Te confieso

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Te confieso que últimamente me he sentido... Extraño. Diferente. Últimamente, lo único que quiero es llamar tu atención. Es que creas que soy bueno, que soy inteligente, que soy lindo... Últimamente he querido que pienses en mí, y sólo en mí.

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Los días pasaron. Una semana, dos semanas. Un mes.

Y cada día iba mejor para Kedamono.

Había conseguido una verdadera amistad en el chico, y ya no se sentía tan solitario en el lugar.

Cuando estaban juntos todo eran risas. No se arrepentía de haber usado la poción en el chico, ni un poco.

Y así, cada cierto tiempo, Kedamono iba con Papi a darle el informe respecto a si había existido algún cambio significativo.

Y después de poco, Kedamono descubrió la razón respecto a tanta a atención en ello por parte del sol.

Papi le explicó. Era posible que la poción no durara para siempre, sin embargo aún no estaba seguro de por cuánto tiempo tendría efecto. Podría ser un mes, un año, o más. Pero por ahora no lo sabían, y sólo les quedaba estar pendientes para aplicar "otra dosis" cuando éso suceda.

A Kedamono ya no le importaba. Al inicio, solía pensar demasiado en lo mal que estuvo al hacerlo cambiar sólo porque sí, pero se fue encariñando aún más del chico, que dejó de darle tanta importancia. Era la mejor decisión que pudo haber tomado.

Aunque sí, le parecían raras todas esas muestras de afecto, seguían sin disgustarle del todo. Podría no ser lo adecuado, pero después de todo, nadie les observaba, entonces no había necesidad de comerse la cabeza con éso.

¿Y qué iba a ser éste chico? ¿Qué representaba?

Por su parte, Popee sabía con total claridad el por qué de sus muestras de afecto. Nunca había estado más seguro de ello. Sabía lo que quería lograr, sin embargo no cuestionaba todo a fondo.

No podía preguntar dónde había quedado su cordura, porque nunca la había tenido.

Y sin notarlo, la relación de ambos poco a poco fue avanzando.

¿Qué más daba un abrazo o dos? ¿O diez, o toda una tarde pegados pecho a pecho?

Popee quería estar sólo con Kedamono, y a Kedamono le daba igual, porque por primera vez se sentía realmente importante.

Miraba a Popee con ternura, orgulloso de sus avances. Tal cual un padre mira a su hijo.

Irónicamente, Kedamono había sido mucho más padre para Popee de lo que jamás habría podido serlo Papi.

Es por éso que no podía mirar a Popee de ninguna otra manera, es por éso que la idea no había transitado su mente ni un sólo segundo. Es por éso que había aceptado las muestras de cariño simple y cándido que el chico le brindaba. 

Lo que es imposible, simplemente lo es.

O... ¿O será que las cosas pueden tomar un gran giro?

La poción de... ¿Amor?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora