◈Una bienvenida◈ Cap.12 ①

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Narradora:

Ibrahim caminaba nervioso por los pasillos del palacio, las palabras de Hatice lo había dejado impactado, él pensó que correspondía a sus sentimientos. No entendía sus miradas antes, y cuando se dio cuenta intentó devolverle esas mismas miradas que le había enviado desde lo lejos, pero cuando finalmente pudo corresponderle sus sentimientos, comenzó a ignorarlo. Y allí mismo comprendió que todo fue gracias a la esclava, Hürrem. Todo era su culpa.

Ella pagaría todo esto, aunque no era el momento, tenía que darle la noticia al Sultán.

Apresurado salió de sus aposentos para dirigirse a los del Sultán y les dio aviso a los guardias para avisarle de su presencia.

- Tengo que darle una noticia a su majestad y es con urgencia. -dijo y los guardias fueron a darle aviso. Uno de ellos regresó con la aprobación para que entrara a los aposentos.

- Ibrahim amigo mío, a qué debo tu visita. -preguntó con una sonrisa.

- Traigo buenas noticias mi señor, me informaron que Hürrem está dando a luz.

- Allah pero qué buena noticia. -dijo y comenzó a alistarse para ir a ver a su querida concubina, también para ver a su nuevo hijo.



(...)


La doctora movía sus manos, mientras que Hürrem no sabia como reaccionar, solo le gritó preguntando qué es lo que pasaba, aunque también notó que el dolor en sus caderas disminuyó cuando un llanto se escuchó de la nada.

- Felicitaciones, es un hermoso niño. -habló alegremente la mujer sosteniendo a un bebé en sus brazos.



(...)


Más tarde en ese día Hafsa, Hatice y la obligada presencia de Mahidevran, se hicieron presencia en los aposentos de la pelirroja para así poder visitar al recién nacido y a la madre, más por parte de Hatice. La cual estuvo inquieta y preocupada todo el día, preguntando a cada momento la condición de Hürrem.


En la habitación la pelirroja estaba demasiado agotada, deseaba ver a su hijo, y justo en ese momento de espera, entraron las tres sultanas. Hatice miró a Hürrem y en su mirar se notaba a leguas que estaba aliviada y feliz por ella.

Hafsa se dirigió a Firial y le preguntó:

- ¿Cómo se encuentra el bebé? ¿Todo está bien?

Firial le respondió alegremente mientras Hürrem intentaba sentarse.

- ¡Oh claro mi sultana, el precioso bebé es un príncipe, se encuentra con buena salud, aunque hubieron complicaciones durante el parto, todo salió de maravilla! -miró a Hürrem y le hizo una seña extraña que nadie pudo ver, luego de ese extraño momento le ayudó a sentarse.

- Bien, gracias a Allah y a nuestra partera, todo salió según lo predicho. -dijo la Madre Sultana. De reojo observó a Hatice, esta se limitó a asentir con una gran felicidad a Hürrem. Esta vez no le interesó, en cambio comenzó a hablar sobre el futuro de su nieto, y en cómo se convertiría en un gran príncipe.

Al pequeño lo estaban arropando con mantas, estaban todos felices, pero Hürrem todavía quería ver y abrazar a su bebé. Le pidió a Firial su hijo, quien lo llevaba cargado en sus brazos y justo antes de dárselo la madre sultana interfirió.

- Ahora no es el momento, llévalo a que lo preparen correctamente. -le ordenó y vio a la pelirroja- Más tarde podrás verlo.

Hürrem al oír eso solo reprocho en silencio ya que no quería armar una discusión, pero si de verdad quería estar con su hijo,  tendría que esperar.

En ese entretiempo, en la que Hatice intentó acercarse con Hürrem para hablarle y subirle el ánimo mientras su madre estaba distraída. Y sin previo aviso el Sultán fue anunciado, entrando y dirigiéndose hacia la madre de ambos. La Sultana se devolvió al lado de su madre, teniendo para Mahidevran una reacción de enojo algo tierna.

- Madre, Hatice, que grato verlas aquí. -se dio la vuelta y vio a Mahidevran, le regaló una bienvenida.

Hafsa lo felicitó y le habló sobre el futuro del imperio con el nuevo miembro de la familia. Süleyman se acercó a Hürrem para ver su estado, observándola. La pelirroja estaba descansando y al abrir los ojos noto su presencia, por instinto le sonrió.

- Süleyman ¿En dónde has estado? Grité su nombre pero no me escuchó. Quería que usted estuviese a mi lado mi Sultán. -agarró su mano y le acarició el rostro.

- Ahora me encuentro contigo mi amor. -intentó acercarse pero Hürrem interrumpió su movimiento.

- ¿Dónde está mi hijo? ¿Por qué no me dejan verlo y lo alejan de mí? -preguntó incómoda.

- No te preocupes, su majestad la Madre Sultana dijo que está sano. -le habló en un tono cariñoso y sereno.

- La Madre Sultana se llevó a mi hijo y ni siquiera pude abrazarlo. -lo miró con sus ojos cristalinos directamente a los suyos.

Él le sonrió y no pudo negárselo.- Traigan al niño y déjenlo con su madre. -ordenó.

A Hafsa no le quedó otra más que obedecer, se notaba como iba creciendo su ira con tan solo verla. Por parte de Mahidevran vio la escena con un gran odio, pero en cuestión de segundos el sentimiento fue reemplazado por una calma repentina, como si su cabeza se hubiera iluminado, ¿emoción tal vez? Pensaba que acercarlos traería problemas, mejor aún, una separación.

Trató de llamarle la atención a Hafsa para ver si podían hacer algo con eso, también en ese rato que hacía eso, vio como Hatice reprimía su enojo, a la pobre chica le costaba. Sus mejillas rojas y el ceño fruncido que trataba de relajar.

A Mahidevran le pareció tierno y en su cabeza pensó: "¿Se pondría así por mi?" y más de esos pensamientos que dejaba entrar inconscientemente.


Al cabo de unos minutos habían traído al pequeño príncipe, hicieron su ceremonia y el Sultán le dio el nombre de Mehmet. Luego del rezo procedente todas en la habitación se retiraron dando a los dos un tiempo a solas. Mientras todas esperaban Hatice quiso distraerse e intentó iniciar una conversación.

- Es un bebé muy hermoso, que Allah lo bendiga. -habló Hatice- Salió igual de hermoso como su madre, ¿no es así Gülfem? -miró a la mujer a su lado esperando una respuesta.

- Así es sultana, sí que lo es. -se miraron alegres, mientras Mahidevran se perdía en sus pensamientos.


Ese día repartieron dulces y oro por orden de Hafsa, haciendo una celebración por la llegada del nuevo miembro de la dinastía.

Hürrem y Süleyman pasaban su día juntos hablando y admirando a su hijo. El Sultán hablaba y le dedicaba palabras hermosas a Hürrem, quién en un intento intentaba seguirle la corriente de la misma manera. La pelirroja le hizo prometer al poderoso Sultán que la amaría y nunca le defraudaría. Ambos se miraban, finalizando su día juntos con la partida de Süleyman.


(...)




Hafsa iba quejándose en los pasillos sobre Hürrem, Daye detrás suyo escuchando y calmando a la mujer que estaba alterada.

- Ella se quejó con el Sultán, restregando que la habían dejado sola. No puedo creer lo insolente que es, incluso me sorprende lo desafiante que puede llegar a ser, y eso que no es la primera vez que la veo actuar así. Daye, ¿cómo es posible que haya estado sola, en dónde estabas, por qué la dejaste sola? -le demandó a la otra mujer.

- Firial la vio de casualidad y yo la seguí, Sultana. -le respondió- María estuvo con ella y avisó a todos pero luego la llamaron. -terminó de hablar.

Por el pasillo entraban Sümbül y María. La Madre Sultana no tardó en llamarles la atención pero Sümbül le dijo a la Sultana que el Sultán le había llamado. Hafsa solo se quedó callada y les dio el paso, mirando a Daye sorprendida.

- ¿Hürrem lo sabe? -preguntó en voz baja. Daye no tardó en contestarle.

- No, sino la muchacha estaría muerta. Ibrahim fue el que le pidió a Sümbül que la lleve.

-La Sultana le cuestionó sorprendida- ¿Ibrahim? -Daye asintió- El servidor del Sultán no es cualquier hombre. Y esto significa que no quiere a Hürrem... 

"Eres mía, eres lo único que quiero" Hürrem & Hatice Muhteşem Yüzyıl/El SultánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora