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- ¿Por qué tuve que usar mi habilidad en un lugar público? - se quejo en su mente al ser llevada por una chica peliblanca a su nuevo instituto.
Ella estaba contenta dónde estaba, contadas eran las veces que usaba su habilidad y evitaba hacerlo en lugares públicos.
Pero ese día, sin motivo alguno, la uso en una calle donde había gente alrededor. Creyó que nadie la vió, pero unos minutos después cuando la peliblanca la detuvo y se le fue la esperanza de pasar desapercibida.
La chica presentada como Tomori Nao, quien la llevaba sujeta del brazo, se detuvo frente a una estructura que aparentemente era el dichoso instituto para adolescentes con habilidades.
Se adentró ordenando seguirle a la arrepentida chica. Le mostró dónde se quedaría temporalmente, le dió un recorrido por toda la zona pasando por salones y cafetería, hasta llegar a la sala del Consejo Estudiantil dónde estaban un par de chicos más.
- Bien, te unirás al Consejo Estudiantil. - le soltó las palabras en cuanto entró por completo.
- No, gracias. - le habló sin intereses por el tema.
- Oh, lo siento. No era pregunta - le dijo con una sonrisa que espanto un poco a la chica, pero luego entendió.
No había vuelta atrás, el precio de haber usado su habilidad en público fue un cambio de escuela, hogar, y ahora debía formar parte del Consejo Estudiantil; un verdadero fastidio.
- Bienvenida a la institución - el de lentes habló dándole la bienvenida a la nueva. Este tenía un ligero, casi invisible, sonrojo en su cara mientras saludaba a la recién llegada.
Para él, era hermosa. Su cabello, el color de sus ojos y el tono de su piel le atrajeron al instante.
En la mente del chico se comenzó a formar un pequeño crush hacia esa chica. Sería la primera impresión, o solo la atracción pasajera, pero eso no importaba ahora.
- Anda, preséntate. - le pidió demandante la albina.
- Ah, claro. Me llamo Hanae Hashimoto, espero que sea un placer convivir con ustedes. - se presentó con una reverencia mostrando respeto, eran personas que no conocía y no debía tratarlas con demasiada confianza.
Antes de que ellos pudieran presentarse formalmente sonó el teléfono de la recién llegada, quién contestó de inmediato al ver de quién se trataba mientras se alejaba de los demás presentes.
- ¿Hola?... Si, soy yo... Oh, si está bien, pasare a esa hora para allá... Gracias por avisarme. - colgó el teléfono mientras temblaba ligeramente, quería llorar pero no podía, no en este momento.
Respirando profundo, volteó a ver a la albina.
- ¿Puedo salir? Tengo una emergencia importante - le pregunto en cuánto su mirada se concentró en ella, esa mirada que no tardó en notar el estado de quién sería la nueva integrante.
- Si, solo no te demores - le respondió desinteresada mientas se movía a la pequeña mesita con papeles.
- Gracias, vuelvo más tarde - dió una reverencia y salió rápido y sin mirar atrás.
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Después de un par de horas regreso a la institución, llegando directo a la sala del consejo estudiantil a reportarse con la presidenta.
— Hola – saludo al entrar para después darse cuenta que no había nadie.
Aprovechó lo solitario que estaba el lugar para acostarse cómodamente el el sillón que estaba, y a los pocos minutos se quedó profundamente dormido. Había caminado todo el rato y necesitaba descansar.
Justo después entró el peli azul limpiando la sangre de su cara sin notar la presencia desconocida.
— Ah, debo poner más cuidado cuando vaya por el almuerzo – dijo caminando, queriendo sentarse, mirando el techo.
Al llegar al sillón bajo la vista y se le congeló la sangre.
La chica bonita estaba ahí acostaba tomando una siesta. A sus ojos, era lo más hermoso que había visto en su vida.
Con una sonrisa boba y un sonrojo notable, se agachó hasta quedar a la altura de su cara para poder observar mejor su rostro relajado, tan adictivo.
— Eres tan linda, quiero conocerte más – habló en un susurro contra el rostro ajeno.
Esperaba de todo conocer a esa linda chica, poder ser amigos y, quien sabe, llegar a algo más con ella.
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