[Al día siguiente]
Narradora:
- Hoy les voy a enseñar a reverenciar y a ponerse de pie ¡Todas de pie ahora, vamos arriba, arriba! Vamos muchachas no tengo todo el día. -ordenó Gulag caminando frente a las chicas mientras se levantaban- Vamos a unir las palmas de esta manera. -juntó sus dos manos haciendo que las demás también lo repitan- Bien. Nos inclinamos con la cintura derecha, doblándose sin levantar la cabeza, verificaré. -fue pasando por cada una de ellas viendo como tenían su postura cada una- Las veré una por una ¿acaso te has tragado un tronco? Baja un poco más.
El entonces fijo la mirada en la pelirroja que parecía que no estaba prestando atención.
- ¿Qué fue lo último que les enseñé el día de hoy? -le cuestionó a la muchacha que parecía sonámbula- ¿Qué fue lo último que les enseñé hoy?- Prohibido, prohibido -Aleksandra contestó rápido.
- ¿Solo has aprendido a decir prohibido?
- Si, prohibido.
- Eso es genial. Entonces sigamos con las cosas prohibidas. -tomó una bocanada de aire y suspiró- Bien ahora las prohibiciones: Hacer ruido prohibido, mirar y observar prohibido, los chismes prohibidos, desobedecer una orden, prohibido, los hombres prohibidos.
Las chicas confundidas se miraron entre sí.
- ¿Me han entendido? -preguntó enfadado viendo a las chicas perdidas hablando y susurrando.
- Gulag, ven aquí! -lo llamó Sümbül haciéndole señas con su mano.
Las muchachas comenzaban a susurrarse entre sí, y la pelirroja estaba entre ellas.
- ¿Los hombres están prohibidos? -dijo Aleksandra.- No hay prohibición para ellos porque no son "hombres". -contestó Firial y la pelirroja confundida miró a los sirvientes de nuevo.
- Pero son hombres. -insistió.
- Son encargados del harén, es decir... -dicho eso hizo una seña de tijeras con sus dedos- eunucos. -todas las muchachas comenzaron a reírse.
- Se están riendo demasiado! -reclamó Gulag- Las dejo solas y comienzan a bromear. Ahora los sastres las esperan con tijeras en las manos, vamos síganme. -les ordenó a las chicas y después de irse comenzaron a reír y le siguieron.
Narra Hatice:
Daye había venido a hablar sobre las nuevas concubinas con mi madre, yo planeaba bordar un pañuelo, no sé para quién pero era un pasatiempo entretenido para mi.- Con respecto a las muchachas en el harén, ¿qué sucedió con la muchacha de Crimea, ya le enseñaste su lugar? -le preguntó mi madre a Daye.
- Es inquieta pero aprende rápido, tiene una mente afilada. -la mujer habló.
- No necesitamos eso, necesitamos buen comportamiento.- Pero es una muchacha muy hermosa, ¿vieron su cabello y sus ojos verdes? Su personalidad rebelde es algo innovador a este aburrido palacio... -al dar mi opinión pude sentir sus miradas ante mis palabras y sentí como mi cara se ponía caliente.
- La belleza desaparece, he visto belleza que ahora vive bajo techos de barro. -mi madre respondió como siempre de manera poco alentadora.
Con la vergüenza que sentí en ese momento me levanté y salí de ahí con la excusa de que tenía algo que hacer en los jardines, no sin antes recibir una mirada extraña de mi madre y Daye.
Pasé mis horas mirando las flores y pensando en las cosas que sucedieron en menos de un día o dos. Cuestionando de la nada mi amor hacia Pargali Ibrahim, entre todo eso sentí como una mano tocaba mi hombro y me di la vuelta, era él. No tengo el ánimo para hablarle, así que solo sonreí, Gülfem estaba vigilando para que nadie pudiera llegar a vernos en el jardín.
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"Eres mía, eres lo único que quiero" Hürrem & Hatice Muhteşem Yüzyıl/El Sultán
RomanceEl amor que nunca se puede corresponder, no así, pero a ninguna le importa eso, solo desean lo que la otra tiene y le falta de si mismas... Sea bueno o malo. "Descuida corazón, creíste que te dejaría sufrir en esta vida? No me detuve al deshacerme d...