Capítulo 10

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Capítulo 10


SOPHIE

—Tengo un mal presentimiento sobre esto —digo, insegura.

—Vamos, tu mamá quiere verte. No creo que sea para algo malo —dice mi amiga, tratando de controlar mis nervios, pero sabe que eso es complicado porque yo no estoy acostumbrada a que mi mamá me llame y me diga que salgamos para hablar. Era algo extraño para mí—. Vale, si te sientes incómoda, te acompaño a la entrada.

—¿Y no entras conmigo? —pregunto, nerviosa.

—Es entre tu mamá y tú, no puedo entrometerme. —Suelto un aliento para relajar mis brazos que se estaban poniendo tensos.

—Esta bien... Lo voy a intentar —digo, no tan decidida, pero de igual forma no me queda de otra.

—¡Así se habla! —me anima—. Ahora ve a ponerte el vestido celeste que te traje.

—¿Me compraste un vestido para esta ocasión, Amelia? —pregunto, elevando una ceja.

Ella sonríe.

—¡Claro que sí! Además de que ver a tu madre, después de jornadas largas de trabajo, era lo que tú querías. Así que decidí comprarte un vestido que te quedará divino. —Eleva su mano, uniendo el pulgar con el índice, refiriéndose cuando algo está perfecto.

—¡Gracias, Amelia! —agradezco por tan lindo gesto.

Amelia me regala una sonrisa.

Siento unos nervios que revuelven mi estómago, chocando en cada parte de él. Sentí que algo quería salir de mi cuerpo. Doy un suspiro, y me adentro al baño de mi habitación. Agarro el vestido celeste que, en sí, era muy hermoso. Tenía desplegado abajo, con unas ondas pequeñas. Al parecer, me iba a llegar hasta las rodillas. El vestido tiene unos tirantes, que supuestamente va en mis hombros. Observo el vestuario de lejos, y me doy una idea de cómo va a quedar.

Me quito mi pijama, y me lo coloco lentamente, hacia arriba de mi cabeza. El vestido se despliega de mi cintura, hasta las rodillas como imaginé. Mis pechos se repintaban un poco, aunque no tuviera tanto. Se ajustaba bien a mi forma de cuerpo. ¿A caso Amelia debía de ser mi asistente? Me veo al espejo, y sonrío.

Abro la puerta, y una cara sorprendida y asombrada de Amelia se postra en la habitación.

—¡Pero si eres demasiado hermosa! —exclama, presenciando el vestido celeste—. ¡Espera! —Saca unos tacones del mismo color, y los coloca debajo de mis pies—; con esto, estas más que completa.

Me observo en el espejo tamaño humano. Los tacones hacen que el vestido destaque en todo su esplendor. Nunca me había sentido tan bonita. Hasta pareciera que fuera a una cita.

—De verdad todos los colores pegan contigo. ¡Eres hermosa! —exclama Amelia.

—¡Graciaas! —Le doy un abrazo mientras sonreímos.

Ella acomoda un mechón de cabello de mi frente.

—¡Ya estás lista! —dice por fin.

Me veo por última vez al espejo, y sonrío, mientras mis ojos desprenden un brillo por la luz del sol.

—Sí.

Una Enfermedad Entre Amor Y Distancia/ #awardssubmarino2022 #PGP2022 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora