Sexting

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Y vuelvo luego de mil años.
Gracias por la espera.

....

"¿Qué llevas puesto?"

Pip leyó el mensaje y por unos breves segundos no supo qué contestar. podía sentir sus mejillas arder y rezó para que nadie dentro de la oficina se diera cuenta.

"¿Damien qué estás haciendo?"

"Poniendo en práctica lo que acordamos el día de ayer"

Pip suspiro con desesperación.

"Pero no en medio del trabajo"

"Yo tengo al frente una pila de archivos de como doscientos muertos solo en la última hora y prefiero hablar contigo"

"Sí, porque no tienes un jefe que te respira en la nuca"

"Yo solo sé que no puedo esperar otros tres meses hasta que vuelva a sentir tu piel desnuda sobre la mía"

Pip tuvo que ahogar un grito, odiaba como con tan pocas palabras Damien podía hacerlo sentir tanto, debía controlarlo antes de que la situación se saliera de sus manos. Lo último que quería es tener una erección en medio de toda la oficina.

"¡Santo cielo, Damien!"

"¿Qué? Ayer hablamos de esto. Tú estas igual de frustrado que yo"

Pip se masajeó las sienes. Desde que se había mudado a Inglaterra después de obtener su trabajo soñado  y de que Damien se convirtiera en el nuevo rey del infierno, verse había sido casi imposible, por no decir imposible, además el obvio cambio horario no ayudaba en nada.

Se llamaban, mensajeaban y tenían videollamadas, pero al final del día extrañaban el contacto intimo que solo se podía lograr estando frente a frente y el delicioso placer del sexo. Pip ya había olvidado cuando fue la última vez que pudo tocar a Damien, no estaba seguro si había sido el mismo día que lo despidió en el aeropuerto o la noche anterior. No saberlo le frustraba y cada día sentía que ya había olvidado el sabor de sus labios, de su piel, la forma de su cuerpo y la excitante estrechez de su... no, no, no iba a ponerse a pensar en eso en plena oficina.

Su teléfono vibró.

"¿Qué llevas puesto?"  insistió Damien, Pip seguía sin saber que responder. El día de ayer mientras hablaban el tema del sexting había salido a flote y aunque en la teoría sonaba divertido y excitante, en la práctica Pip se sentía perdido. Sin embargo, sabía que Damien no dejaría de insistir con sus mensajes.

"¿Qué quieres que use?" fue su respuesta hecha pregunta.

Abajo de la tierra, en el mismo centro del infierno, el anticristo curvó una sonrisa. extrañaba a Pip más de lo que estaba dispuesto a admitir. Extrañaba todo de él, su estúpido acento francés, su cabello como príncipe de Disney, sus ojos como el asqueroso cielo, su cuerpo del que nunca se cansaba, arriba, abajo, daba igual. Aunque si tenía que ser sincero poco antes de que Pip se mudase, había tomado gusto por estar debajo suyo y sentir cada centímetro de Pip sobre él... dentro de él. Maldito, Pip, estaba seguro  que había arruinado su forma de tener sexo para siempre, pero eso no importaba. Necesitaba verlo cuanto antes, pero por ahora solo tenía el teléfono.

"Seguro estás usando un traje de esos aburridos con corbata y olor a oficina"

Pip sonrió hacia su pantalla.

"Sé te gusta verme usar uno de esos aburridos trajes."

"¿Qué puedo decir? siempre me gustó llegar y encontrarte sentado en el sofá leyendo y con el nudo de tu corbata rogando por ser desatado y  los botones de tu camisa son tan fáciles de quitar o de romper..."

Una corriente eléctrica atravesó la espalda de Pip, sabía que era peligroso seguir. Miró alrededor de la oficina, cada uno de sus compañeros con la vista fija en la pantalla de la computadora y pensó qué haría si Damien estuviera ahí, frente a él, con los ojos brillando de deseo y su piel tan blanca y sensible a las marcas de sus labios.

"Quiero sentir tus piernas sobre mi." escribió dejando de lado el autocontrol.

Damien  pasó la lengua por los labios y con un chasquido cerró la puerta de su oficina con llave, los beneficios de ser el nuevo rey del infierno.

"Me gusta cuando me tomas de la cintura" escribió el demonio de forma impaciente, a la par que comenzaba a moverse sobre su silla.

"Oh, querido demonio, no me pidas que me ponga rudo, sabes que luego no voy a poder parar"

"Nunca te pediría que pares, Phillip"

Pip se removió en su asiento, Damien lo había hecho, el muy maldito lo había hecho, lo había llamado Phillip, sabiendo cuánto le encantaba oír su voz gimiendo su nombre. Al diablo todos. Como pudo Pip se escabulló hacia el baño y cerró. El lugar era el típico baño de oficina, siempre faltaba papel y jabón, pero por lo demás era bastante limpio.

Pip dirigió su mirada hacia la encimera del grifo, era blanca, incomparable con la piel de Damien. Pip se preguntó cómo sería hacerlo ahí frente al espejo. Que tan atrevido tenía que ser para llevar a Damien ahí y ponerlo sobre la encimera, besarlo, tocarlo, sentir cada rincón de su piel antes de abrir sus piernas y penetrar esa entrada tan rosada y deliciosa. Damien gemiría en su oreja pidiendo más y más mientras sus piernas lo envuelven en un abrazo asfixiante pero placentero, Pip tendría que besarlo por su puesto, no quería que sus compañeros escuchasen como le hacía el amor a su novio en el baño.

"Quiero que te toques" escribió Pip, dejó el celular al lado y abrió sus pantalones donde bajo sus calzoncillos el bulto de su erección se asomaba.

"Muy tarde..."

Y es que casi al mismo tiempo que había cerrado la puerta Damien se había puesto en ello, moviéndose junto con la silla de su escritorio, la cual no dejaba de rechinar con cada sacudida que su cuerpo daba. fantaseaba con hacerlo con Pip ahí. No le importaba si los oían, él era el maldito rey del infierno y si quería que su novio se lo cogiera a menos de dos metros del personal administrativo lo iba a hacer y nadie tenía el derecho de decirle nada.

"Damien, maldita sea..." escribió Pip con sus manos muy ocupadas para seguir tecleando, luego añadió  "¿Por qué nunca lo hemos hecho frente a un espejo?"

El anticristo sonrió ante aquella idea.

"Hagámoslo" escribió rápido. su mano subía y bajaba por lo largo de su erección, se mordió los labios e imagino a Pip ahí con él, tocándolo y llevándolo al límite, lo necesitaba y si había un espejo ¡mejor! "Será lo primero que hagamos cuando nos encontremos"

Pip no podía resistir más, ahora no solo sus manos se movían sino también su cuerpo. Cerró sus ojos y se imaginó a su novio, tan salvaje y sexy abriéndose y gimiendo solo para él. Cuando se corrió  tuvo que apoyarse en el lavado, las piernas le temblaban, hacía tiempo que no tenía un buen orgasmo.

Mientras intentaba regular su respiración, vio el teléfono abandonado con el último mensaje de Damien. Lo iba a volver loco eso era seguro, pero hasta entonces tenía que volver a su cubículo, se calmó, se lavó y justo cuando iba a abrir la puerta su teléfono vibró.

*imagen adjunta*

–Ay, Dios..–susurró Pip sintiendo de inmediato que necesitaría otros minutos en el baño.

En el infierno, Damien sonreía, se sentía complacido consigo mismo en más de un sentido, la foto le había salido muy bien a pesar de no tener un espejo para guiarse y de odiar las selfies. Aunque se imaginaba que esa foto no debía calificar como selfie, es decir en las selfies se suele llevar ropa ¿no?

KINKTOBER 2020 - DIPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora