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📆 𝟐𝟒/𝟎𝟑/𝟐𝟏
📍 𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚.
Una hermosa rosa osiria está sobre una limpia hoja blanca, a su lado esta un lápiz de color amarillo y un borrador ya desgastado. El viento resopla con fuerza, entrando por la ventana de aquella habitación bien acomodada, donde un joven alemán descansaba en su silla tomando una taza de café con chocolate. Lleva pensando por varios largos minutos el como iniciar un simple párrafo en aquella hoja de tamaño carta, pero hay palabras difíciles de encontrar, utilizar lo primero que se le ocurra no suena nada atractivo si planea escribir una carta de declaración romántica.
Deja la taza de café cerca de la orilla, lejos de la hoja para evitar mancharla, ya no le quedan tantas como un principio. Desde hace algunas semanas su inspiración para escribir algo profundo, repleto de amor y un dulce sentimiento, simplemente quedaron opacadas por pensar por horas el inicio del primer párrafo. Quedando con un dolor en su cabeza, se tomo su descanso para tomarse un café, su medicina para el estrés, es la cafeína y el cacao. Una mezcla amarga y dulce chocando en su paladar, quizás con eso pudiera encontrar la solución para escribir de una vez, aunque no sirva de mucho encontrarse con tomar solo una taza de café.
Un pesado suspiro escapa de sus labios, pasando sus manos sobre su castaño cabello. Ya la tarde se le esta pasando volando, como sus mismas ideas, llegan pero se van al poco tiempo como si nada. Puede existir una razón para él, solo pensaba en lo mismo: "el amor hace que todo mi mundo se desordene, el tiempo pasa rápido, mis pensamientos son confusos y tu sigues siendo el responsable de todo esto."
Sus azulados ojos miran hacia la ventana, donde un cielo anaranjado chocando con el tono azul oscuro hacen presencia. El atardecer se ha vuelto su vista favorita cuando mira hacia la ventana, podía pensar tranquilamente por un rato, sentirse en paz, no preocuparse por nada mas. No existe un recuerdo especial que le dé ese motivo, ni el fresco viento, y tampoco el agradable silencio. Nada mas apreciaba de un lindo momento de tranquilidad, algo que no es tan fácil de conseguir si nos ponemos a mirar la ruidosa civilización.
Se mantuvo largos minutos apreciando del paisaje, pero deja de hacerlo al oír el tono de llamada en su celular. Tomando el aparato que se encontraba en su escritorio, lee el nombre de la persona que solicita su atención. Sin darse cuenta una sonrisa aparece en su rostro, no dejando pasar otro segundo mas, contesta la llamada—. ¿Si?
La voz del otro lado de la línea contesta: —¡Kai! disculpa si estoy interrumpiendo tu tarde, debes de estar ocupado, ¿verdad?
El joven alemán dirige la mirada hacia la hoja en blanco de su escritorio, no esta haciendo nada realmente, hasta no tener ideas claras no puede escribir todavía, es como si le faltara algo especial para encontrar la chispa de su inspiración. —En realidad no hago nada, solo estoy tomando un poco de café con chocolate mientras miro el atardecer desde mi ventana. Lo normal, —agregó, levantándose de su silla—¿acaso me necesitas para algo, Mason?
