Querido Jenn

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Ernesto tenía la fiebre muy alta, casi llegaba a los 45 grados, su esposa y su pequeña hija lloraban desconsoladas a su lado, el doctor que lo ayudo no pudo hacer nada pues con todos los remedios y medicamentos que le suministraba solo empeoraba las cosas.

Elena se convirtió en una mujer religiosa en extremo, empezó a creer y hacer lo que decían que tocaba realizar para salvarse, pero como dicen «Todo en extremo es malo» esta no era la excepción. La mujer enloqueció, pues no sabía si lo que hacía era bueno para salvar a su alma atormentada o si se iría al infierno a pagar por sus culpas… Ella desapareció en la noche sin dejar rastro alguno.

Esta vez los protagonistas serían los hermanos Ascott de nuevo, lo que era raro pues no se había repetido nunca antes, lo que causo mayor temor en CROSSVILLE.

Querido Jenn.

Estaba a punto de salir, pues me habían invitado a una fiesta… En la cocina se encontraba mi hermana, Isabel. Ella estaba entonando una canción, como me molestaba que cantara pues no se le daba bien y aunque ella lo sabía siempre lo hacía… Y era para fastidiarme, muchas veces se lo había hecho conocer, sin embargo, me ignoraba.

Estaba a punto de salir, pero distinguí un objeto junto a la puerta de entrada, lo tome mire mi retrato en él. Era un machete, este se encontraba bien afiliado y brillante, fue como ver a mi otro yo en ese reflejo, un Jenn Ascott que muy en el fondo no le agradaba su hermana y no la quería volver a ver jamás; me devolví hacia donde estaba mi hermana.

Me planté justo tras de ella y de un solo golpe logré cortarle la cabeza, su cuerpo permaneció inmóvil por un par de segundos, mientras su cabeza caía al suelo y de su cuello salía sangre en una especie de fuente manchando y salpicando todo. Estaba tibia y espesa, se impregnó mi camisa blanca y parte de mi rostro.

Subí a mi habitación como si nada, me di un baño y volví al lugar…

Los ojos de Isabel aún seguían abiertos y parecían estar mirándome, me irritaba eso... Así que fui por hilo y una aguja, cuando lo conseguí regrese una vez más a la Cocina, tome la cabeza y le arranque los ojos con mis propias manos, también le saque las cuerdas vocales para que nunca volviera a cantar.

Lance aquellos ojos acusadores por la ventana, alce el resto del cuerpo para comenzar a cocerlo a su cabeza… El hilo era negro, así que se iba a notar, pero cuando la gente preguntara sobre lo sucedido, les haría lo mismo sin pensarlo dos veces. Al terminar intente parar al cadáver, pero no se sostenía en pie, me llene de rabia y empecé a cortar en pedazos al cuerpo de mi hermana, lo envolví en una bolsa negra y lo lleve a la nevera, quizás cuando se congele será más fácil de armar.

Una música afuera comenzaba a sonar y aunque parecía que solo eran instrumentos, si se prestaba atención en el fondo se podía escuchar una vos que cantaba de manera perturbarte. Al asomarme por la ventana, pude reconocer un camión de helados y unos ojos rojos que miraban hacia mi casa.

-TOC, TOC, TOC.-

Aquellos golpes provenientes de la cocina me sacaron de mis pensamientos, no tarde mucho en darme cuenta de que esos golpes provenían del refrigerador en donde había puesto a Isabel. Iba a ver que quería mi estúpida hermana, pero al llegar los pedazos estaban nadando en sangre y regados por el piso de la cocina.

Recorrí toda la habitación con la mirada y sonreí de manera sádica casi deformando mi rostro; junto a la ventana se encontraba una mujer vestida de blanco, su cabello negro y recogido atrás de su cabeza... no media más de un metro y cincuenta y nueve centímetros, no se podía reconocer su rostro, al parecer no tenía uno.

Ella se acercó a mi susurro, algo a mi oído e hizo una marca cerca de mi oreja.

-Tú tienes el don... Querido Jenn.-

Dibujo con su uña larga y sucia un pentagrama atrás de mi oreja, yo solo me arrodillé ante ella y me puse a su disposición y voluntad.

-Volveré por ti, pero tendrás que hacer algo por mí... Querido Jenn.-

-Lo que usted quiera, mi señora.-

-Así me gusta, querido Jenn cuando llegue el momento lo sabrás, entenderás lo que tienes que hacer y entonces cinco días después vendré por ti, te llevaré conmigo y serás feliz.-

El sueño fue algo corto, pero perturbarte, pues nadie en su sano juicio rebanaría en partes a su hermana para luego meterla en un refrigerador.

***

Despertar en una noche fría y con un silencio sepulcral en el pueblo de Crossville y los habitantes empapados en sudor y temblorosos del miedo, encendieron una vela y volvieron a sus camas.

La mujer del sótano sonreía pues ya tenía un súbdito dispuesto a todo lo que le facilitaría el trabajo. El demonio con quien hizo el trató dedujo que aquella mujer había hecho trampa, pues eso nunca lo habían pactado, cometiendo su Sexto y último error.

-Primero: haber discutido con él.

-Segundo: reprochar las decisiones tomadas.

-Tercero: haber dejado a los pueblerinos una hora más de lo permitido en el anterior sueño.

-Cuarto: no haber obligado a los habitantes de Crossville a encender la vela.

-Quinto: Dejar un rastro de barro por el pueblo.

-El Sexto y el definitivo haber reclutado a alguien para que hiciera el trabajo sucio.

Ella pensó que estaría bien, ya que el demonio no le había puesto límites, pero al final del libro estaban todas las advertencias; sin embargo, ya era muy tarde para leerlas.

La mujer gritó al viento.

-En tres noches más nos veremos.-

Y este difundió el mensaje por todo Crossville, los perros aullaron y las hojas de los árboles cayeron marchitas.

Jenn Ascott se levantó al siguiente día con un ardor inexplicable justo donde la mujer había puesto el pentagrama... Él y su hermana se encontraban atemorizados, pero sabían que tenían un límite de terror y miedo, que después de alcanzar ese linde ya nada podría asustarlos, pero se tropezarían con lo desconocido, con lo nunca antes visto y su terror se vería desbordado y sin un límite. Los hermanos acordaron que el día anterior a la pesadilla tendrían que separarse para evitar una tragedia, pero ellos no podían decidir sobre los que sucedería, ya todo estaba escrito.

Crossville (#CA2022)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora