En una calle oscura de París, una chica de ojos azules sostenía en sus manos un maletín gris oscuro con toda clase de bolsillos. Detrás de ella se encontraba un chico mayor que ella, de pelo rubio y ojos azules.
-Tienes que marcharte – dijo el chico de dieciocho años.
Él se encontraba arrodillado sobre el pavimento del suelo con una mano en el costado.
Ella estaba de cuclillas delante de él.
-¿Qué hay de ti? – preguntó la adolescente de catorce años.
-Vas a tener que dejarme atrás.
-Ni hablar, eso nunca.
En ese momento una sombra sobre una de las paredes de ladrillo les demostró que la persona que los perseguía estaba a punto de encontrarlos.
-Vas a tener que hacerlo – insistió el chico al darse cuenta del peligro -. Yo ya no puedo seguir, Bridgette. Prométeme que no dejarás que le pase nada a la caja de los prodigios.
Ella asintió con la cabeza mientras unas lágrimas indiscretas empezaban a surcar por sus mejillas.
-Por el poder a mi otorgado como guardián de los prodigios, yo, Félix Agreste, nombro a Bridgette Dupain-Cheng la nueva guardiana de la caja de los prodigios – recitó el chico rubio lo más rápido que pudo a pesar del cansancio y de la fea mancha oscura sobre el costado de su camisa azul marino.
Entonces un haz de luz blanca iluminó a Félix mientras el maletín que sostenía Bridgette se transformaba en una pequeña mochila rosa con montones de pequeños bolsillos.
-Confío en ti, princesa – fue lo último que dijo el chico antes de que el haz de luz desapareciera, dejando a Félix tirado sobre el suelo, inconsciente.
En ese momento, un hombre de dos metros de altura con gafas rojas y un traje ajustado negro dio la vuelta a la esquina que hasta ahora los había mantenido ocultos.
-Aquí estáis – dijo su perseguidor, quien no podía ver el rostro de Bridgette debido a la capucha de su sudadera azul.
En cuestión de pocos segundos, el hombre lanzó a la adolescente una larga espada negra de aspecto sobrenatural. Milagrosamente, Bridgette consiguió agacharse a tiempo para esquivarla, pero debido a ello la espada acabó anclándose en la pared detrás de ella. O, más bien, en el muro de carga del edificio que había detrás de ella.
En cuanto Bridgette oyó el extraño sonido que produjeron las paredes del edificio en cuanto la espada absorbió los ladrillos a su alrededor, generando un círculo casi perfecto en la pared, la chica supo que era su última oportunidad para salir de allí.
Aprovechando la distracción del edificio viniéndose abajo sobre ellos, Bridgette se coló por una estrecha callejuela mientras su perseguidor hacía levitar su espada devuelta a su mano para absorber con ella los ladrillos que se le venían encima, salvando así también a Félix, quien se encontraba cerca de él.
Devuelta en una calle principal llena de gente, Bridgette se quitó la capucha, mostrando así un par de largas coletas negras con mechas azul oscuro.
La adolescente se secó las lágrimas de su rostro.
Sabía perfectamente lo que debía hacer.
No podía dejar que aquel hombre consiguiera la caja de los prodigios, especialmente los prodigios del gato y de la mariquita.
Si lo hacía, sería el fin del mundo.
Bridgette se quitó la sudadera para tirarla a la basura. A continuación, se colgó la mochila rosa a la espalda y desapareció entre el montón de gente.
ESTÁS LEYENDO
Aventuras de unos adolescentes - Orígenes Parte 1 - Ladybug PV y actual
FanfictionBridgette se quitó la capucha de su sudadera azul. Sabía perfectamente lo que debía hacer. No podía dejar que Lepidóptero consiguiera la caja de los prodigios. Si lo hacía, sería el fin del mundo. ...