La caída

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—En cuanto llegue el momento, hazlo —le dije a mi mujer después de besarle la frente y dejarla con mi hija detrás de mí. Hice lo que pude por mantenerlas a salvo. Junto a mis camaradas atranqué la enorme puerta de madera con vigas de roble y tres hechizos estáticos. Pero no resistirá.

Los golpes son cada vez más fuertes y mi absurda defensa empieza a ceder. Fuera, gritos guturales y voces roncas celebran la caída, sabían que estábamos aquí, sabían que entrarían. ¿Cómo pudo pasar esto? ¿será acaso por el recorte en los fondos destinados a las reparaciones de los Campos de Trabajo? ¿será que mi rey fue tan estúpido como para declarar y perder la guerra contra su mayor socio comercial, dejándonos a merced del pago de compensaciones de guerra? ¿qué simbolizan estos colores, el rojo y el negro de mi uniforme de cuero? ¿acaso no significaba honor y la ausencia de miedo?

Pues tengo miedo, mucho miedo, no por lo que vendrá, sino por lo que tengo detrás y juré proteger.

¡Pum...! ¡pum...! ¡pum...! se escucha en la puerta, unas vigas de roble rechinan al retroceder en el suelo de piedra de la fortaleza, y otras empiezan a crujir al no soportar el embate de la maza de guerra contra la puerta.

—¿Estaremos bien, padre? —dice mi nena, con una voz llena de incertidumbre y pavor, sus ojos miel no podían evitar cerrarse ante el sonido de los golpes. Tuve que sonreír y mentirle, Mi esposa, mi bella Eira, continúa abrazando a mi niña, enmascarando su llanto con una sonrisa. "Tu padre es el mejor hechicero, estaremos bien" escuché decir a mi esposa, pero ella y yo sabíamos qué sucedería. Mi amor, que mis ojos te digan cuánto lo siento.

Un motín, quién lo diría. Los Teufels rompieron sus cadenas y tomaron la fortaleza y la hicieron suya. No pudimos detenerlos. No recordábamos cómo hacerlo, cien años de dominarlos nos hizo olvidar lo peligrosas que son esas criaturas, olvidamos el miedo a su avance implacable al que nuestros ancestros se enfrentaron.

Cada vez es más frecuente escuchar a mi niña toser, el humo del incendio de la fortaleza empieza a filtrarse por las grietas, ahora nuestras caras y ropas están sucias por el polvo y manchas de hollín que hacían que el vestido blanco de mi nena tenga un aspecto descuidado y gris.

¡Pum!

¡Crack!

La madera cruje, se rompe, y la cabeza de metal de la maza de guerra se asoma desde el boquete que acaba de abrir en la puerta, fragmentos y astillas se esparcen en la sala en una lluvia de caos y miedo. Son animales, nada más que eso. Bestias incapaces de ser cultas, o de tener un idioma complejo como el nuestro, y demasiados estúpidos como para lograr entenderlo. Todos lo saben, el Teufel nació para la guerra, no para crear civilización. Pero aun así lograron poner de rodillas a las demás razas, obligándonos a unirnos para enfrentarlos. ¡Malditos sean! solo los Dioses saben qué habría ocurrido si los dotaban a ellos de la inteligencia que las razas superiores tenemos.

Los remaches de hierro de las bisagras salen disparados de la puerta y esta cede cada vez un poco más. Mi niña grita y mi esposa la abraza y vuelve a mentirle. Junto a mí están mis camaradas, los últimos que quedan en esta fortaleza de trabajo Teufel. Ambos llegaron juntos, enviados por sus familias como muestra de compromiso para con la Orden. Leila, de la Casa Ravenmond, muchacha con la suerte de nacer en cuna de oro, pero con desdicha de morir igual que nosotros; y Víctor de Handel, que vino aquí en busca de llenar el vacío de su estómago, seguramente ahora no desea otra cosa que estar hambriento en la seguridad de su isla.

Desenvaino mi espada ropera, y mis dos últimos compañeros se colocan a mi lado. Según el registro, ninguno de los dos supera los diecisiete años, pero debí mentirles, si hay una posibilidad de salvar a mi niña, debo tomarla. «Van a morir, pero ustedes deciden cómo hacerlo —les dije a mis camaradas después de verlos llorar de angustia en una de las esquinas de la habitación—, ¿Será de rodillas ante el Teufel, o de pie como verdaderos Hechiceros de la Orden de la Legión?».

Cuentos perdidos de Nestáf  DELUXE EDITIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora