CASA DE LOS PERRY, 6:30 A.M

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En el salón de la casa, se encontraban los tres miembros de la familia Perry sentados en una posición similar a la de la noche anterior.

-Vamos Neil, habla.- le ordenó su padre.- Te estoy dando la oportunidad de expresar lo que realmente deseas hacer con tu vida y, esta vez, prometo no reñirte.

Neil miró a su madre, quien asintió, invitándole a confiar en su palabra.

-Pues...Quiero terminar mi último curso en el instituto Welton y después ingresar en la universidad de arte dramático.- pudo confesar al fin.- Mi sueño es ser actor.

-Serás consciente de que en el mundo del escenario muy pocos llegan a triunfar de verdad,¿no?, y los que lo hacen, no tienen fama de hombres y mujeres de bien.

-Lo sé, papá. Aún así, prefiero vivir siendo criticado constantemente pero dedicándome a lo que amo que vivir siendo respetado por todos pero infeliz por dentro, al no haber sido yo quién decidiera esa vida.

Esas palabras calaron fuerte en el padre, ya que recordaba como su propio padre le negaba la opción de estudiar medicina porque no tenía fe en su inteligencia y él siempre hizo lo que le ordenó. Conocía en sus propias carnes lo que era que tus seres queridos pisotearan sus sueños, y el darse cuenta de que le estaba haciendo lo mismo a su hijo, le enfurecía.

-Hijo.- habló la madre.- Disculpanos por no apreciar tus sentimientos como deberíamos haber hecho.

-Está bien.- aceptó a regañadientes el señor Perry.- Tú ganas, podrás volver al instituto Welton y estudiar lo que realmente deseas.

Neil no pudo contener la felicidad y se levantó de un salto para abrazarlo.

-¡Gracias, gracias papá! No sabes lo mucho que he esperado este momento.

El padre no supo cómo reaccionar ante ese gesto de cariño, casi no recordaba la última vez que su hijo le había abrazado con tanto amor. Una lágrima no pudo resistir en salir de su ojo.

-¡Oh, mis amores!.- la madre emocionada se unió al abrazo.


Más tarde, padre e hijo se encontraban en su coche rumbo al instituto.

-Por cierto Neil, debo ponerte una condición.-dijo el padre.

-¿Cuál?.- Neil tragó saliva, temía que su lado de padre incomprensivo regresara.

-A partir de ahora, tendrás una habitación para tí solo. Ese compañero con el que compartes cuarto...¿cómo se llamaba?

-Todd Anderson

-Sí,ese. No pienso que sea mal muchacho, pero no me fío mucho de sus... instintos. En cuanto lleguemos, se lo comentaré al director y seguro que no pone pegas.

-De acuerdo.- no podía oponerse sin levantar sospechas sobre sus mismos instintos. Ya mucho esfuerzo le había costado que aceptara su faceta de actor, no iba a presionarle ahora con su "desviación" amorosa.


Tal y como dijo su padre, el director aceptó la petición, Neil se encaminó a su antigua habitación a recoger sus cosas, lo que implicaba ver a Todd, lo que le producía sentimientos encontrados. Por un lado, se moría de ganas de verlo de nuevo, sin embargo, tendría la necesidad de contarle todo lo sucedido y no podría desahogarse sin llorar.

Por el camino se topó a Charlie.

-¡Eeh, Neil! ¿Cuántos azotes te has llevado esta vez? ¿Puedo ver cuánto rojo te lo ha dejado?.- bromeó y se abrazaron.

-Para tu decepción, ninguno.- Charlie dejó escapar un "oh" de desilusión.- De hecho,por fin me ha dado permiso para estudiar arte dramático.

-¡¿En serio?!.- volvió a abrazarle más fuerte,a los segundos se separaron y le agarró de los hombros.- ¡Eres increíble, chaval! Vas a poder cumplir tu sueño, el señor Keating estará muy orgulloso de tí, tu Carpe Diem va a durar mucho.

-Sí, en cuanto lo vea le comunicaré la buena noticia.-la sonrisa de Neil comenzó a perder intensidad, cambio que notó su amigo.- Por cierto...

-No ha salido de su cuarto todavía.- no hacía falta mencionar su nombre para que Charlie supiera en quién estaba pensando. Hacía algún tiempo, Neil le confesó que sentía algo por el nuevo, y él, como buen mejor amigo, le mostró su apoyo.- Ayer se fue a dormir muy preocupado, creo que de verdad le importas.

Esa información le hizo sentir mariposas en el estómago, le gustaba la idea de que Todd pensara en él, pero igualmente le molestaba que por su culpa estuviera mal.

-Gracias Charlie, nos vemos en clase.

Se despidieron y Neil avanzó hasta colocarse delante de su ex puerta, sin atreverse siquiera a agarrar el pomo, por suerte, ni eso tubo que hacer, un boquiabierto Todd ya la había abierto por él.

-Buenos días.- intentó decir con total naturalidad.

Un final alternativo de " El club de los poetas muertos "Donde viven las historias. Descúbrelo ahora