II

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—¡Kachan!

—¡Izuku!— el rubio abrazo a su pequeño amigo cuando este corrio hacia él, alcanzo a ver a su mamá acercándose a la del peliverde para charlar mientras ellos jugaban —¡Vamos, Izuku!— sus pequeñas manos se unieron para correr a alguno de los juegos de ese parque.

Ambos niños disfrutaban de la compañía del otro y para cuando cumplieron cuatro años Bakugo había tomado una decisión: ¡Se iba a casar con Midoriya! Su madre le había dicho que eso hacían las personas que se amaban.

Y Bakugo Katsuki realmente amaba a Midoriya Izuku.

—¡Mira, Izuku!— el rubio había capturado a un gran escarabajo, en cuanto lo acerco al rostro del más bajo tropezó hacia atrás y calló.

El llanto de Izuku no se hizo esperar, si había algo que caracterizaba a su amigo era lo sensible que podía llegar a ser. Bakugo dejo al insecto que había capturado en el suelo y se puso de rodillas junto a su amigo para acariciar su suave cabello.

Pero Izuku no se calmo, su llanto se hizo aún más profundo cuando sintió la calidez con la que su mejor amigo lo reconfortaba.

—Voy a hacer que deje de doler— informo Bakugo decidido al tiempo que tomaba las mejillas de Izuku entre sus manos suavemente, antes de que alguno de los dos procesará lo que estaba pasando el rubio poso un suave beso en los labios de su amigo.

Izuku sintió los cálidos labios de Kachan durante solo un segundo, pero ese segundo fue suficiente para que dejara de llorar de inmediato y un largo sonrojo se apoderará de sus mejillas.

—¡Maldito mocoso!— la voz de Mitzuki interrumpió la mirada que ambos niños se dirigían y cuando la rubia tiro fuertemente del brazo del infante el contacto entre los niños se perdió definitivamente. Se perdió en más de un sentido.

—¡Suéltame, maldita bruja!— el pequeño niño luchaba para soltarse del agarre de su madre, Izuku se había quedado tendido en el parque y tenía que ir por él.

—¡Maldito mocoso!— repitió su madre y una vez dentro de casa soltó crudamente su mano haciendo que el niño tropesara y callera de bruces. —¡Esas cosas no se hacen, Katsuki!

El niño miro a su madre confundido, ¿Capturar insectos? —¿Qué es lo que no se hace?

—Besar a Izuku— el rubio frunció aún más el ceño.

—¡Pero si dijiste que esas cosas las hacen las personas que se aman! Tu besas al viejo todo el tiempo

—Es distinto— Mitzuki se agachó a la altura del niño y puso frente a él su mano, la mano que llevaba su anillo de matrimonio —¡Ve! Yo estoy casada, mocoso.

—¿Y eso que? ¡Yo voy a casarme con Izuku!

El rubio sonrió orgulloso mientras la cara de Mitzuki perdía todos los colores.

—¡Ambos son hombres! Esa clase de cosas solo pueden hacerse entre un hombre y una mujer.

—¡No me importa!— Bakugo dió la vuelta dispuesto a regresar al parque, eso claro antes de que una fuerte bofetada lo hiciera caer de nuevo al piso.

—¡Tienes que ser un hombre, Katsuki!— el grito de su madre hizo retumbar las ventanas, sus pequeños ojos rubies se cristalizaron pero no lloro, llorar no era de hombres.

💜💜💜💜💜

Un grupo de niños caminaba alegre entre árboles, Bakugo iba hasta al frente con su mejor amigo pecoso siguiéndolo de cerca, al paso en el que iban rápidamente llegaron a un pequeño riachuelo que tenían que atravesar sobre un ancho tronco caído para llegar al otro lado.

Una última vez [DeChan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora