Capítulo 7

31 43 44
                                    


Capítulo 7



SOPHIE

Mathew y yo ya estamos llegando al hospital, después de nuestra ida a una heladería. Pues, los helados no sabían mal, tenían como un sabor original. Pero no sabía mal. Hay que arriesgarse para algo nuevo, ¿no? Hablando de eso, Austin me iba a decir algo, pero después metió el pretexto de que sólo eran problemas existenciales. Le insistí, pero fue complicado. Nunca me hizo caso.

Pero yo pienso que algo me quería decir detrás de todo el pretexto que dijo. ¿Se intentaba salvar el pellejo para no decírmelo? ¿Y sí me iba a decir, por qué no lo dijo y ya? ¿Cuesta mucho? Apuesto a qué sólo quería joderme un poco. No sé. Es que ni siquiera conozco a Austin. Apenas sé, o supongo que es médico, por lo que me ha contado.

En cambio, siento que es otra cosa. Tengo esa sensación rara en mi cuerpo. O mis pelos se erizan de una forma no tan común cuando hablo con él. No sé si sea la emoción por la cura que se está dando a cabo, o por algún otra cosa. La verdad tengo dudas. Dudas que debo de confirmar.

Puedo ver la puerta de entrada del hospital. El cristal trasparente de ella, dando paso a una vista adecuada de los adentros de él. Mathew y yo apresuramos el paso para entrar. Por fin abrimos la puerta, y podemos sentir la deliciosa calefacción del hospital dando efecto en nosotros. Mathew y yo paramos un momento.

—Qué bien se siente regresar al hospital —digo, viendo a Mathew.

Mathew ríe.

—¿Cómo haces para no morir de frío? —pregunta.

—Sencillo; me pongo un abrigo —respondo.

—No creo que un solo abrigo pueda mantener el calor con tanto frío. —Me mira, con la duda.

—¿Tú crees?

—Pues, por lo menos se necesitarían tres abrigos para no sentir frío en éste hospital —comenta.

Por el cual yo respondo.

—La verdad, con uno es suficiente. Aunque siendo realistas, el frío nunca se va a ir. Siempre se mete en los orificios del abrigo.

—Eso sí —suelta, Mathew.

Suelto una sonrisa, que hace sonreír a Mathew también.

Observo el hospital de cada lado. No veo a Martina o a Emma por ningún lado. De seguro están ocupadas. Volteo a ver a Mathew, pero su mirada va dirigida a otro extremo. Sigo su mirada. Hasta toparme con Mike. Un lado de mí, quiere sonreírle, pero otro lado, quiere sólo ignorarlo. Tengo que aceptar que fue mi culpa lo de ése día. Así que tengo que aceptar los términos: alejarme de Mike para que él esté a salvo.

Soy un peligro para él. No quiero que suceda lo mismo que pasó mi mamá, de perder a un ser querido, o la persona que más amas.

Me relajo.

—¡Hola Sophie! —dice Mike por fin, después de acercarse.

No digo nada, y solo lo saludo con la mano. Se siente extraño hacer esto, es cómo si no lo conociera. Dios, ¡quiero abrazarlo! ¡Quiero decirlo lo cuanto que lo quiero, pero no puedo romper la norma.

—Hola —dice, Mathew—. Tú debes de ser Mike, ¿no? —le pregunta.

—Sí. Tú eres Mathew, ¿verdad?

—Sí. Un gusto. —Mathew le da la mano a Mike, por el cual, él se la estrecha.

Mantengo mi vista para otro lado. Trato de ignorarlo, pero mis ojos no me dejan. Siento la necesidad de correr a mi habitación y cerrar la puerta. Ahora mismo estoy de los nervios. Es muy extraño ignorarlo. Pero lo hago por el bien él. Eso creo…

Una Enfermedad Entre Amor Y Distancia/ #awardssubmarino2022 #PGP2022 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora