Ƹ̴Ӂ̴Ʒ ▌ ──── Y ahí estaba ella, moviéndose con una gracia sublime, luciendo elegante y calmada mientras sostiene su peso en la punta de sus pies, para después dar un par de giros de forma tan natural, como una mariposa que salta de flor en flor...
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[ P.O.V Lyra ]
Lyra alisó por enésima vez los pliegues de su túnica, intentando concentrarse en lo que tenía por delante: un nuevo día de clases. Sin embargo, su mente se negaba a cooperar.
Había pasado la noche entera pensando en lo ocurrido el día anterior. Había intentado, con todo su empeño, pasar desapercibida como siempre... pero claro, el destino tenía otros planes. De todas las personas que podían verla bailar, tenía que ser él. Draco Malfoy.
El famoso príncipe de Slytherin, con su porte altivo y su mirada helada. Solo recordarlo la hacía estremecerse. No por admiración, sino por pura incomodidad. Había algo en su presencia que le resultaba abrumador, como si bastara una sola mirada suya para exponer todos sus secretos.
Suspiró con frustración, ajustando el broche plateado de su capa y revisando que la insignia de Hufflepuff quedara recta. Quiso pensar en otra cosa. En iniciar el día con ánimo, concentrarse en sus clases o en el ensayo que planeaba más tarde. Pero su mente, terca como siempre, la traicionó.
La conversación del día anterior con el profesor Lupin en el vagón del tren resonó en su cabeza.
Sirius Black.
El nombre la había helado entonces, y aún lo hacía ahora.
El hombre más buscado del mundo mágico... el mismo al que ella había escrito cartas durante años.
Se sentó al borde de la cama, observando sus manos temblar levemente. Recordaba aquellas cartas: hojas amarillentas, tinta azul, palabras torpes y esperanzadas que una niña de ocho años había escrito sin entender del todo por qué. Su madre se lo había pedido poco antes de morir, asegurándole que era importante, que él necesitaba saber que seguían pensándolo con cariño.
"Escribe, Lyra"
Y ella obedeció.
Durante años le escribió sobre todo y sobre nada: cómo le iba en Hogwarts, sobre Aro, sus ensayos, sus notas, incluso sobre su padre; aunque con cuidado, como si aquel tema mereciera un silencio especial. Pero las respuestas nunca llegaron.
Con el tiempo, Lyra comprendió por qué. Sirius Black estaba en Azkaban.
Y ahora... había escapado.
Recordaba la voz calmada pero firme de Lupin: —No te has enterado... Sirius Black ha escapado de Azkaban.
El nombre volvió a hacerse presente, cargado de miedo y misterio, y Lyra sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Había pasado años intentando entender a aquel hombre a través de sus cartas y ahora... la realidad era otra.
No había respuestas, no había explicaciones, solo un hombre prófugo y un mundo lleno de rumores.
Lyra cerró los ojos, intentando calmarse. "Solo un día más", se dijo. "Solo debo concentrarme en mis clases y en mis ensayos. Nada más."