Confesiones

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El día estaba triste, llovía y el frío era penetrante, parecía que el cielo lloraba con el terrible destino que tendrían en Crossville, no se había visto una tempestad así en años.

El sacerdote Edgar Salvatore y Luis Pérez pusieron en marcha el plan que según el cura salvaría y redimiría a los habitantes de Crossville... Las confesiones. Todos decidieron ir, al menos para resolver qué harían con la marca del brazo, los pueblerinos llevaban una venda que cubría la quemadura, pero al destaparla para mostrarla ya había desaparecido.

Al principio fueron tímidos, pues era cierto que por un largo tiempo se alejaron de la mano de dios; sin embargo, buscaban redimirse y eso era lo que importaba...

-Confiésame, padre, porque he pecado.-

Así comenzaban todos al pasar al confesionario, unos tenían culpas y confesiones muy leves, pero otros hacían asombrar al sacerdote con las cosas que habían hecho, dicho o pensado. Esa mañana lluviosa hubo un poco de paz, por fin.

En Crossville soltaron la carga sobre los hombros que tanto los hostigaba; al final Marcela no tenía la razón, los pueblerinos habían encontrado paz al confesarle sus culpas a un desconocido... Fuera por convicción, por conveniencia o por verdadera fe, pero en el pueblo desde aquella mañana reino otro ambiente, uno menos lúgubre y triste, las aves que hace tiempo rondaban en el pueblo se fueron y el olor se disipo.

Por fin, un día de paz en mucho tiempo... De verdad parecía un milagro; sin embargo, no lo era, no estaba ni cerca de serlo. Era cierto que todos en Crossville les ayudo decir lo que sentían, creían y lo que hicieron a lo largo de su vida, pero no era por eso que todo estaba mejorando.
Aquel demonio resentido y vengativo se había cansado de que esa mujer siempre rompiera su trató como una niñita caprichosa, así que llevo a los habitantes a la 'casa del terror' para que pudieran ver con sus propios ojos lo que allí sucedía.

En la tarde, en la reunión, el pueblo se dividió en tres grupos.

Uno iría a la casa a buscar más pistas, pues la casa del terror había aparecido en varias pesadillas y supusieron que desde ese lugar les hacían daño. El otro a la iglesia a buscar los expedientes e investigar sobre Melisa; el tercer grupo se quedaría a reconstruir la historia.

LA CASA DEL TERROR.

Caminar por el bosque después de una mañana lluviosa no es algo que le gustara a Marcela o a Fernando, pero ya se habían ofrecido porque según ellos serian los más valientes y dirigirían el grupo.

Encabezaron un grupo de 20 personas, de las cuales 10 se regresó con la excusa de cambiarse de zapatos por unos más "cómodos" y los otros cinco simplemente fingieron caerse, torcerse el pie o confesar la verdad... Tenían miedo.

Marcela, Fernando, Gabriel, Martín y Johanna se quedaron y siguieron con lo planteado; el plan al decirlo era sencillo, buscar la cabaña y luego pasar por la casa del terror... Solo sería pasar, no entrarían, pero todo se complicó cuando descubrieron que la cabaña no existía y que en aquel lugar solo estaba esa vieja y dañada casa, todos concluyeron entrar, no habían llegado hasta ese punto para regresar con las manos vacías y con las mismas dudad que antes... ¿Cierto?.

Johanna pegó un grito que espanto y aterro a todos.

-¿Qué diablos te sucede?- interrogó Marcela con miedo y temor.

-Es que vi una araña enorme.- Contesto la mujer.

-¡ugh!- Gruño Fernando. -Vuelve a gritar de esa manera y te dejaremos aquí sola... Para que te coman esos bichos.- Amenazo el chico.

-Lo siento.- Murmuro. –No volverá a suceder.-

-Déjala, muchacho desde la pesadilla de las arañas, muchos quedaron con traumas y... no te dejaremos Johanna, no te preocupes.- Defendió Martín.

Crossville (#CA2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora