Wolf and Tiger. ||「BajiTora Week」

ᴛᴇsᴏʀᴏ ᴀ́ᴍʙᴀʀ.

Día 2: Au Piratas.

La leyenda de las sirenas siempre eran contadas en todos los puertos, describiendo su gran belleza y poderes que poseían, como el de su sangre que si era ingerida obtendrías la inmortalidad, sobre sus lágrimas que eran hermosas perlas, pero había otro rumor sobre el gobernante de tales seres, un gobernante que había asesinado a sus propios hermanos por simple diversión, todos los marineros comprendían que su belleza era peligrosa, porque una vez que caes hipnotizado por una ella te llevará a lo más profundo del mar para devorarte, su instinto asesino era muy feroz. La leyenda de las sirenas no era lo único hablado en los bares, también daban su opinión sobre los piratas, sobre todo del grupo más grande que era imposible de creer, el líder que tenía a su poder a cinco piratas con sus divisiones, un rubio que cualquier otro pirata quisiera evitar por su monstruosa fuerza, cada pirata tenía su propia embarcación, y aunque tenían gran codicia, nunca iban en contra de su líder.

Uno de los capitanes, el capitán de la primera división era un hombre que era temido por su forma de actuar antes de pensar, nadie querría recibir un balazo sin antes ser escuchado, que no pensaba en ninguna consecuencia porque su sub-capitán se encargaba de todo, Keisuke Baji era impulsivo y algo avaro. El haber crecido en un ambiente pobre le hizo querer obtener todo lo que viera, sin importar cual sea el proceso.

La primera vez que vio una sirena, aceptaba que eran muy hermosas, su canto angelical era hipnótico, algunos de sus hombres se rindieron ante ellas causando una gran perdida en su tripulación, esto no le agrado y la capturó a una para que su líder se encargara, sus hombres tenían curiosidad sobre si todo lo que decían de ellas era cierto, como el de sus lágrimas que eran finas perlas. Uno de los hombres de Mikey, no le importaba lastimar a una mujer por lo que comenzó a jalar de su cabello hasta golpearla contra el suelo, no tardo tanto en que llorara y gran cantidad de perlas comenzaran a rodar por la madera, ningún capitán lo detenía, todos seguían observando hasta que tuvieran lo suficiente para quedar satisfechos.

—Piedad...

Comenzó a toser sangre, su cuerpo estaba lastimado, pero aún así ningún hombre se compadecía.

—Tus hermanas se llevaron a muchos de mis subordinados, es una gran pérdida para mi.— El peligro se acercó e hizo un ademán para que se alejaran de ella. —Mínimo debes recompensarme.

La sirena no dudo en revelar sobre lo más valioso que tenía el mar, tras esas palabras todos los presentes se rieron porque era imposible no haberlo encontrado, teniendo años en el océano ya creían haberlo visto todo, pero la sirena seguía insistiendo que era lo más preciado y cuidado por el mismo mar, un ser que puede cumplir cualquier deseo si él desea hacerlo o puedes cumplirlo al arrancarle sus ojos y quemarlo en la noche que haya luna llena.

—El príncipe de los mares, nuestro gobernante...

—¿No era una leyenda para escudarse?— Preguntó el sub-capitán.