The travel

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Bruno estaba dándole de comer a todos los caballos antes de mirar hacia el cielo que se iluminó con un rayo que había cruzado el cielo nublado, suspiro antes de darle llenarle más el tacho donde los animales que los llevaban, de comida.

En la mini posada donde ellos se quedaban era algo frío, más por no decir que no les costó más de diez monedas, no iba a pedir mucho. Suspiró rendido antes de dirigir sus débiles pies hasta la posada.

Cuando entró al cuarto vio como Antonio estaba pegado como koala a Camilo, quién dormía en el hombro de Luisa, a su lado estaban Dolores e Isabela durmiendo después de casi diez horas de viaje.

Bruno se sentó en la orilla de la cama mirando su ruana un poco mojada por el viaje, antes de sacarla y colocarla encima del respaldo de una silla que había allí. Antes de dirigirse hacia la ventana que estaba abierta con las cortinas danzando con el viento fuerte que había allí.

Cerró la ventana antes de volver a mirar hacia la tormenta que se aproximaba, luego tomó la tela entre sus manos antes de cerrarla para irse a dormir.

Se giró para dirigirse hacia el piso donde había unos cojines y unas mantas, pero en lugar de eso había un cuarto muy parecido dónde practicaba para ver su futuro, de repente la arena se elevó haciendo que Bruno se cubra los ojos con su brazo.

Era tan fuerte la ráfaga de viento de arena que sus sandalias se resbalaran en el piso para dirigirlo hacia atrás pegando con una pared, que cuando se volteo a verla vio como está se disolvía y se convertía en arena para juntarse y rodearlo en un tornado de arena.

El mayor cayó de rodillas, tapando sus ojos que prontamente empezaron a brillar como lo hacían hace cinco años atrás. De repente, al frente de él, apareció su sobrina con quince años, tal como él la recordaba.

Tenía una capucha de color azul, en su mano derecha tenía la vela, dirigió su dos dedos a su lengua antes de apretar la mecha con la llama, apagandola por completa y después tirar la vela al suelo.

A lo que el vidente intentó dirigirse hasta la cera, lo cual su sobrina con una sonrisa perversa le pisó la mano. Intentó gritar por ayuda pero ella lo miraba con una sonrisa como si estuviera disfrutando aquello.

—— ¡Mirabel! —— Gritó. Por fin despertándose, viéndose como estaba sentado en el suelo y sus sobrinos acercaba su cara hacia su tío.

Ellos se miraron entre sí antes de mirar a su preocupado tío.

En aquella mañana Mirabel estaba mirando la muñeca de aquel hombre quien no paraba de mirarla. ¿Y por qué no? Era Gustavo López, padre de Amelia López, cierta pretendiente de Camilo y que ellos habían ayudado un montón a la familia Madrigal.

Ahora sí este señor sabía dónde estaba, no dejaba de temblar con la idea que su abuela llegó para matarla, y exigir de nuevo la vela infeliz con la que su familia sufrió.

Termino de vendar la muñeca del señor viendo como las mariposas se colocaban en la venda, mirándola. Ella suspiró mirando al señor quién no había dicho, se dió vuelta para buscar un objeto cuándo el hombre decidió hablar.

—— ¿Sabes que siempre puedes volver, Mirabel?

—— Debería, tomar esta medicina. E irse, con Valentina arregle el pago.

—— Mirabel.

—— Enserio querría quedarme pero, debo hacer algunas cosas…

—— Mirabel.

—— Por fav-

—— ¡Mirable! ¡Tú familia te necesita! —— Gritó el hombre levantándose para dar vuelta a la chica quien espantada lo miró.

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⏰ Última actualización: Mar 14, 2022 ⏰

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