Quería saber más de él, pero como no me habla, no me queda otra forma que seguirle y averiguar por mí misma que le pasa.
Decidí seguirle tomando ciertas distancias, para que no me viese, por el momento no había nada raro, no vive en el mejor barrio, pero tampoco es de los peores.
En ese momento, Jack coge el móvil y contesta a una llamada.
— ¿Qué pasó? Ajá... Vale, voy.
Cuando terminó la llamada, empezó a correr girando por una esquina, decidí empezar a correr yo también, porque no quería quedarme con las ganas de saber a dónde va con tantas prisas. En cuánto llegué a la esquina, vi su silueta girando por la derecha, crucé corriendo sin ni siquiera ver si venían coches, en cuanto llegué a esa esquina, vi como giraba de nuevo por otra esquina.
Deseaba gritarle que fuese más despacio, pero cogí aire y seguí corriendo. En cuanto giré por esa última esquina, sentí como tropezaba con algo, me caí al suelo y no podía levantarme, sentía como algo que me empujase hacia el suelo.
—¿Por qué me estás siguiendo?
—¿Me dejas girar aunque sea? Me estás haciendo daño.
Me levantó como si fuese una muñeca, me puso contra la pared, sacó una navaja y empezó a apretar mi cuello con su brazo.
—Ahora contesta a mis preguntas. ¿Por qué me estás siguiendo?
Sentí muchísimo miedo al ver ese trozo de metal en mi cuello, así que decidí hacerle caso.
—Quería saber de ti, el porqué eres tan frío y pasas de todo.
Me estaba mirando con unos ojos fríos, llenos de odio, parecía que en cualquier momento me iba a rajar el cuello.
—¿Y a ti, que te importa como soy?
—Tenía curiosidad, perdón.
—¿Sabes lo fácil que sería matarte en estos momentos?
—¿Ya lo has hecho antes?
Cuándo realicé esa pregunta, algo en sus ojos cambió y por un instante dejó de mirarme. También noté, como su brazo apretaba menos.
—Escúchame Daysi, déjame en paz y no vuelvas a acercarte a mí.
—¿Pero por qué eres así? ¿Por qué te has cambiado de instituto tan repentinamente? ¿Y por qué llevas una navaja?
En ese momento Jack, tapó mi boca, echó para atrás la navaja y vi como la navaja iba hacia mí. Cerré los ojos esperando lo peor, pero no me apuñaló, había clavado la navaja en la pared, pero estando muy cerca de mí cara.
—Última advertencia Daysi, la próxima vez no le daré a la pared.
Me soltó y no podía mantenerme de pie me temblaban las piernas, caí al suelo, con el miedo de que en cualquier momento cambiase de opinión y me apuñale. Vi como poco a poco se estaba yendo. Después de un rato estando ahí sentada, conseguí levantarme y me fui para mí casa.
—Hola Daysi, ¿qué tal las clases? Hoy has tardado más en venir.
Aún estando en casa, sabiendo que el no sabe dónde vivo y con mi madre en casa, seguía sintiendo el miedo de que viniese a matarme.
—Daysi, ¿me estás oyendo?
—Perdón mamá, estaba pensando en un trabajo que tengo que hacer para mañana, todo bien en las clases.
—Pues venga, come y te vas a tu cuarto a hacer el trabajo. Pero no has respondido a mi pregunta.
—¿Cuál?
—La de porqué hoy has tardado más en venir a casa.
—Ah, pues es que, hoy hace un bonito día y me quedé mirando las nubes.
—¿Tú mirando las nubes? Estás rara.
—Ay mamá, por una vez, que hago algo nuevo me críticas.
—No es eso, solo que, tú nunca te has puesto a mirar las nubes, se me hizo raro nada más.
El resto de la comida fue normal, no hablamos y tampoco comí mucho. Me fui a mi cuarto y en cuanto me puse enfrente del espejo, imaginé su brazo apretando mi cuello. Empecé a llorar, pensando en todo lo que pudo haber pasado ese día.
Tras 5 minutos de llanto, mi madre entró en mi cuarto.
—¿Qué te pasa mi amor? ¿Estás bien?
Enseguida vino a abrazarme y a darme besitos en la cabeza, no sé porqué, pero sentía que no podía decirle lo que había pasado ese día.
—Es que mamá, vi un vídeo donde un gatito pequeñito era atropellado.
Nunca había mentido a mi madre y con esa, ya eran dos mentiras en un mismo día.
—Tranquila Daysi, no pasa nada, la muerte es algo natural y no mires esos vídeos, si luego te hacen mal.
—¿Tú llorarías si yo muriese?
—¿Pero que pregunta es esa? Claro que sí mi niña. Eres mi todo.
Empecé a llorar en el hombro de mi madre, sentí que liberaba algo, como una conversación que nunca tuve, pero que era necesaria.
—Gracias mamá, yo también lloraría si tú te fueras.
—No te preocupes, para eso aún queda mucho. Venga ve y date una ducha, eso te vendrá bien y está noche, voy a preparar tu comida favorita, ¿si Daysi?
—Gracias mamá.
Mi mamá me secó las lágrimas y me dió una sonrisa cálida. Cogí la ropa del armario y me di una ducha larga. Cuando volví a mirarme al espejo, me dije que no volvería a vivir algo así, que ya iba a pasar de Jack y que no querría saber nada más de él. El resto del día después de la ducha fue normal, llegó mi padre, cenamos lasaña, ayudé a mi mamá a limpiar la cocina, lavar los platos y decidí irme a dormir para el día de mañana.
Llegó la mañana y me fui al instituto, al entrar en la clase vi a Teresa.
—Hola Daysi, ¿me has echado de menos o ya te buscaste algún sustituto?
—Ja ja ja nadie podría sustituirte, ¿ya estás mejor de la gripe?
—Si, ya por fin, puedo respirar sin sentir una puñalada en las costillas, lo he pasado fatal.
No eligió el mejor comentario después de lo que pasó, pero ya le explicaría más tarde, la verdad es que me alegraba de que estuviese mejor. Llegó el profesor y todos nos fuimos a nuestros asientos.
—Buenos días, abrid los libros por la página...
Toc toc.
—Adelante.
—Hola profesor, disculpe por llegar tarde, ¿me deja pasar?
—Si claro Jack pasa, pero trata de no llegar tarde otra vez.
Aunque había dicho que no iba a pensar más en él, al verle me dio un escalofrío, empezó a acercarse a mí y dejó un papelito en mi mesa. En cuanto se sentó le miré y me hizo una seña de que lo abriese. Lo abrí y ponía. "Necesito hablar contigo".
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Rosa negra
Romance¿Si la oscuridad es tan mala, por qué los besos los hacemos sin ver? Me llamo Daisy y esta es mi historia