Capítulo 5: Mundos paralelos

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Cuando pasamos por aquella puerta, todas las "fiestas" a las que había ido parecían fiestas infantiles. Había mucha gente, algunos estaban bailando, otros en mesas emborrachándose y riéndose, otros estaban comiéndose les daba igual si alguien se les quedaba viendo y otros estaban metiéndose droga, ya sea por pastilla, inhalando o fumando y ese era el mundo de Jack, yo me sentía rara estando ahí.
—¿Cuánto tiempo tenemos que estar?
—¿Ya te quieres ir? Si acabamos de entrar, trata de divertirte.
—¿Tú de verdad crees que voy a divertirme aquí?
—¿No decías que querías verme bailar?
—Pues venga vamos a bailar ya.
Lo cogí de la mano y lo llevé a la pista, quería ver qué hacía.
—A ver tus mejores pasos ja ja ja.
Me miró a los ojos y me sonrió con una seguridad, la verdad es que desde que lo había conocido nunca se mostró inseguro ni nervioso. Empezamos a bailar juntos y la verdad es que no bailaba mal, en un momento le di las espalda, me agarró de la cintura y me acerco a él, empezamos a mover las caderas y yo empecé a notar su respiración, me di la vuelta y puse mis brazos alrededor de su cuello, el seguía con sus manos en mi cintura ahora mirándome a los ojos.
—Pensé que bailabas peor.
—¿Te sorprendí?
—Como siempre en realidad. Cada día estoy descubriendo cosas nuevas de ti.
—¿Eso es bueno o malo?
—Mmm dejémoslo en que por ahora es interesante ji ji.
—Tú tampoco bailas mal.
—¿Lo dudabas?
—Un poco, es que pareces de las que se quedan quietas.
—Aún te queda mucho por aprender para superarme en baile.
Seguimos bailando un rato más hasta que me agarró de la mano y me llevó a uno de los sofás, me puso encima de sus piernas y me dijo al oído.
—Saca del bolso la droga, ya voy a entregarla.
Me estaba divirtiendo tanto que ya me había olvidado de que habíamos venido a hacer aquí.
—Si claro.
La saqué de mi bolso y se la di enseguida con miedo de que alguien nos viese.
—No te preocupes, no parece que haya ningún policía aquí, ya he mirado.
—¿Por eso no la entregaste antes?
—Claro, si nada más llegar la saco, voy a entregarla y uno está aquí, irá a por mí y adiós a todo. Bueno quédate aquí y espérame ahora vuelvo y nos vamos.
Me senté en el sofá y cuando volví a mirar el antro donde estábamos, volví a sentirme mal al ver lo que había. No podía entender que de diversión había en drogarse, emborracharse o liarse con alguien que ni conoces, lo bueno es que ya en poco nos iríamos y me invitará a cenar. De repente se acercó un señor y se sentó a mi lado.
—¿Estás sola?
—No, estoy esperando a un amigo enseguida vendrá.
—¿Y no preferirías divertirte conmigo?
En ese momento se acercó más a mí y olía mucho a alcohol, me daba repelús estar a su lado así que me hice a un lado.
—Gracias por la invitación pero ya estará a punto de venir mi amigo.
—Venga no te hagas la difícil.
Me tomo de la muñeca e hice fuerza para zafarme de él.
—Te he dicho que no. ¡Suéltame!
Me empujó hasta tirarme en el sofá y empezó a ponerse encima mía.
—Te dije por las buenas que te vinieses conmigo, pero no me hiciste caso, esto es culpa tuya.
Empezó a manosear mi cuerpo y me estaba retorciendo para que me dejase libre, en un momento sentí el bolso cerca de mí y busqué algo para liberarme y entonces noté la navaja.
—Por favor para ya.
Ya tenía lágrimas en los ojos y no pude aguantar más. Agarre la navaja la abrí como pude y le apuñale en las costillas. Empezó a gritar de dolor y enderezó el cuerpo, aproveché para salir de ahí y no sé si cegada por la rabia, el miedo o el nerviosismo le volví a apuñalar pero esta vez en el pecho. Esta vez gritó muchísimo más fuerte y cuando me di cuenta todos nos estaban mirando.
Comencé a llorar y ahí fue cuando salió Jack.
—¿Qué coño ha pasado aquí?
Me fui corriendo hacia él y lo abracé.
—Tenía mucho miedo.
Empecé a llorar en su hombro, me sentía muy mal en ese momento y en eso salió el dueño de ese local y al ver la situación nos echó del local y nos dijo que no nos quería ver nunca más en su local. Jack me agarró de la mano y me sacó enseguida después de eso. Me llevo a un banco y empezamos a hablar.
—A ver, cuéntame todo desde el principio.
Se le veía muy serio y enfadado. Cogí aire me sequé las lágrimas y empecé a contarle todo.
—Verás, cuando tú te fuiste al rato vino ese señor, me preguntó si estaba sola, luego me tomó de la mano, me...me empujó al sofá y...
Volví a llorar al pensar lo que me pudo haber pasado.
—Tenía mucho miedo.
Jack me agarró de la cabeza y la puso en su hombro y comenzó a acariciarme el cabello.
—Tranquila, no pasa nada, ya estás a salvo.
Estuvimos ahí un rato porque no me sentía con fuerzas.
—Hiciste bien, escoria como esa se lo merece.
Ya después de un rato conseguí dejar de llorar, le di las gracias por consolarme y le devolví la navaja.
—Nunca más quiero tener un cuchillo en mis manos.  Bueno, ¿al final todo bien? ¿Pudiste entregarlo sin problemas?
—Si, justo cuando recibí el dinero fue cuando oímos los gritos, así que no hubo problemas. Así que vamos.
—¿A donde vamos?
—¿No habíamos quedado en ir a cenar al terminar esto?
—No tengo mucha hambre lo siento.
—Venga vamos, te sentirás mejor.
—De verdad, no, tengo el estómago cerrado.
—Pero es malo no cenar, tienes que cuidarte.
Le miré a los ojos y vi que de verdad se estaba preocupa por mí.
—Venga va pero que sea ligero.
Empezamos a andar y a los 10 minutos me dijo.
—Ya hemos llegado.
—¿En serio me traes a una pizzería? ¿La parte donde te dije "algo ligero" tú qué entendiste?
—Los demás lugares están cerrados, no hay mucho donde elegir. Pero podemos pedir una pizza para los dos y te comes unos trozos.
—¿En serio?
—¿O es que prefieres un menú infantil?
—Prefiero darte un puñetazo.
Empezó a reírse y honestamente sé que lo dijo para hacerme sentir mejor y lo consiguió empecé a reírme yo también.
—Ahora me pides una para mí sola, por tonto.
—Okey,¿de que la quieres?
—Una carbonara con extra de queso y una botella de agua.
—Okey tú coge mesa ahora voy yo y no te preocupes que esta vez estaré vigilando por ti.
Fui a una mesa del fondo el lugar era acogedor, era tranquilo con cuadros sobre bosques, puentes, ríos. Me gustaba estar ahí y al rato vino Jack.
—¿De que te la pediste?
—Barbacoa.
—Oye, ¿te puedo hacer una pregunta y me eres sincero?
—Dime.
—¿Por que vendes drogas? ¿Y desde cuándo empezaste?
—¿Quieres saberlo?
—Si claro.
—Okey pues verás...

Rosa negra Donde viven las historias. Descúbrelo ahora