#05

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El mayor sonrió cálidamente y se acercó para depositar un pequeño beso en los labios de Jungwon, confundiéndolo completamente y provocándole una risita nerviosa. Ambos sabían que estaban solos y que Jay era un peligro en potencia, pero no quedaba otra cosa que confiar en él. Cuando ambos se encontraban a solas, al menor le resultaba imposible resistirse a los encantos de aquel "vampiro", menos viendo lo arreglado que estaba y el perfume que estaba usando.

– Si sabía que te lo tomarías tan en serio, me hubiera puesto un poco de colonia.

– Eso arruinaría tu aroma natural, Wonnie.

– ¿Qué clase de aroma natural? –preguntó Jungwon con sus ojos cerrados, relajándose ante las palabras coquetas de su compañero.

– Dulce, tentador... – Jay se acercó más para poder deleitarse con aquel aroma tan adictivo que despertaba sus instintos, sin darse cuenta cómo su cuerpo cambiaba.

Cuando el pelinegro abrió los ojos, se sorprendió al ver la apariencia del mayor, pero no se intimidó como antes, al contrario, intentó observarlo con cuidado, con curiosidad.

Su piel era ligeramente más clara y sus venas se podían distinguir de forma exagerada. Sus ojos tenían un color grisáceo y de entre sus labios sobresalían unos grandes colmillos. Aquella vista que debía ser atemorizarte le resultaba hermosa.

Levantó una de sus manos para acariciar con la punta de sus dedos las venas que sobresalían ligeramente del cuello de Jay, marcando un camino hasta sus mejillas y logrando robar una sonrisa de sus labios, mostrando así sus prominentes colmillos blancos. Jungwon aprovechó para acariciar los labios sonrientes del mayor y atrayéndolo para poder conectarlos con los suyos en un beso tranquilo y dulce al que el moreno correspondió.

– Antes me dabas miedo, pero ahora que te tengo cerca... Quédate así.

– Pero si me quedo así, es peligroso...

– Está bien, puedo soportar lo que sea.

Ambos sonrieron. Jay se recostó sobre Jungwon y estuvieron abrazados por un buen rato mientras el mayor dejaba tiernos besos sobre sus mejillas y su cuello. Ciertamente aquel chico era de corazón dulce, aunque su apariencia y su comportamiento a veces dieran la impresión contraria.

El aroma que desprendía Jungwon era como una dulce condena para Jay, el pobre no podía reprimir por mucho tiempo sus instintos animales al tenerlo tan cerca. De pronto el sentir su respiración le hizo querer besarlo, y no pensaba quedarse con las ganas, así que levantó un poco su cuerpo para tener mejor contacto visual con el menor. Al ver que él le dedicaba una sonrisa, se atrevió a juntar sus labios nuevamente, pudiendo sentir los delgados brazos de Jungwon rodeando y acariciando su espalda.

Aquella conexión no era como cualquiera de las anteriores. Sí, se deseaban. Sí, morían por estar uno con el otro a un nivel más íntimo, pero no querían apresurar nada, simplemente estaban dejándose llevar por el momento.

Cuando sus miradas retomaron el contacto, Jay se encontraba sonriendo con sus colmillos grandes expuestos y por consecuencia, el menor soltó una pequeña risa.

– ¿De qué te ríes?

– Nunca creí que llegaríamos a esto y que me enseñarías esta forma tuya. –confesó Jungwon desviando la mirada.

– Aún hay mucho que quiero enseñarte.

Y el vampiro volvió a tomar los labios ajenos, pero esta vez profundizándolo. Las piernas de Jungwon habían cedido ante el contacto de las manos del menor que pedían un espacio para su cuerpo entre ellas. Sus manos se aferraban a la camisa del mayor que tomaba control de sus labios como si fuese a morir sin aquel toque.

Poco a poco sus cuerpos buscaban más que un beso apasionado. Necesitaban calor, contacto real y fue el menor quien se encargó de comunicar aquella necesidad a su compañero, cortando el beso para poder ver su expresión en el momento preciso en que se disponía a desprender cada botón de la camisa de Jay. El mayor sonrió ligeramente avergonzado ya que sería la primera vez que le mostraría su cuerpo desnudo, pero toda vergüenza lo abandonó cuando las cálidas manos de su menor comenzaron a deshacerse de la prenda mediante el contacto con su piel. Una vez que el menor había terminado la tarea, el vampiro se dispuso a levantar la playera del otro lentamente, bajando para hacer un camino de besos hasta su pecho. Jungwon se estremecía con cada roce de los labios ajenos en su abdomen, lo que resultaba en una respiración cada vez más irregular.

Con ayuda del pelinegro, Jay pudo terminar de desnudarlo por completo, en muy poco tiempo. Ahora el único que llevaba ropa cubriendo sus partes bajas era el mayor, pero este había quedado fascinado por la imagen que tenía debajo de él.

– Apaga las luces. –Jungwon, el chico más frío que conocía estaba tan avergonzado de su desnudez que se había cubierto la cara con las manos. Al ver aquello, Jay no pudo evitar sentir ternura y sonreír, acercándose para besarle los dedos.

– No quiero... Déjame verte. –lentamente, apartó las manos del chico de su cara, contemplando su sonrojo y besando cada parte de su rostro con dulzura, menos sus labios. Fue Jungwon el encargado de hacer posible el beso restante.

– Eres un idiota.

– Lo sé.

Jungwon decidió dejar la timidez de lado y cambió la posición, sentándose sobre el mayor y sonriendo pícaramente. Entonces fue cuando pensó que sería divertido tomar una pequeña venganza contra el mayor. Se acercó en cuanto Jay cerró los ojos y mordió con fuerza su cuello, para luego succionar sobre su piel. Besaba y lamía aquella zona mientras sus manos acariciaban el tonificado cuerpo del mayor. La respiración de Jay se tornaba más acelerada con cada acción de su menor. Ese chico excitaba al vampiro por completo, tanto que sentía cómo se ponía más y más duro dentro de sus pantalones.

Las traviesas manos de Jungwon fueron a parar justamente a la zona sensible del mayor, comenzando a frotar aquel bulto sobre la tela, haciendo suspirar al chico. Cuando se separó de su cuello, efectivamente la marca que había dejado seguía ahí, no había desaparecido.

SWEET BLOOD ; jaywonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora