❝BETA❞〔rubegetta; 3°〕

🐺: ❝ Escrito Entre los Astros y las Estrellas ❞

[ADVERTENCIA: MENCIÓN DE MAREOS Y VOMITO, DESREALIZACIÓN]

Al recuperar la conciencia siempre existirá una pequeña fracción de segundos en los que el ser humano se encontrará totalmente desorientado; una pequeña porción de segundos en los que no recordará dónde se encuentra ni mucho menos qué demonios ha sucedido. Una falsa sensación de paz que aborda al individuo, logrando relajarlo por completo hasta que los escasos instantes de calma escapen finalmente de sus rígidos y entumecidos dedos fraccionándose en pequeños pedazos frente a sus propios ojos, solo para que la realidad decidiera darle un puñetazo en la cara trayéndolo de regreso a la horrible actualidad.

Los tenues rayos de la puesta del Sol acariciaban su pálida piel con un reconfortante toque cálido, pero hasta cierto punto se tornaba molesto. La luz se desbordaba sobre sus párpados cerrados y somnolientos, y por unos momentos temió lo peor. Su cuerpo se sentía pesado, abrumado; sus extremidades picaban con un latente escozor de entumecimiento, a su vez que percibía con extrañeza la ajenidad con la que su cuerpo respondía ante él. Una sensación parecida al hielo se arrastró a través de su columna vertebral, su cabeza palpitaba dolorosamente siguiendo el son de un tambor imaginario y la bilis, ardiente y repugnante, subió por su garganta.

Quería vomitar.

Le tomó unos cuantos segundos en darse cuenta que estaba recostado en una superficie irregular e incómoda, sus manos se rasparon levemente al sentir lo que parecían ser pequeñas hojas arremolinándose debajo sus palmas con cierta familiaridad. Sus dedos se clavaron desesperadamente entre la tierra y el pasto, entre balanceos y sacudidas intentó reunir algunas fuerzas restantes para sentarse antes de ser abordado nuevamente por una oleada de incesantes mareos. Al mismo tiempo que una familiar calidez fantasmagórica en forma de robustas manos acariciaban su espalda con suavidad, y una ronca voz se filtró entre la neblina de sus pensamientos pronunciando con facilidad palabras que no llegaban a ser más que unos simples murmullos.

El frío se filtró en su adolorida garganta expandiéndose en sus pulmones en forma de respiraciones entrecortadas, mientras parpadeaba abrumadoramente tratando de aclarar su visión borrosa y húmeda por las lágrimas. Sin embargo, no tuvo tiempo para hacerse preguntas o, para dudar. Un persistente malestar lo aturdía en forma de mareos continuos, por lo que intentó sostener su cabeza entre sus temblorosas manos sintiendo como su mente daba vueltas con rapidez logrando que el mundo a su alrededor se volviera meramente un nublaron de colores, y su corazón martilleaba dolorosamente contra su pecho sin saber si gritar, llorar o pedir ayuda. Algo horrible le estaba sucediendo, algo que le hizo pensar que estaba por perderlo absolutamente todo. Ese terrible presentimiento que se había asentado en él había crecido hasta casi sofocarlo, logró trepar hasta su pecho ahogándolo con desesperación mientras el castaño se esforzaba por respirar grandes bocanadas de aire, pero no sentía que existiera suficiente oxígeno en el mundo para llenar sus pulmones.

Estaba hiperventilando.

No era capaz de controlar su propio cuerpo, y eso le aterraba. Podía percibir la humedad del sudor recorrer sigilosamente por su fría y pálida tez logrando pegar la ropa a su piel, y su cansada mirada se había perdido entre los arbustos floridos del claro mientras notaba con creciente miedo como el mundo a su alrededor parecía desplazarse en cámara lenta, y cada uno de los sonidos llegaban amortiguados hasta sus oídos sintiendo como estuviera en una realidad a la cual no pertenecía; una sensación abrumadora que tenía absoluto control sobre él.