Los fuertes vientos se habían quedado atrás y la pareja continuaba ahora el camino por el camino de tierra. La capa de Lina ondeaba al aire mientras caminaban. Anduvieron callados y en silencio, hasta que la hechicera reparó en la cara de su amigo. Tenía una duda pintada en el rostro. Era de las gordas.
—Anda, suéltalo.
—Es que...
—¿Si?
—¿Seguro que quieres que yo te enseñe, Lina? Sabes que no se me dan muy bien las palabras.
—Ah, no. Nada de echarse atrás ahora, Gourry. Ya lo hemos acordado. Tu me enseñas a detectar enemigos y yo, a cambio, me ocupaba de una comida.
—¿Cómo que de una? —bramó su compañero— ¡Eran cinco!
—¿Seguro?
—Al 100%
Por desgracia, si había algo que Gourry no olvidaba, era la comida. El resto del mundo le entraba por un oído y le salía por el otro pero, cuando se trataba de comida, el mercenario podía recitarte hasta lo que había comido la semana pasada.
La pareja seguía caminando por el sendero, mientras el cielo plomizo se iba haciendo cada vez más oscuro. Las nubes tenían el color grisáceo de la tormenta, pero aún quedaban algunos tonos para que llegara la lluvia. Lina alzó entonces la vista y asintió, decidida. Ahora que el viento había amainado parecía el momento perfecto para empezar con las lecciones.
—¡Muy bien! Estoy lista.
El mercenario le lanzó una mirada confusa. Y ella empezó a temer las palabras que saldrían de su boca.
—¿Para qué?
Efectivamente. Ya no se acordaba.
—¡Para que me enseñes, cretino! Para aprender a detectar a los enemigos.
—¡Ah! Eso. Bien, pues... esto...
El mercenario paró en el sendero. Se podían adivinar cómo sus engranajes mentales chirriaban mientras pensaba, mientras articulaba sílabas silenciosas con los labios.
—Es... como oler con tu vista ¡si, eso! Es como oler con tu vista y estar abierto al peligro —su sonrisa fue ensanchándose conforme hablaba. Parecía hasta orgulloso de su discurso.— Luego, sólo tienes que aprender a oír lo que no está. ¿Lo captas?
La verdad, no sé qué me esperaba, gruñó para sus adentros.
—¿Cómo? Gourry, lo que acabas de decir no tiene ningún sentido.
La alegría del muchacho murió un poquito.
—Ah, ¿no? Pues para mí es muy sencillo.
—Ya —soltó la otra.— Mira así no vamos a ningún lado. ¿Cómo te enseñaron a ti?
Ahí, la sonrisa del mercenario murió por completo.
—Creeme —dijo en tono lúgubre.— No quieres aprender con esos métodos.
Se hizo un silencio extraño, pesado, como el que sigue a un gran estruendo. El chico se removió incómodo y ella leyó las palabras que escondían sus gestos.
—¿Tiene que ver con tu familia?
Él asintió y ambos bordearon el tema. Era un acuerdo táctico, una tregua. Ninguno de los dos eran dados a hablar de su familia y, de igual forma, tampoco mencionaban nunca el tiempo que Phibrizzo los mantuvo separados. Era demasiado doloroso, demasiado crudo.
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El arte de detectar enemigos
FanfictionLina intenta aprender el arte de detectar enemigos. Es una habilidad complicada y, para colmo, su profesor no es otro que Gourry. Tendrá sólo tres días para detectarlo. ¿Será capaz de conseguirlo?