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Cuando se hizo público que Sermina era un niño, ya no estuvo obligado usar vestido. Los sirvientes se enteraron de eso y al fin entendian por qué Sermina se negaba a que lo bañen y mantenia la puerta cerrada.

—Conde, quiero ir al baile de flores de primavera.

Sermina puso los ojos en blanco y extendió la invitación frente a él. Las invitaciones de los círculos sociales, que habían sido descartadas por el conde, ahora las manejaba Sermina, pero era la primera vez que sacaba a relucir una cosa asi.

—¿Quieres ir a un baile de graduación?.

—Es el baile de graduación más grande que existe. ¡Solo se lleva a cabo una vez cada cinco años, por lo que no hay razón para no ir, habra muchos invitados de otros países!

Sermina emocionada lo abrazó como si estuviera a punto de asfixiarlo. Recientemente, Sermina, quien estaba creciendo a un ritmo aterrador, fue aplastado y lo abrazo cara a cara.

—Sí, vamos juntos. Me gustaria tomar ese camino, ademas aun asi debo ir.

La risa alegre de Sermina se escuchaba a través de su pecho. Gracias a Sermina, que se fue poniendo cada vez más alegre con el paso del tiempo, tuvo muchas cosas de las cuales reirse. Sermina recientemente le habia empezado a gustar la ropa masculina y corría por la mansión con ropa cómoda. Incluso parecía participar ocasionalmente en el entrenamiento de fuerzas especiales. Habia pasado bastante tiempo desde que a Sermina se le otorgó oficialmente el mismo poder que al Conde, por lo que probablemente ya estaban a la misma altura.

Como nunca había participado en eventos sociales como graduaciones o banquetes, tuvo que contratar a un profesor de baile tembloroso para aprender todo del derecho al revez, pero supuso que no sería un conocimiento inútil. Sermina tenia una personalidad mucho más extrovertida de lo que esperaba, y también le interesaban los eventos sociales. Tal vez las salidas con Sermina pasarian mas a menudo.


* * *


—¡Conde Legión! No sabía que iria al baile.

Cuando entro al lugar, los ojos se centraron en el y en Sermina. Los nobles de lejos se acercaron en un instante.

—Tu esposa está contigo. Al parecer se llevan bien.

Los círculos sociales, naturalmente, lo elogiaron, vestía un frac* de hombre, y un bello arreglo que Sermina le puso para complementarlo.

—Gracias.

—Es un vestido realmente hermoso. Oh, Dios mío, la decoración son diamantes azules.

La ropa de Sermina era más espléndida que los vestidos de las mujeres, y brillaban intensamente bajo las luces del lugar. Incluso como alguien que no sabia de moda, pudo ver que fue hecho por una hábil costurera. Sermina, que estaba a su lado, desapareció y fue con las mujeres en un instante. Sermina estuvo discutiendo sobre joyas y vestidor con las mujeres en la mesa de refrigerios por un rato.

El lugar estaba muy bien decorado. También participó una gran cantidad de nobles de otros países, y se destacaron personas con ropas desconocidas. Y una mujer por la que se habia estado preocupando desde hace rato. Había una mujer que miraba a Sermina con una mirada maliciosa. Debia ser una invitada de otro país, pero era extraño. Llevaba un atuendo tradicional que estaba atado con fuerza de la cabeza a los pies, por lo que solo podía ver sus ojos, unos raros ojos morados.

El presentimiento no fue bueno. Mientras el respondía las preguntas de los nobles de manera sutil, la vigilaba, y cuando la mujer comenzó a acercarse a Sermina, se acerco a ella en silencio.

La novia del Monstruo (EN PROCESO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora