padres. Mis padres vivían a las afueras de la ciudad, en una pequeña ciudad donde todos se conocían. Lastimosamente yo iba 30 minutos tarde, lo que significa que el visitante ya había llegado y estaba siendo alojado por mis padres, sin mi ayuda.

El tren estaba mayormente vacío, el silencio era el sonido más fuerte dentro de él. Poco a poco y a causa del cansancio de los últimos días mis ojos se daban por vencidos, hasta que todo se puso negro. Para cuando volví a ver color estaba a una parada de mi lugar de destino, Lake George. Mientras me ponía de pie para tomar mi equipaje, no pude evitar ver a una mujer de cabello castaño claro, vestía un vestido de puntos de colores, una bandana amarilla con una flor en el lado derecho, botas blancas que le llegaban por debajo de las rodillas y complementaba su vestimenta con unas gafas de sol cuadradas de aro naranja. Salí de mi trance cuando me di cuenta que cada vez estábamos más cerca de la estación de Lake George. Tome mi equipaje y camine rápidamente hacía una de las puertas. La mujer también había sacado su equipaje y se había puesto una chaqueta café que cubría completamente su vestido. Cuando llegamos a la estación bajé rápidamente sin poder prestar más atención a ella, pero parecía ir en la misma dirección que yo, al subir al taxi, que ya esperaba por mí, la perdí por completo.

La casa de mis padres era un lugar tranquilo, me hacía sentir en calma, habían pasado un par de meses desde la última vez que había venido, así que se sentía bastante reconfortante, casi pacifico. La casa que me había visto crecer no era tan grande, una pequeña casa de dos plantas, de color café y verde oscuro, con un patío que si era grande y con un jardín que parecía de película. Mientras crecía, muchas chicas habían intentado tener algo conmigo, para tener una hermosa cita en el jardín del amor, como mi padre lo llamaba, ninguna había tenido esa oportunidad, solo una, Sunny.

Sunny había sido mi primer amor, no sé en qué momento paso de ser algo que nuestros padres intentaban unir a algo mutuo, pero paso. Nuestra primera cita había sido en el jardín, y ella parecía muy contenta sobre eso, habíamos comido un pastel de fresas y jugo de naranja, todo mientras mi madre nos observaba desde la ventana de la cocina, pero había sido genuino. También fue mi primera relación, pero todo lo bonito se acaba, y cuando su vida paso a ser más observada y la mía paso a ser más universitaria habíamos decidido tomarlo con calma, pero todo termino por completo cuando ella fue a la universidad, los días se convirtieron meses, y los meses años, y luego las cosas nunca volvieron a ser igual.

Mi padre me esperaba en la puerta principal y cuando se percató que yo estaba ahí el empezó a caminar hacía mi —¡Alexander! Llegar tarde no es algo que tu hagas ¿se retrasó él tren? —intente lo mejor en evitarme el cuestionario de mi padre —Sí, los trenes han estado un poco retrasados toda la semana, y este no fue la excepción— dije intentando sonreír —Bueno, no te preocupes, nuestro invitado ya se encuentra aquí, me pidió que nos refiriéramos a él como A, y también menciono que pueda que no salga mucho de su habitación y que esperaba no ser una inconveniencia para nosotros— sonrío y empezó a guiarme hacía los adentros de la casa —Me hubiera gustado que lo conocieras, pero ya llegara el tiempo para eso, por el momento deberías prepararte, Sunny vendrá a visitarnos y a asegurarse que el lugar sea del agrado de su prometido, creo que esta cerca, no hay tiempo que perder. Tu habitación está intacta, así que puedes subir. — Cuando ya estábamos en la casa pude detenerme y observar los adentros a más detalle, tal y como lo recordaba, todo en el mismo lugar y con flores frescas cada tres días. —Gracias, intentare desempacar un poco— dije mientras empezaba a subir las gradas. Habían pasado 8 años desde la última vez que vi a Sunny, así que estaba nervioso, pero ella estaba aquí por su prometido, lo que hacía la situación aún más incomoda. Ese último año ella estaba muy alegre por ir a la universidad.

—Es como liberarme un poco Alex— dijo mientras leía uno de los libros que le había dado —Ya no seré vista como parte de la "socialite" de New York, seré una chica más que ha decido estudiar al otro lado del país— en sus intentos de escapar de su vida pública había aplicado a varias universidades en California, y lo había logrado, había quedado. La mire un poco pasmado, pues aun así quería que ella se quedara. —¿Enserio tienes que ir hasta California? Yo creo que con salir de New York basta un poco— dije mientras me recostaba en mis codos con cara al sol.

—No, no basta, realmente necesito alejarme de este lugar, la gente me persigue, Alex, y tú ya no estas al lado mío cada día, o me protejo y quedo como una "niña rica con prejuicios" o dejo que me lastimen, y no quiero ninguna de las dos, así que me tengo que ir. Deberías alegrarte por mí, sabes que odio cuando las personas me siguen en la calle, o cuando toman fotos de lo que llevo puesto, es denigrante— dio un respiro profundo y cerro el libro, dentro de mí sentí algo de arrepentimiento, sabía lo difícil que era para ella, más bien sabía cuánto lo odiaba, y aun así quería ser egoísta y evitar que ella se fuera. Me recosté completamente sobre mi espalda e intentéson reír, tenía que hacerlo por ella. —Lo entiendo, y estoy más que alegre por ti, alegre y orgulloso, sé que esto te hará feliz, y con eso me conformo— dije y pude sentir sus labios dejar un beso en mi mejilla —Por eso eres mi persona favorita— dijo mientras se ponía de píe —Tengo que irme, aún me falta empacar unas cosas, mi tren sale muy temprano por la mañana, así que no te preocupes,descansa, sé que la universidad se ha puesto tediosa— rápidamente me puse de pie y sacudí mis pantalones —Te quiero mucho, Alexander, y no te preocupes, me volverás a ver, seguro y regreso para vacaciones de invierno— se acercó un po coa mi para dejar un beso en mis labios y luego me abrazo. —Adiós— dijo y sin dejarme decir una sola palabra salió por la puerta trasera de la casa, y no regreso, ni ese invierno, ni el otro.

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⏰ Última actualización: Mar 14, 2022 ⏰

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