𝒊𝒍𝒖𝒔𝒊𝒐𝒏 | 𝘮𝘪𝘯𝘴𝘶𝘯𝘨 |

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ｊｉｓｕｎｇ

Es muy difícil.

Por un par de días seguí los consejos de mis amigos; entre esos estaban algunos como: no salgas tanto con él, conoce más personas, fíjate en sus defectos y, sobre todo, deja de torturarte viendo como es feliz con alguien más. Creo que la última es de las más difíciles.

Es complicado de explicar. No quiero alejarme de él, aunque tampoco quiero estar tan cerca, porque cuando lo estoy, termino herido de alguna manera. Y sé que él nunca me heriría de manera consciente, pero es imposible no querer huír y desaparecer de la faz de la Tierra cuando lo veo ser feliz con alguien más frente a mis ojos. Quiero que sea feliz, claro, es solo que, me gustaría serlo junto a él.

Era sábado, un día que podría estar usando para descansar de la pesada semana llena de tareas y aburridas responsabilidades que un pobre chico de diecisiete años tenía pero que, en lugar de estar en mi cama restando capítulos que tenía pendientes por ver de mi serie favorita, estaba en camino a la estúpida escuela porque hace unos meses dejé que mis igualmente estúpidos amigos me convencieran de unirme al club estudiantil junto a ellos y ahora teníamos que estar encerrados en un salón sin aire acondicionado con el calor de primavera tratando de planear un evento del que ni siquiera estaba tan interesado como para saber de qué trataba.

Encontré un estacionamiento libre justo cuando terminaba la canción que iba escuchando. Era una de esas que hablaban de desamor y traiciones y con la cual lloraría en una de esas malas noches pero, también  me pone de buen humor cuando no tengo nada de lo qué estar lamentándome, como lo es hoy.

Iba ocupándome de mis propios asuntos —eso significaba que hablaba conmigo mismo mentalmente—, cuando sentí un fuerte golpe en mi espalda que me hizo tambalear. Estaba tan concentrado en tonterías que no me había percatado que el equipo de fútbol estaba practicando, y su balón golpeó mi espalda, y yo sentía que iba a morir de la vergüenza cuando terminé en el suelo. Lamentaba mi propia existencia con la cabeza baja y aún sin levantarme del piso hasta que escuché una voz masculina acercándose por mi espalda.

—¿Estás bien? —preguntó el chico. Parecía ser sólo un año mayor que yo y me parecía muy familiar su rostro.

Era alto y de cabello negro y su cuerpo era claramente el de un deportista. Era bastante guapo, debo aceptarlo y eso sólo hacía esta situación más vergonzosa.

—Lo siento mucho, fue mi culpa —extendió su mano para ayudar a levantarme y yo acepté.

De repente me sentí atrapado en un gran cliché. Solo faltaba que llevara unos libros en mis manos, que los hubiera tirado con el impacto, que el me ayudara a recogerlos y que nuestros ojos se conectaran y comenzara una grande historia de amor.

—¿Dolió mucho? —preguntó. Me tomó por los hombros y con sus ojos marrones me recorrió de pies a cabeza.

—No, no duele tanto como crees —sus manos seguían sosteniéndome y él seguía observándome con firmeza. Comenzaba a sentirme incómodo—. Estoy bien, en serio.

—Dime que puedo hacer para recompensarte —dejó las palabras en el aire porque estoy seguro de que se dio cuenta de que estaba siendo bastante invasivo con un completo desconocido.

—Jisung —completé. Tomé sus manos y las quité de mis hombros mientras daba suaves palmaditas—. Y no tienes que hacer nada. Estoy acostumbrado a avergonzarme.