CAPÍTULO II

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Un llanto ensordecedor lo despertó.

El pequeño omega se removió en la cama y trató de cubrirse con su almohada pero el llanto no cesaba. ¡Luna!

Se levantó entonces perezosamente y caminó hasta la cuna donde su cachorro lloraba con la carita enrojecida. Removía su cuerpito agitado con las minúsculas manitos hechas puños. Era un bebé precioso.

-Ya... ya...

El omega lo tomó en brazos y lo llevó consigo a su cama. Allí se recostó sobre el respaldar y se desabotonó la blusa de pijama para poder amamantar a su cachorrito, el cual apenas detectó el pecho de su madre no tardó en apoderarse de uno de sus pezones y empezar a succionar desesperadamente.

El omega miró a su reloj. Eran las seis de la mañana. En una hora tendría que estar dirigiéndose a la escuela si no quería llegar tarde. Era su primer día en un lugar completamente nuevo y aunque le dolía separarse de su bebé, sabía que en la casa de omegas donde vivía lo cuidarían bien.

Hacía un año que vivía en esa casa de omegas del gobierno. Tenía un pequeño cuarto donde había pasado parte de su embarazo después de que lo recogieran de las calles y el cual era ahora su hogar: de él y de su bebé. Al menos lo sería hasta que Jimin cumpliera la mayoría de edad y pudiera graduarse de la escuela. Luego tendría que buscar un buen trabajo y su propio hogar, aunque el omega aún no quería pensar en eso porque lo agobiaba. Ya había tenido mucho siendo repudiado por sus padres pese a que su embarazo nunca fue su culpa.Ya había tenido mucho de insultos, de golpes y de vivir en callejones pidiendo limosna para poder comer, ya había tenido mucho de abortos espontáneos y de un embarazo no deseado. Era demasiado. Él solo quería descansar de todo eso al menos por ese año.

El omega salió de su trance con el gorgojeo de su cachorro. Lo observó por unos segundos curioso, ¿él había traído a esa vida al mundo? Él...

Sintió unos golpes en la puerta, entonces.

El omega suspiró y tras dejar a su bebé dormido sobre su cama se dirigió a abrir. Se encontró con Kim Seokjin, el omega a cargo de su caso en la oficina de Salud y Bienestar del programa gubernamental que se encargaba de apoyar a omegas en necesidad.

-¡Buenos días, Jimin!-Exclamó el omega sonriente.-¿Puedo pasar?

Jimin asintió.

-¡Bien!- El omega mayor se dirigió al sofá de la pequeña sala de estar y sonrió esperando que Jimin lo acompañara. Empezó a hablar cuando Jimin se hubo ubicado a su lado.-Soy el encargado de todo lo que necesitas, lo sabes. Hoy es tu primer día en la escuela preparatoria y estoy realmente muy emocionado. Te encantará el lugar. Hemos escogido una escuela que te permita rehacer tu vida como estudiante. Es tu último año en la preparatoria y estoy muy orgulloso de que hayas llegado hasta aquí...

Jimin dejó de oírle en un punto.

Siempre había sido un buen estudiante. En su anterior escuela destacaba en casi todas las asignaturas menos en educación física. No tenía muchos amigos, sin embargo. En su anterior escuela era el niño nerd que lo sabía todo y eso no les gustaba a muchos. En silencio tenía que soportar a alfas bravucones esconderle los apuntes o golpearlo en la salida. Casi siempre tenía un moretón en la cara. Pero Jimin prefería eso, le hubiese gustado que todo eso quedara así, que nada cambiara. Que ese alfa que aparentaba buena persona no lo engatuzara y lo usara a su antojo para luego abandonarlo como si se tratara de cualquier cosa. Ese alfa había destruido su vida porque le parecía gracioso hacerlo. Jimin nunca olvidaría cuando con su pancita de seis meses tuvo que aguantar al alfa y al grupete de sus amigos acorralarlo y golpearlo, nunca olvidaría cuando este sacó una cuchilla y...

My little SunshineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora