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minho

Fue increíble la cantidad de veces que escuché a Jisung repetirme lo mucho que le había gustado la cena que preparamos en el aniversario de mis papás y que moría por poder comer algo como eso otra vez. Por esa razón, dos semanas después de esa noche, estaba en la cocina tratando de recrear la receta y rogando a los cielos que el resultado fuera igual de bueno que en el primer intento. No era como si la cocina fuera mi más grande especialidad, pero haría lo que fuera para darle un buen rato a Jisung, aún más cuando su cumpleaños estaba a sólo días.

—Huele bien —la voz de Minjee se escuchó a mis espaldas. Se acercó a donde estaba la comida que había estado preparando y metió su mano al plato. Fue suficiente un golpe en su mano para hacerla alejarse—. Tengo hambre, dame un poco.

—No, es para Jisung —le dije—. Iré a visitarlo y le llevaré de ésta comida que está podiendo hace mucho.

—¿Y qué? Se ven literalmente todos los días, puedes dársela mañana en la escuela y, mientras tanto, no dejas que tu hermana muera de hambre.

—Pide algo porque no vas a comer de esto.

Puso sus ojos en blanco antes de sentarse en la isla de la cocina. Se entretuvo con la pantalla de su celular y no pude evitar sentirme como un idiota desconsiderado cuando dejó de insistir. Serví comida en un plato y lo puse frente a ella. La manera en la que me sonrió me hizo sonreírle también.

—Por cierto, ya está arreglado eso que me pediste —dijo, antes de llevar un pedazo de carne a su boca—. El lugar está lindo.

—Bien, gracias. Aún está abierta la oferta para que me acompañes.

—No, está bien. Tengo una cita con mi novio ese día.

Ignoré por completo el hecho de que sus ojos se iluminaron al mencionar a ese chico. Era lindo verla siendo feliz.

Sin decir nada más, puse el resto de la comida en un traste con tapa, saqué un par de jugos de ponche de frutas del refrigerador y me preparé para salir de casa, no sin antes despedirme de Minjee.

—Gracias por apoyarme, hermanita —dejé un beso en su cabeza para molestar y recibí un golpe en el abdomen como respuesta—. Sigue sin doler.

—Vete a la mierda.

No tardé mucho en llegar a la casa de Jisung. Me recibió él mismo con la pijama que usaba después de la escuela y el cabello desordenado, probablemente por estar recostado por mucho tiempo. No me esperaba, pero aún así me sonrió y me dejó pasar al instante.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Jisung—. No me lo tomes a mal, es sólo que no esperaba verte.

—Vine a traerte esto —alcé la bolsa con los trastes que contenían la comida y el par de cajas de jugo a un lado—. Era momento de cumplir ese capricho tuyo.

—No es un capricho, Minho. De verdad me gustó mucho y quería comerlo otra vez —la sonrisa que estaba en su rostro hacía que todo valiera la pena. Tomó la bolsa y me empujó con el hombro—. Gracias.

—No es nada. Tómalo como un adelanto de tu cumpleaños.

Volteó a verme al instante. Sus ojos entrecerrados mostraban que empezaba a sospechar.

𝒊𝒍𝒖𝒔𝒊𝒐𝒏 | 𝘮𝘪𝘯𝘴𝘶𝘯𝘨 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora