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Cuando tenía setenta y cinco años, Betty vino a almorzar con nosotras una tarde.

Cuando regrese de la cocina con los platos en las manos, Betty sostenía un cuadro en sus manos, una sonrisa extendiéndose por su rostro.

-Déjame ver -pedí, mientras Toni me ayudaba a poner la mesa.

Betty giro hacia mí el cuadro, y pude ver aquella foto tomada en mi cumpleaños, cuando Toni y yo nos conocimos.

-Choni forever -susurró mi amiga, mientras ponía el cuadro en su lugar.

-¿Que dijiste? -intervino Toni.

-Oh. Choni forever. No debiste escucharlo, lo lamento.

-¿Y eso es...? -pregunte divertida.

–Ch-eryl. T-oni. Es Choni -río.

-Estas demente, Betty -mi esposa y yo reímos con ella.

-Lo supe desde ese día, ¿sabes Cheryl? Me di cuenta de todo en el momento en que te quitaste ese disfraz de princesa y se lo ofreciese a ella, pese a que yo lo había querido toda la tarde.

Abrí la boca para refutar, sorprendida de la memoria de Betty.

Ella me sonrió.

-Sin rencores. De todos modos, yo fui una Cenicienta espectacular.


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ɴᴇxᴛ ᴅᴏᴏʀ  ᴄʜᴏɴɪDonde viven las historias. Descúbrelo ahora