❝ ¿Me amarás? 𝄄 𝑩𝑻𝑺 ❞ (#2) ~Serie amarte

Cuando Jungkook conoció a Hoseok.

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Ambos compartieron una mirada cómplice y Hoseok suspiró.

──Nacimos en el castillo, mis padres trabajaban en la limpieza y los de Jungkook eran sastres. ──El menor asintió──. Pero de pequeños salíamos a jugar al jardín y Yoongi se acercó a nosotros a escondidas de sus padres.

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La pelota fue golpeada con gran destreza, haciendo que llegase hasta la pared y rebotase al suelo. El sonido de los golpes alertó a la mujer, que cansada del ruido traspasó la puerta de madera y se acercó al pequeño cachorro.

──Jungkookie, si quieres jugar será mejor que lo hagas en silencio, alguien podría verte ──susurró, arrodillándose a la altura del cachorro.

Este esbozó un puchero, pero tuvo que asentir porque se conocía demasiado bien las reglas del castillo. Si querían seguir con vida, nadie debía saber que sus papás habían tenido un hijo allí dentro.

──Perdona, mamá ──murmuró el pequeñín, obedeciendo al tomar el balón para dejar de jugar.

La mujer, entristecida por no poder darle una mejor vida a su pequeño, acarició y besó su cabeza.

──¿Quieres ayudarme a cortar la tela para el rey? ──preguntó, sabiendo que eso lo animaría.

En seguida el cachorro de siete años saltó de alegría. Eran pocas las veces que sus papás le dejaban ayudar porque podría estropear la tela o la confección, y los reyes debían obtener un trabajo perfecto. Sin embargo, aquella vez se le permitió sostener la seda tras lavarse las manos.

A Jungkook le gustaba el trabajo de sus padres, sobretodo cuando podía tocar los materiales suaves y costosos. Por eso dejó el balón en el lugar donde estaba y salió corriendo tras la omega, cerrando la puerta y camuflándola tras los arbustos.

Aquel lugar era privado, uno de los tantos secretos de palacio. Todo el mundo sabía que al rey no le parecía bien que los sirvientes tuvieran y criasen niños dentro del castillo, así que el matrimonio Jeon se había esforzado muchísimo porque nadie viese a su pequeño por allí.

Sin embargo aquel día los planes del destino eran otros.

Jungkook alcanzó a escuchar el sonido de la pelota impactar contra la pared más allá del muro de arbustos y madera. Se suponía que nadie conocía ese pequeño lugar, compuesto por un estanque, una caseta de ramas y hojas y unos muros de corteza de cerezo. Por eso sintió curiosidad de saber quién era el intruso.

Antes de que la omega pudiese hacer nada, el pequeño soltó la seda dorada y corrió en dirección a la puerta.

──¡Jungkookie!

Para cuando le llamó, ya era tarde.

Un pequeño de nueve años sostenía su balón con el pie, mirando al recién llegado. Jungkook advirtió por su ropa mojada y el olor a jabón que debía pertenecer al área de limpieza, o al menos sus padres.

──Eso es mío ──murmuró, señalando el balón.

Su madre se quedó petrificada tras él. ¿Otro niño?, ¿a quién pertenecía?, ¿por qué conocía ese lugar?