Capítulo 9

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Capítulo 9



AUSTIN

¿Por qué le dije esto ahora? ¿No pude haberme esperado por lo menos unos meses? Creo que sería peor. Así que descarto esa idea. Me coloco mi respirador, y me acuesto en mi camilla, mientras me agarro la cara con frustración. Ahora ya no volverá a hablarme. ¿Qué hago?

¿Por qué sólo no le hablé sin decirle alguna mentira? Me odia, creo, y mucho. Nunca hago las cosas bien. ¿Qué pasa conmigo?  Tomo un suspiro, y me levanto de mi camilla, hasta quedar sentado en ella. Abren la puerta de mi habitación, y resulta ser Laura. Mi médica.

—¡Buenos días, Austin! —me saluda.

—Hola, Laura —digo, sin ninguna expresión en mi rostro.

—¿Cómo estás? —pregunta.

—¿Cómo crees que estoy? —le pregunto de vuelta.

—Mira, sé que no estás en tus mejores momentos. Pero sabes que yo estoy aquí para que hablemos —dice, expresando un rostro preocupado.

—Bueno, gracias. Supongo. —Vuelvo a ver las ventanas, iluminadas por los rayos del sol—. Ya puedes irte —digo en seco.

Ella suspira. Pero después asiente.

—Si necesitas algo, me dices —me dice.

Asiento, pero no la vuelvo a ver a la cara.

—Hasta luego.

No le respondo, y ella se marcha.

Mi mirada baja, y doy un suspiro. A veces soy muy egoísta con Laura. Pero es que todo gracias al cáncer, me ha dado una vida miserable. En la secundaria, era un tipo popular y atractivo para todas las chicas. También tenía una hermosa novia, y amigos de mi lado. Hasta que esta asquerosa enfermedad vino. Todo gracias a los malditos cigarrillos. Consumía mucho esa mierda que me dejó perplejo. Hasta que el día en que casi muero, me diagnosticaron cáncer de pulmón.

Perdí mi popularidad cuando medio mundo se había dado cuenta de mi enfermedad. Mi novia me dejó de inmediato al darse cuenta. Mis amigos se separaron de mi lado. Mis padres no saben que hacer. No pude haber sido más miserable al consumir algo que sabía que en algún punto de mi vida, dañaría mis pulmones. O peor aún, mi popularidad, y mi físico.

Mi físico era algo en lo que destacaba. Unos bellos músculos, y un abdomen bien marcado. Ahora soy un flaco desnutrido. Mi cabello que antes era un copete negro tan bien cuidado, y deslumbrante. Ahora era un maldito espantapájaros; tenía el cabello más o menos corto, con unos cabellos sobresaliendo de mi cuero cabelludo.

El cáncer no pudo haber sido peor, ¿no? Perdí todo lo que tenía. Y gané esto. Una enfermedad. Una habitación en un hospital. Padres que se pelean a cada rato por no saber que hacer conmigo. No tengo esperanzas y lo sé. Intento no creerlo, pero todos sabemos que una enfermedad así, no hay ni una sola cura. Ni por más detrás de una roca, nunca encontrarás una.

Claro, era algo que me entristecía. Hasta que le mande el mensaje a ella. La chica de los videos de YouTube. La que supuestamente graba videos y explica detalladamente muchos tipos de enfermedades. A lo que a mi parecer, esta bien. Pero, ¿ella sabe que no hay esperanzas de vida para nosotros y las otras personas que tienen cáncer?  Aunque hablando y recordando lo que le dije de la cura, me pareció una estúpida pasada. Jugué con sus esperanzas.

Entiendo que no me vaya a perdonar. Y dudo que decida hablarme, porque lo que hice no tiene perdón, y soy consciente de eso.

Agarro mi computadora portátil, y la abro para iniciar sesión en ella. Una notificación me sorprendió al instante. Una notificación del canal de Sophie Whisley. Entro a la notificación, y me lleva directo a un video que ella grabó hoy.

Una Enfermedad Entre Amor Y Distancia/ #awardssubmarino2022 #PGP2022 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora