Capítulo 4 - El origen de un supervillano

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Una persona alta vestida de patinador con su casco y patines brillantes, miraba el reloj de su muñeca mientras mantenía su otra mano sobre las heridas de Félix.

Ya había devuelto todo a la normalidad, haciendo que tanto el edificio como los testigos de dentro volvieran a atrás en el tiempo hasta su estado antes de aquel accidente. Ahora solo faltaba hacer lo mismo con las heridas de Félix.

Gabriel Agreste todavía no podía creer la traición de su propio hijo.

Cuando su mujer, Émilie Agreste, murió en una de sus muchas expediciones por lugares exóticos hacía dos años fue devastador para ambos. Nunca habían sido especialmente cercanos y, ciertamente, una vez murió Émilie le fue casi imposible a Gabriel mirar a su hijo.

Para Gabriel era una tortura tener los ojos de su esposa observándolo todavía, aunque estos estuvieran en el rostro de Félix. Es por eso que en cuanto terminó el verano lo envió a Inglaterra a estudiar. A él le dijo que era para que cambiara de ambiente; sin embargo, ambos sabían perfectamente por qué lo hacía. Al fin y al cabo, Félix no era estúpido y sabía el motivo detrás del cual su padre le levantaba la mano en los últimos meses. A pesar de ello, Félix también era un chico obediente y no puso objeciones.

Una vez Gabriel estuvo solo en su enorme casa se sintió vacío sin la presencia de aquellos ojos azules que siempre habían estado en su vida. Cada vez que no trabajaba, sentía la necesidad de recuperar la presencia de su mujer de nuevo, así que leyó las investigaciones sobre los lugares que ella visitó. Fue entonces cuando encontró en ellas fotos de un templo antiguo enterrado en una roca, un templo egipcio que parecía antaño haber contenido historias sobre unas joyas mágicas en sus jeroglíficos. Según las investigaciones de Émilie, debían de existir dos joyas capaces de crear un nuevo mundo que cumpliera con los sueños de aquel que las poseía a la vez. Y claro, Gabriel sabía que debía poseerlas.

Por su mujer.

Es por eso que ordenó a Félix volver a París con la excusa de que trabajaría como modelo en la empresa familiar. Necesitaba de su inteligencia para su investigación, pero jamás le creería si le contaba detrás de qué iba. No hasta que hubiese conseguido alguna joya mágica y le hubiese mostrado su poder.

Félix no opuso resistencia a trabajar con su padre en aquella investigación de locos, aunque sí alguna vez había levantado la voz para mostrar su falta de deseos por explorar las pertenencias de su madre. Por supuesto, después de un buen castigo siempre volvía en sí, así que no era para tanto.

Un día la investigación los llevó a ambos a China, donde Gabriel descubrió que en un pequeño pueblo alejado del resto de la población había un templo donde se protegían tres joyas mágicas, aunque él solo consiguió hacer mano de dos antes de que una joven muchacha usase la tercera para echarle del pueblo para siempre.

No importaba, pues no era la joya que él estaba buscando.

Sin embargo, sí que había conseguido llevarse consigo un mapa hasta el templo grande donde se encontraban las joyas del gato y la mariquita. Además, ahora tenía las joyas del pavo real y la mariposa, las cuales le permitirían conseguir lo que buscaba sin correr peligro alguno.

Una vez volvió con Félix, le mostró el poder del pavo real creando a un sentimonstruo de aspecto humano: un chico humano de catorce años, rubio y de ojos verdes.

Félix no se mostró sorprendido, sino que miró a su padre con un rostro frío como el hielo.

-¿Qué planeas hacer? – preguntó.

-Esta criatura puede transformarse en cualquier persona a voluntad. Además, cuando coja cualquiera de esas joyas milagrosas, no podrá quitársela nadie más que yo. Ni siquiera él mismo. Se infiltrará en el templo y lo destruirá con el poder de los prodigios antes de volver ante mí.

-¿Y luego usarás el poder del gato y la mariquita para crear un nuevo mundo?

-Un mundo donde tu madre esté viva, sí.

Pero las cosas no salieron como había planeado: Félix lo traicionó, llevándose el prodigio del pavo real para encontrarse al sentimonstruo a mitad del camino de vuelta.

Probablemente su verdadera intención era pararlo antes; sin embargo, hasta que Gabriel no se durmió no pudo robarle la joya junto a todo su dinero en efectivo.

Durante medio año estuvieron ambos chicos escondidos por China, pero Félix cometió el error de estar demasiado tiempo cerca del mismo lugar, pues había conseguido trabajo en un restaurante chino de la capital. Fue allí donde Gabriel recuperó los prodigios del pavo real y la mariposa, destruyendo al sentimonstruo en el proceso. Sin embargo, Félix consiguió huir de nuevo. Esta vez consiguió volver a París, donde volvió a esconderse durante medio año más dada su cumplida mayoría de edad. Cómo conoció a la chica de la capucha azul y por qué le confió las joyas era algo que Gabriel todavía no sabía.

De todos modos no importaba, porque con el poder de la mariposa sembraría el caos en la ciudad hasta que la muchacha no tuviera más remedio que darle la caja mágica de los prodigios. Eso, o hasta que la joven muriese. Lo que ocurriese primero.

En cualquier caso, seguía siendo de utilidad tener a Félix vivo. Al fin y al cabo, él era el único que sabía quién era ella. Ciertamente saber su identidad le podía ahorrar mucho tiempo.

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⏰ Última actualización: Dec 05, 2022 ⏰

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