Reencuentro

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Advertencia de contenido sexual.



Nakiri Erina se encontraba sentada en la barra de aquel pequeño, pero muy acogedor, comedor familiar. Hoy era el día, hoy finalmente ese idiota volvería a Japón luego de seis largos meses en el extranjero.

Realmente no había sido mucho tiempo, llego a creer que él se iría por varios años, volviendo esporádicamente a Japón para retarla, quedarse donde abriría el agradable restaurante en el cual se encontraba y seguiría tratando de que ella dijera "delicioso" para luego volver a irse. Pero no fue así, afortunadamente solo fueron unos pocos meses desde que se habían despedido en el aeropuerto.

Honestamente, ella lo había extrañado, mucho. Seguramente era algo que no le diría nunca jamás en su vida, al menos no con palabras. Pero era innegable para sí misma que lo había echado en falta. Durante esos seis meses prácticamente todos los días se encontró pensando en él y en diversas formas de que pasen tiempo juntos. Ideo muchos planes para citas y actividades que anhelaba cumplir con él. Y por su nombre y su título como lengua divina las cumpliría a todas. No pensaba permitir que él se volviera a ir.

El sonido de la puerta deslizándose la alerto de la presencia de ese prófugo primer asiento que de alguna manera se las ingenió para traspasar las capas de hielo que cubrían su corazón y adentrarse en él, para no volver a salir.

Se puso de pie sintiendo su corazón latir más rápido por el mero hecho de volver a verlo. Estaba ansiosa, alegre, expectante y emocionada por volver a verlo. Pero por supuesto que no dejaría que todas las emociones que estaba sintiendo se materializaran en su rostro.

Coloco el mejor rostro de indiferencia que pudo, algo que le resulto difícil al ver esa amplia sonrisa que él le estaba regalando, esa que había extrañado tanto ver, para luego cruzarse de brazos, dándole la bienvenida. - Bienvenido a casa Yukihira-ku-... - Ni siquiera pudo terminar, cuando sintió como era silenciada por los labios de ese idiota.

Un beso suave que estaba cargado de ternura y anhelo, uno con el que le daba a entender que la había extrañado tanto como ella lo extraño a él. No tardo en corresponderle de la misma forma, para que así, Soma supiera que Erina también lo había extrañado. ¿Quién necesita palabras cuando una simple acción tan gratificante puede decir todo lo que uno necesita y más?

Se separaron luego de unos segundos. Soma la miro a los ojos, juntando sus frentes. - Estoy en casa, Erina - Desde esa posición, le resulto muy grato ver como el leve rubor que cubría sus mejillas se convirtió en un fuerte rosa adornando gran parte de su bonito rostro al escucharla decir su nombre de pila. No lo habían hablado, pero la última vez que se vieron ambos se confesaron por lo tanto le resultó bastante natural llamarla por su nombre.

Se sorprendió al escucharlo, pero rápidamente se dio cuenta que no le desagradaba, todo lo contrario, le gustaba la forma en que su nombre sonaba en sus labios. Y por ello decidió no protestar. Sino que levanto levemente su cara para que la punta de su nariz se rosara con la de Soma, acariciándose un par de veces en un gesto tan tierno que los tomo por sorpresa a ambos. Sus ojos, que estaban fijos en los del otro, se movieron hacia los labios ajenos, algo que no pasó desapercibido para ninguno.

No pudieron evitar la tentación y volvieron a caer en los labios del otro. Otro beso que comenzó suave pero poco a poco fue volviéndose más pasional, más desesperado. Como si ambos ansiaran comerse el uno al otro.

Las manos de Soma viajaron a la cintura de Erina y los de brazos de ella rodearon el cuello masculino, enroscando sus finos y gráciles dedos en los pelirrojos cabellos de Soma. Ambos deseando sentirse tan cerca como les fuera posible.

One-shots SorinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora