LA NUEVA ERA #PGP2025

CAPÍTULO 20. VERDADES ENTERRADAS

En una pequeña iglesia de paredes blancas, el aire estaba impregnado de una quietud casi palpable. Cuatro robustos pilares, desgastados por los años, se erguían con solidez, sosteniendo una bóveda elevada que dominaba la zona del altar. La luz que se filtraba a través de los vitrales, aunque tenue, iluminaba de manera suave las bancas de madera que se alineaban a ambos lados del pasillo central. Los bancos, gastados por el uso, resonaban con los ecos de un pasado lleno de rezos y murmullos.

El altar, sencillo pero imponente en su pureza, parecía ser el corazón de aquel espacio. Sin embargo, lo que llamaba la atención de inmediato era el vitral roto que adornaba la entrada. La imagen de la Virgen María, antes llena de colores vibrantes, ahora estaba hecha pedazos, sus fragmentos esparcidos por el suelo como si una fuerza invisible hubiera quebrado la serenidad del lugar. A través de los cristales rotos, se veía claramente la cara serena de la Virgen y el cuerpo pequeño del niño Jesús, ahora distorsionados por la rotura. La luz entraba en hilos de colores, creando sombras fragmentadas que danzaban por las paredes blancas de la iglesia.

En el centro de la nave, el grupo estaba reunido, todos atentos y en silencio. Sus rostros reflejaban una mezcla de incertidumbre y concentración. Julen y Paige estaban de pie junto al ambón, el espacio que normalmente habría estado ocupado por un sacerdote, como  si la misa iba a comenzar, no era así; la reunión estaba a punto de iniciarse.

—Antes de empezar prefiero que no me interrumpáis . Si tenéis preguntas, dejadlas para el final ¿de acuerdo?—la voz de Julen resonó con firmeza.

Todos asintieron, y Julen prosiguió.

—Hay varias preguntas que rondan en sus mentes, pero la más inquietante es, sin duda, la de sus poderes. Nosotros los descubrimos gracias a un Chupasangre llamado Dylan, en la ciudad de Madrid. Al parecer, estos Chupasangres se agrupan en una estación de metro en Tarragona, y con ellos está una científica llamada Nora, que trabajaba en la empresa PrimaCell. Parece que un experimento salió mal y la exiliaron aquí, creyendo que había muerto.Y aquí viene lo más jodido: todos morimos en esos experimentos. Firmamos voluntariamente, creyendo que salvaríamos vidas, o simplemente porque necesitábamos el dinero, y lo único que conseguimos fue terminar enterrados en este país en ruinas tras la Edad Oscura. Si la empresa PrimaCell hubiera sabido los efectos secundarios de la radiación combinada con el antídoto, no estaríamos teniendo esta conversación.

Dylan nos dijo que los poderes pueden clasificarse en tres tipos: psíquicos, físicos o de energía sensorial. Los Chupasangres sólo tienen poderes que afectan su estado físico, como supervelocidad y superfuerza, o ambos. Los poderes mágicos, como los nuestros, son más difíciles de entender. Fueron sus palabras. Y a cambio de esa información, lo único que quería era beber nuestra sangre, especialmente la de Paige.

Esto sucedió hace dos semanas. Dylan nos dijo que si queríamos más respuestas, fuéramos a ver a Nora, que ella nos las daría.

Durante el trayecto hasta Alcanar, comenzamos a descubrir nuestros propios poderes. Al llegar a este pueblo, decidimos quedarnos y no seguir buscando respuestas. Nos enamoramos del lugar, a pesar de que la mayoría de las casas estaban destruidas por las bombas. El mar nos brindó una paz indescriptible. Así que decidimos quedarnos hasta el final de nuestros días. No queremos volver a la sociedad corrupta que existe fuera. Están invitados a quedarse con nosotros si queréis. ¿Preguntas? —terminó Julen.

—¿Cómo es que estamos muertos? —preguntó Drew.

—Así es. Los experimentos salieron mal, morimos y dejaron nuestros cuerpos aquí en España. La radiación provocó una mutación en nuestras células, y eso nos devolvió a la vida —respondió Julen.

—¿Y tenemos que creernos lo que nos estás contando, o lo que ese tal Dylan os dijo? —Drew alzó la voz, visiblemente desconfiado.

—No, podéis creer lo que os apetezca —Julen respondió, manteniendo la calma.