Capitulo 4

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Para cuándo llegó la hora de regresar a casa se sentía un poco más tranquilo, no gozaba de una paz absoluta pero la angustia no estaba invadiendo sus pensamientos cómo lo hacía constantemente.

En cuanto cruzo la puerta de su hogar su madre lo recibió con un beso en la mejilla y una sonrisa cálida.

—¿ Cómo estuvo el día en la escuela hoy, cielo?— cuestionó Mary una vez que se separó de el.

—Estuvo bastante tranquilo, gracias— No había sido por completo cierto pero no quería contarle a su madre cómo terminó llorando e hiperventilando en el piso del baño, ya le había provocado suficientes preocupaciones.

—Ve a guardar tus cosas— le pidió—la comida estará lista en un segundo.

Subió las escaleras y se dirigió a su habitación, pensó que quizás ahí estaría Bladgen esperándolo pero no lo estaba, decidió no darle importancia lo había visto hace apenas unas horas. Arrojo su mochila a su cama y regreso al comedor.

— ¿Papá no comerá con nosotros?—cuestiono una vez en la planta baja, dirigiéndose a la cocina para ayudar a su madre a acomodar la mesa.

—Salió a ver algo sobre el seguro del auto.

—Lamento haber destrozado nuestro viejo auto—habló mientras se dedicaba a colocar unos platos sobre la mesa, para posteriormente sentarse.

—Cielo, no importa el auto—Mary se sentó junto a el y tomo su mano por encima de la mesa—. Lo que importa es que tú estás bien.

—Lo se— Pero en realidad no lo sabía, o más bien no lo creía.

—Anda come—lo animo—.Hare tarta de frutas para cenar, se que es de tus favoritas.

Esa era una de las muchas razones por las cuales amaba a su mamá, porque siempre buscaba una manera para hacerlo sentir mejor y siempre le brindaba una sonrisa cálida sin importar la situación. Recordaba todas esas veces en las que le preparaba pasteles o galletas cuando se sentía enfermo o se raspaba las rodillas mientras jugaba.

Comieron en un silencio cómodo y tranquilo, sonriendo de vez en cuando. Finalmente fue Mary quien habló primero.

—Hablé con la madre de Christian y ella quiere que sepas que no te culpa de nada— reveló.

—Mamá, por favor no— suspiró pesadamente y paso las manos por su cara.

—Solo quería que lo supieras— Tomo la mano de su hijo por encima de la mesa—.Nadie te culpa.

—Eso no lo sabes—repuso en seguida.

—Se que no quieres hablarlo por ahora, pero algún día tendrás que hacerlo—Apretó suavemente su mano y le sonrió—.Cuándo estés listo.

—Gracias—Fue todo lo que dijo antes de terminar la conversación y comenzar a levantar la mesa un poco apresurado, no quería tener esa conversación y definitivamente seria inevitable si se quedaba.

Una vez que termino de ordenar todo se dirigió a su habitación, la cual había sido su refugio desde ya hace algún tiempo.

—Así que te gusta dibujar— Fue lo primero que escucho cuando abrió la puerta y no pudo evitar sobresaltar se.

—Dios mío me asustaste— se llevó una mano al pecho algo asustado.

— Pensé que ya estabas acostumbrándote a mi presencia.

—Bueno pero a veces eres cómo un gato—Se arrepiento al instante, acababa de decirle a un ángel que además le había salvado la vida que era cómo un gato ¿Porque tenía que ser tan malditamente irrespetuoso?—. Me refiero a porque eres sigiloso y de repente a pareces de la nada y te vas de la misma manera, no quise ser grosero ni mal agradecido, lo siento.

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