Senjuro tomo su maleta de la cinta transportadora colgándola sobre su hombro, no era muy grande, era pequeña y deportiva, solo lo necesario para pasar unos pocos días en casa después de varios años fuera de Japón, Senjuro había tratado de no estar en contacto directo con nadie, ni siquiera con sus padres, no fue hasta la llamada de Kyojuro informándole el mal estado de su madre lo que lo obligó a regresar a su país, pero su deseo era no regresar jamás para no toparse por casualidad a su Dom fallido.
Era bien sabido que Kyojuro y Tanjiro eran tan buenos amigos que lo último que supo de los Doms, fue que ambos habían ingresado a la academia de la policía, siempre siguiéndose el uno al otro, cualquiera pensaría que hasta comparten sus Subs, no estaba para descarte.
Senjuro suspiro, tomando camino hacia la salida del aeropuerto, no había avisado cuando llegaría y mucho menos el horario de su vuelo, así que nadie lo estaba esperando.
Todo lo contrario de la realidad, Kyojuro más grande de lo que lo recordaba estaba parado al final de las escaleras eléctricas con sus grandes brazos cruzados, sonriéndole al verlo.
— ¿Cómo supiste? — dijo Senjuro estupefacto.
— Soy detective de homicidios, no me subestimes — dijo bastante orgulloso su hermano.
Senjuro lo miro con la boca ligeramente abierta ¿Detective de homicidios? ¿Desde cuándo? En verdad se había desconectado de todo lo relacionado con Japón y su familia.
Kyojuro muy amablemente tomo su maleta, era instinto, Senjuro era un sub sin emparejar y Kyojuro era un Dom de su familia era natural que quisiera protegerlo, hasta del peso insignificante de la maleta.
Senjuro no podía creer lo cambiada que estaba la ciudad, los rascacielos parecían más altos, las calles más amplias y las personas mucho más amables, era tan hermoso, nunca penso extrañar tanto su país.
Y de repente su mundo se tambaleo, el suelo retumbo y sus oídos pitaron tan fuerte que creyó se desmayaría.
Sus pasos se detuvieron en seco, no podía creer lo que sus ojos veían, parecía tan irreal, una alucinación del pasado, Tanjiro, su pareja destinada estaba recargado en el capo de un vehículo mientras dejaba caer la colilla de un cigarrillo.
— ¿Qué hace el aquí? — murmuro de golpe, de verdad que no quería escucharse tan a la defensiva, pero jamás pensó cruzarse tan pronto con su peor pesadilla.
Kyojuro lo observo como si estuviera zafado de un tornillo, como si no supiera que eran uña y mugre.
— Es mi pareja — respondió su hermano, mientras seguía su trayecto hacia el vehículo donde se encontraba su amigo.
Senjuro tembló y apretó sus ojos para tratar de no echarse a llorar, no podía, no podía estar en el mismo espacio que su pareja destinada, oliendo su aroma, apreciando su presencia y mucho menos sintiendo el poder de su mirada de comando, el Sub en él se descontrolaría mucho más de lo que ya estaba.
— ¿No vienes? — pregunto su hermano desde atrás del auto, mientras cerraba de cajuela de un solo golpe.
Senjuro respiro hondo unas cuantas veces, antes de abrir sus hermosos ojos como el oro derretido lleno de determinación, si logro superar todas esas tardes que Tanjiro estuvo en su casa hasta altas horas de la noche, sin poder tocarlo, sin poder hablar y sin ni siquiera poder respirar su mismo aire, podía superar un corto viaje en auto.
Si estúpido, pero en ese tiempo no tenías abstinencia dinámica.
— Senjuro — saludo casualmente Tanjiro.
Senjuro simplemente asintió rígidamente en su dirección y sonrió tardíamente, antes de subir al auto lo más rápido sus pies pudieron, entre más rápido terminaran con esto, más rápido podría apaciguarse.