El fulgor de los años

El alba del pensamiento

Cómo se oyen voces entrando por la ventana, como pequeñas partículas de esperanza y furor. Una inspiradora voz llena de matices oscuros. Susurran muerte, susurran vida; sin embargo, están también como defensores de la muerte absoluta, una extraña sensación de salvación, pero por igual, una diáfana luz que penetra el cuero cabelludo, dejándolo al descubierto, abierto y esperando por ser llenado de pensares. ¡Quién lo llenará! será aquel sermón que dan las abuelas. O tal vez, la fragante esperanza de un amor tardío ¡Qué será! un sonido ensordecedor terminará por arrancar los tímpanos de su escondite... Serán capaces de saber incluso en la sordera. Un cuervo pasajero arrancará los ojos de sus cuencas... Serán capaces de entender incluso en la ceguera. El pequeño corte de una aguja fraccionada en millares de puntillas, atravesará uno a uno esos receptores nerviosos... Serán capaces de empatizar incluso sin sentir la cálida brisa de las manos al palparlas. 

Cómo entra pedro dentro de su casa, el alba del pensamiento entra en el minúsculo espacio, por donde transita lleno de esperanza. Esperanzado está en algo que por sí mismo no tendrá lugar. ¡Quién se esperanza por algo tan absurdo! Qué bella morfología que por el ambiente lleno de trúhanes y ladrones con corbata aterciopelada. ¡Quién en ese ambiente no es malo! ¡Qué será aquello que el mundo necesita! Tolerancia, amor. Pero en el amor, hay agonía. Pero en la tolerancia, hay desconocimiento. ¡Qué será! La muerte... Pero en la muerte, hay vida. ¡Qué será! empatizar, pero en la empatía hay desesperanza.

¡Vaya mierda el mundo y su absurda morfología! ¡El alba del pensamiento! ¿Quién escribe por los vencidos? El olvido.