-Voy a matarla -Murmuré.
¿Cómo alguien podía dejar a sus hijos juguetear en un aeropuerto y sentirse bien consigo mismo? Me daban ganas de golpear a los niños, golpear a la madre y gritarle que fuera un poco más responsable, estaba entusiasmada por llegar a Japón justo antes de presenciar esa escena.
-Es solo alguien irresponsable con hijos inquietos, desaparecerán de tu vida cuando tengamos las maletas y salgamos de aquí.
Stan trató de calmarme.
Respire profundo y me repetí eso a mi misma, él tenía razón. Tomó mi mano y ambos fuimos por nuestras maletas. Tenía entendido que Tokio era un lugar con una gran cantidad de personas, pero la cantidad que había ese día en el aeropuerto era insoportable, no es que estuviera antes ahí para tener puntos de comparación, solo se me hacía tremendamente exagerado. Salimos del lugar y nos detuvimos un tiempo en la puerta.
-¿Qué haremos después de instalarnos en el hotel?
-Oh cariño, este es un viaje de trabajo, pero haré lo posible -Dijo mientras besaba mi cabeza y haciendo un gesto extraño con la mano.
Un auto negro se paró frente a nosotros, Stan saludó al conductor en japonés y este bajó para ayudarlo a subir las maletas. Era frustrante no entender y a veces me preguntaba por qué había aceptado venir, conocía a mi novio, llevaba mucho tiempo distinguiendo el mismo tono de indiferencia en todo lo que decía, incluso hoy. Sabía que no haría lo posible por pasar el tiempo conmigo, el venía aquí por trabajo y supongo que este era mi intento desesperado por recuperar lo que alguna vez tuvimos.
Al llegar al hotel eche de menos a la madre irresponsable y sus monstruosos hijos, por un momento creí que habían tomado a todas las personas del aeropuerto para ponerlas en la entrada del hotel como un intento de fastidiar mas mi día. Apenas pasamos, todo fue demasiado borroso hasta que estuvimos en el elevador y por un momento olvidé mi claustrofobia para disfrutar lo que era la tranquilidad.
-¿Así será siempre? Tan, lleno de personas, es molesto.
-Se disculparon con nosotros en recepción, parece que algún tipo de celebridad esta aquí. -Me miró apenas unos segundos y volvió a mirar desesperado los botones del elevador.
Cuando entramos a la habitación lo primero que hice fue tirarme en la cama, Stan se sentó a mi lado y levanté mi vista, me senté en mis rodillas y pasé mis brazos por su cuello. -Ven aquí, estrenemos la habitación.
- Ahora no Tara, tengo que bañarme y bajar a preguntar sobre la primera sesión de fotos, no tendré tiempo siquiera de desempacar.
Se levantó sin decir una palabra más y se metió al baño, cuando la regadera comenzó a sonar me eche de espaldas a la cama frustrada, todo era una mierda y me sentía estúpida por intentar que algo más que echado a perder funcionara. Después de unos minutos de mirar a la nada, me levanté y corrí las cortinas; la vista era hermosa, la ventana era enorme y podría estar ahí, sentada en ese alargado sillón mirando por horas, era como si pudieras encontrar algo nuevo en cada lugar donde fijaras la vista.
Cuando Stan salió del baño lo llamé para que viera por la ventana, no por querer llamar su atención porque hace medía hora la ultima gota de esperanza que me quedaba por recuperar nuestra relación se había evaporado (por ende había decidido no luchar más), si no porque, en realidad, no tenía a nadie mas con quien compartir palabra alguna, mucho menos una opinión.
-Hey, mira esto, ¿no es hermoso? -murmuré apuntando a la ventada.
-Si, lo es - Dijo apenas mirando. -¿Podrías arreglarte?, alguno de mis compañeros querrán conocerte.
-¿A mi? ¿por qué?
- Bueno, eres mi novia, y vienes conmigo, querrán hacerlo.
No respondí. Me limité a asentir con la cabeza y dirigirme al baño. "Eres mi novia", hace 40 minutos había decidió que yo ya no era su novia, solo que él no lo sabía.
Bajamos por el ascensor y fue un silencioso viaje, aún mas silencioso que el de ida, casi en cuanto salimos Stan comenzó a encontrarse a varias personas, se formaba un grupo de unas cinco y me presentaba como "Tara, su novia de años", yo solo me limitaba a sonreír, asentir para confirmar cualquier versión exagerada de la historia de nuestro noviazgo y a soportar sus manos en mi cadera, que para ese punto, era insoportable. Lo mismo se repitió unas cuatro veces más; Presentación, sonreír, asentir, detener mi puño. Mientras todos ellos hablaban y yo hacía mis 4 trabajos importantes del día, pensaba en como por una pequeña acción una persona puede tener un cambio de sentimientos tan radical como el que yo había tenido hace hora y media mas o menos, como de intentar con todas mis ganas recuperar lo que teníamos, pasé a querer arrancarle los ojos y desfigurarle la cara por tocarme la cadera, mis pensamientos eran intensos. Creo que por un momento tenía la mirada completamente perdida, porque sentí un dedo en mi nariz.
-¿Linda? ¿Te cambiaste de continente? -Todos rieron... no era gracioso.
- No, lo siento, me perdí en la plática. -Mentí. Todos comenzaron a reír, de nuevo, como si hubiera dicho el mejor chiste del mundo, lo cual era molesto. Comencé a mirar mis zapatos y sentía pesadamente la mirada de alguien, levanté la vista buscando algún punto en el que pudiera concentrarme por un momento para buscar quien me miraba, pero no pude, cuando giré la cabeza me encontré con un grupo de chicos y uno de ellos me miraba, estaba ajeno a la platica de su grupo tanto como yo y lo único que hacía era mirarme. Le sostuve la mirada lo más que pude pero me intimidó lo suficiente para que ahora quisiera escuchar a esta bola de idiotas. Comencé a sonreír y de vez en cuando miraba al chico y el hacía lo mismo, uno de ellos giró y saludó con la mano a un chico que estaba a mi lado, caminaron y subieron al elevador, pero mi vista no se apartó del rubio hasta que las puertas se cerraron.