𝚁𝚎𝚎𝚖𝚙𝚕𝚊𝚣𝚘 | 𝙺𝚒𝚖𝚎𝚝𝚜𝚞 𝚗𝚘 𝚢𝚊𝚒𝚋𝚊

「 Tomioka Giyū 」

Tras completar una ardua misión, la primera parada que el Pilar del Agua hizo fue en la finca mariposa buscando que la dueña de la misma atendería las pocas heridas que se llevó en batalla, claramente él podía pero últimamente el tacto de las delicadas manos de la menor se convirtió en un vicio el cual sin duda buscaría aún con la excusa más tonta en boca.

—Permiso. . .

Con esa palabra vagando en el aire abrió la puerta que daba a la oficina de la joven Pilar, la cual estaba acomodando unos papeles hasta que su mirada se topó con la del azabache. Se cuestionó el porqué se encontraba ahí si a simple vista se encontraba intacto, lo único que se le vino a la mente es que el señor Oyakata la había solicitado para una misión junto con él. Haciéndose la idea dejaría los papeles sobre su escritorio lista para abandonar la habitación pero que el chico no se quitara de la puerta le hizo reflexionar, probablemente nada más vino para molestarla.

—¿Qué te trae por aquí, Tomioka? —Ligeramente ladeó la cabeza a la vez que esbozaba una sonrisa.

Los orbes azules del más alto inmediatamente se dirigieron a las pequeñas manos de la chica, lo cual llamó la atención de la susodicha e hizo que le volviera a preguntar el motivo de su visita. No respondió, simplemente fue quitándose el haori y antes de darse cuenta aquel tacto que tanto anhelaba se hizo presente en su mejilla izquierda al mismo tiempo que varios insultos resonaron en la oficina.

—¡¿Qué crees que haces, idiota?! Vienes a hacerme perder el tiempo, ¿y ahora te me insinúas? Eres un grandísimo tonto, ¡¿qué te hizo creer que querría algo así contigo?! Tonto, baboso. . .

—No. . .—Antes de defenderse llevó su mano dominante a la zona donde recibió aquel golpe, repasando esa acción no le disgustó del todo e inevitablemente soltó un pequeño suspiro antes de sonreír.— Como sabes tuve una misión y recibí algunas heridas, si me quité mi haori era para mostrarte donde están.

—Idiota, se avisa primero, vamos. . .

En silencio caminaron por la finca hasta estar dentro de la enfermería: mientras el joven tomaba asiento en una de las camillas la dueña del lugar fue a buscar lo necesario para atender a su compañero. Con todo en mano volvió a estar frente al mayor, para mayor eficiencia tuvo que posicionarse entre las piernas de éste lo que provocó el nerviosismo del joven.

El trabajo que estaba realizando la médico iba en serio, había localizado varios rasguños en el cuero cabelludo del chico por lo que estuvo trabajando varios minutos en dicha zona; pero Giyū estaba a lo que vino, la calidez del tacto ajeno hizo que se desconectara de la realidad, sentir como las piernas de la chica rozaban con las propias le colorearon las mejillas de un leve rojo e inconscientemente sus manos fueron alzándose hasta tomar con firmeza la cintura de la Pilar.