Senjuro despertó al crepúsculo, sus cabellos rubios revueltos y aun soñoliento bostezo y se estiro, su buen humor y siesta se esfumaron en un parpadeo al recordar lo que haría.
Le pediría a Tanjiro que lo rechazara como compañero predestinado, aunque era lo que quería y sabía que era lo mejor, aun dolía, mucho.
Aun perezosamente se levantó y camino hacia el baño, solo esperaba que su hermano no hubiera llegado del trabajo aun, aunque aún se preguntaba por qué Tanjiro seguía aquí y sin llegar a mencionar su trabajo, bueno no era que Tanjiro hablara mucho sobre eso, lo podía escuchar a la lejanía.
Hizo su asunto, se lavó la cara y dientes y respiro profundamente para tranquilizar los nervios que lo tenía temblando, antes de salir y caminar por el corredor decidido y sentado.
Tanjiro estaba sentado en la pequeña mesa de la cocina, tenía papeles en sus manos mientras sus hermosos ojos color rubí examinaban su contenido.
Senjuro detuvo su andar, ¿Estaba seguro que era lo que quería? Sería la única forma de encontrar un poco de felicidad y la paz que había estado buscando los últimos años, podría encontrar otro Dom que, si lo quisiera, podría tener los niños que tanto había querido, tendría la casa cliché que tanto había deseado para su vida, era lo mejor, aunque no fuera con Tanjiro quería todas esas cosas y muchas más.
Respirando hondamente se armó de coraje y siguió caminando, Tanjiro alzo su mirada al percatarse de su presencia y Senjuro se sintió flaquear, extrañaría esa mirada poderosa.
— ¿Podemos hablar? — murmuro quedamente, odia no tener el coraje suficiente para no mirarlo a la cara.
Tanjiro asintió con un movimiento corto de cabeza, se veía sorprendido, pero lo invito a sentarse en la silla delante de él, Senjuro se sentó tensamente.
— Se que no eres cociente de que somos pareja destinada — volvió a murmurar jugando con una astilla imaginaria sobre la lisa superficie de la mesa.
— Me gustaría que me rechazaras, para continuar con nuestras vidas — la opresión en su pecho era dolorosa, le impedía poder respirar con normalidad, era casi como un ataque de pánico.
No podía hacer esto, ¿Cómo había sido tan iluso al pensar que podría pedirle esto? Esto sobrepasaba sus límites, su respiración cada vez más difícil, sofocándolo al no llegar aire a sus pulmones, no podía escucharlo decir las palabras.
— ¿Eso es lo que quieres? ¿No tengo nada que decir al respecto? — Senjuro por fin lo miro a la cara, la dulzura en su mirada lo mato, era demasiado amable como para rechazarlo, era el pequeño hermano idiota de su mejor amigo, claro que no iba a rechazarlo, solo lo ataría y lo haría infeliz.
No pudo más.
Se levanto tirando la silla por el fuerte impulso, con lágrimas en los ojos, haría lo mejor podía hacer, huir, huyo hace tantos años y lo volvía hacer, todo para proteger a su corazón.
— Espera — la coordenada la golpeo como un rayo, sus pies, músculos y reflejos no volvieron a obedecerlo, se sentía diferente de la primera vez que utilizo su dinámica en él, se sentía mucho mejor, más auténtico, más natural.
— Mírame — la orden hizo cosquillear su nuca, sus pies obedecieron a su Dom, con pasos temblosos y lentos, dio la cara al hombre que amaba.
Tuvo que cerrar los ojos cuando sintió la pesada mano de Tanjiro acariciar su cabello rubio, después en su mejilla, luego el pulgar en el contorno de su rostro.
— Te amo, siempre lo he hecho, simplemente cometimos errores, ambos, yo no logre descifrar lo que sentía por ti a tiempo antes de que te marcharas y tu no pudiste soportar lo que erróneamente viste en mi — las palabras se filtraban en su dinámica, aplacando y satisfaciéndola como nunca antes.
