ɴᴇxᴛ ᴅᴏᴏʀ ᴄʜᴏɴɪ

38.

Cuando tenía sesenta y ocho años, para Toni y para mi ni había mayor alegría que engreír a nuestros nietos. Jorge, el mayor, amaba molestar a sus primas pequeñas, Emma y Kenzie. Por otro lado, el hermano de Jorge, Noah y la hija de River, Nia eran inseparables.

Toni, por su parte, era la abuelita tierna que presentan en todos los cuentos. Su pasatiempo favorito era hornear galletas para cuando ellos llegaran de visita, ya darles dinero a escondidas como si fuera droga.

Yo, en cambio, me consideraba una abuela más cool. Permitía a mis nietos comer el postre primero, jugar afuera cuando llovía y les contaba historias de terror a los más grandes.

Nuestros hijos nos reprochaban por aquello, pero Toni y yo éramos felices con esos niños, y eso era todo lo que importaba.

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