❇ Prólogo ❇

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❇ Dánae Miller.

En mi cumpleaños número diez, después de los meses de reproche y regaños por parte de tu abuelo hacia tu madre, había paz y aunque la familia no sintiera alegría por mi cumpleaños, ¿sabes?, ese día yo si me sentí muy feliz, no solo por mi cumpleaños si no porque llegaste de sorpresa y todos corrimos al hospital a ver al pequeño Jazhiel.

Llegó el día de regresar a casa, todos nos despedimos de la abuela y la demás familia, mientras mis padres se despiden de todos, yo bajé al sótano, ahí busqué las medallas de mi abuelo, son algo pesadas, así que mejor me llevo una, la guardo en la mochila, lo que nadie sabe es que el diario y tres fotos de mi abuelo vienen conmigo.

Vuelvo a subir, mis padres me gritan, me despido de la abuela, ella no es mala solo que no entiende a mi pequeño mundo.

Cuando todos estamos arriba de la casa rodante, Papá enciende el motor y todos le decimos adiós a la Abuela, Will se había ido aparte con Nía y su bebé, ambos los veíamos en las fechas importantes y de convivencia familiar, como en los maratones, cenas de navidad, cumpleaños, acción de gracias, etc.

Mientras que Mica y Rocco viven con nosotros, así que los vemos diaria, lo que significa también peleas diario, me pregunto si mi sobrinito no le afecta ese ambiente, Mica nos ha dicho meses atrás que ella y su familia se mudarían con nosotros, casi a todos nos agradó la noticia pero a Papá no, Papá no lo tomó muy bien, le dijo a Mica que había cometido un gravísimo error y que más le valía al Padre del bebé hacerse cargo de su familia. Así que Mica no aceptó, a los pocos días Rocco se fue a vivir a la casa y Papá no tuvo más remedio que aceptarlo

Sin duda ir a conocer a mi sobrino fue el mejor regalo en mi vida. Hablando de Jazhiel, parece no gustarle la soledad, es que lo han dejado solo y se la ha pasado llorando, me levantó del asiento  a ver a Mica.

—Mica, el bebé está llorando. —le hago saber a mi hermana mayor, quien está hablando con su pareja.

—Ya lo escuchamos niña. —me contestó Rocco.

—¡Cállate ya niño!. —gritó fuertemente Mica, provocando que el bebé suelte más llanto.

—No te entiende Mica... —antes de que yo continuara ella me mandó a callar, ganándose un beso por parte de Rocco, como si callarme fuera un reto o algo parecido.

Me alejé de ahí, ellos aún no entienden que ya son Padres, que tienen que atender a Jazhiel, camino hasta donde él está y me siento, el bebé cesó el llanto, bien, ya lo había logrado callar, ahora tendría que entretenerlo, miré a mi alrededor, ni una sonaja o juguete para él, bueno eso no es el fin del mundo.

Tuve que dejarlo solo por un rato, fui por mi mochila y regresé con mi sobrino, saqué las fotos del abuelo para enseñárselas.

—Mira, este es el abuelo Jacob —le enseñé la foto donde cargaba un trofeo— él al igual que toda nuestra familia fue el mejor atleta. —el bebé sonríe al ver la foto— lo sé, es impresionante ser ganador de un trofeo de atletismo, lástima que yo no pueda enseñarte una foto mía así, con un trofeo. Como vez yo soy diferente, soy muy voluminosa, en la escuela me dicen que parezco mantecada, mamá dice que soy como Peppa, una cerdita. Y toda la familia no solo lo piensa, también me lo recuerda.

—continuo hablando con la criatura—. El mundo es cruel Jazh, está lleno de gente que no le importa lo que tu sientes —lágrimas comienzan a salir de mis ojos— a ellos solo les importa si eres delgada, si tienes bonita cara, que tengas una talla perfecta y que no se te ve ningún rollito de grasa corporal —lágrimas caen de mis ojos como pequeña brisa— en el libro de valores he visto que a eso se le llama estereotipar a las personas, Miss Candace nos dijo que eso está muy mal - rio amargamente —ella lo hace, lo hace conmigo, le importa más mi aspecto que lo que siento.

Cuando te hagan sentir mal o peor que yo - seco mis lágrimas y miro al infante que presta atención a mis palabras —Cuando te hagan sentir mal o... no, yo te voy a proteger, voy a hacer que nadie se burle de ti y mucho menos que te menosprecien como a mi, te lo prometo Jazh. —tomé al niño en brazos, rectificándole que lo protegería del mundo cruel—. Gracias por escucharme Jazh, hace mucho nadie lo hace.

Y ahí, ambos nos acostamos en una improvisada cama que hice, las mantas de mi sobrino con suerte lo cubrían a él, a mi no y era evidente, yo ya no tenía dos años, ante las complicaciones que teníamos, ambos nos quedamos profundamente dormidos.

D  Á  N  A   E  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora