Capítulo 6

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Si alguien me hubiera dicho hace ocho meses, que dejaría mi vida de lado para trabajar todo el día haciendo papeleos y recados. Lo hubiera golpeado.

Ahora estoy viendo la realidad de las cosas. Son las 5 de la mañana y ya me encuentro en la oficina, la verdad a sido una semana estresante, con la nueva apertura de la cadena de hoteles, no tenemos tiempo casi para nada. De entre ir y venir, entregar, ordenar, etcétera. Se me iba el día, cuando me daba cuenta ya era de noche. Ni siquiera me acordaba para desayunar o almorzar o cenar. En eso...... Jungkook me estuvo trayendo la comida cada vez. El desayuno, el almuerzo y la cena. Yo no tenia cabeza para nada, pero él se daba tiempo para traerme algo, y eso que él estaba más ocupado que todos nosotros. Aún así él trabajo es muy duro, y las horas de dormir muy cortas.

Pero tengo un propósito, y necesito el dinero. Así que no me queda más que aguantar. Hoy por suerte es sábado y ya no falta nada  para que este día acabe, aunque no se que hora es, pero quiero ser positivo de que ya va a terminar. Todos aquí lo esperamos.

Termino de ordenar todos los documentos, los apartó. Ahora me pongo haber la agenda de Jungkook, tiene varias citas la siguiente semana para gestionar todo y cerrar las contrataciones para los hoteles.  Seguía tachando los menos importante, cuando sonó el teléfono.

—¿Señor?

—Park, ven a mí oficina.

—Enseguida.

Uh. Espero que no haya hecho nada mal. Lo último que quiero es que me haya equivocado enormemente y ahora tengo que corregir todo de nuevo. Sería un infierno. Ahora que lo pienso los papeles para la muebleria, creo que en ese me equivoque. Por favor, quien sea que este arriba apiadate de mi, y que no me despida.

Respiró hondo y tocó la puerta.

—Adelante.

Entro rápidamente, cerrando los ojos.

—Señor, disculpe. Lo puedo volver hacer todo de nuevo, no hay ningún problema soy una maquina de escribir.—Lo dije tan rápido que me quede sin aire.

—¿De qué hablas?.—Abri los ojos lentamente, y lo vi juntando las cejas. Ups, creo que metí la pata.

—Nada, Señor.—Traté de mejorarlo.—¿Para qué me solicitaba?

—He notado que estas saturado de trabajo.—Ni que me lo diga.—Ten, esto es para tí.—Señaló la mesa. Casi me atragante con ver todo lo que había ahí. No sabía que tenía hambre hasta que vi todo eso.

—¿Es enserió?

—Sí.

—Pero, Señor...

—Solo acéptalo, Park.—Se inclinó.—, es una recompensa por todas las horas que has trabajado.

—Gracias, pero usted es el que me ha llevado comida toda la semana, así que ha hecho mucho por mi, Señor. —Vi que alzaba una ceja, y....Sonrió de una manera traviesa.

—Lo sé, pero esta vez has hecho más cosas.—Se levanto, camino hasta su escritorio apoyándose.—Sólo disfrútalo.

—Muchas gracias.—No me hice de rogar, me senté en el sofá, vi todo desde arriba, no pude evitar mirarlo.—Señor...

—¿Sí?

—¿Puede comer conmigo?.—volvió a levantar una ceja.—No me malentienda, es solo que es demasiado para mi.—los dos nos quedamos mirandono, no dejaré que esta vez gané.—Por favor.

—Está bien.

Se sienta al frente mío. Al principio los dos comíamos callados, nadie hablaba nada, la verdada estaba nervioso. Si bien siempre me llevaba la comida a mi escritorio jamás me había pedido que como en su oficina y obviamente tampoco que él almuerce conmigo.

El Chico del CallejónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora