Introducción

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Una nueva vida estaba por iniciar para el reciente matrimonio de Lucía y su amado esposo Guillermo al mudarse a Cuzcatlán, específicamente a un pueblo de nombre ¨Ciudad Vieja¨, Guillermo quien había heredado la mayor parte de las tierras de sus padres decidió mudarse con su joven esposa para manejar el negocio que había prosperado.

Llevaban tres días de camino desde que habían llegado al embarcadero y faltaban dos más, pero muy entusiasmada Lucía iba viendo el paisaje que nunca antes había observado, era su primera vez ahí, así que era un nuevo mundo que conocer.

Lucia observaba como poco a poco se asomaba una casa en una pequeña loma, era una casa bastante grande con paredes blancas y puertas de color chocolate, ventanales que las hacían destacar su cristalería y las jambas de madera del mismo color chocolate.

'Que lugar tan maravilloso' pensaba Lucía al mismo tiempo que miraba a su esposo. -Guillermo, mira que casa tan linda, debe ser magnifico pasar las tardes de sol dorado en esos prominentes corredores.

El joven de ojos azules se ríe un poco ante la fascinación de su recién esposa, disfrutaba mucho verla sonreír y que sus flamantes ojos grandes y verdes brillaran con tanta ilusión. -Esa casa que vez ahí, amada mía; es nuestro nuevo hogar.- dicho esto tomó la blanca y delicada mano de su amada para plantarle un beso.

Lucía estaba encantada, tenía una gran sonrisa que dejaban mostrar sus dientes, no podía creer en el lugar donde iban a formar su nuevo hogar, se imaginaba a ella misma caminando entre las colinas, las zonas de árboles frutales que podía observar al fondo y descubrir un magnífico lugar en el cual podría tener nuevas aventuras. Era un lugar que le daba una sensación de gran libertad y paz.

Al llegar el carruaje frente a la casa los esposos fueron recibidos por la servidumbre, quien entre todos ellos se destacaba Ana, la ama de llaves, una señora que rondaba entre los 50 años, la cual llevaba un vestido que le llegaba a los tobillos, de color azul marino cuadriculado con líneas blancas, los botones los tenía en la parte delantera de su pecho y abdomen, destacaban mucho puesto que eran de color dorado; y finalmente el delantal que se ajustaba muy bien en su cintura; todo esto haciendo juego con sus zapatos de cuero negro.

-Mi señor y mi señora, sean ustedes bienvenidos, me presento, soy Ana la ama de llaves, cualquier necesidad que ustedes tengan, pueden acudir a mi y yo les ayudaré con mucho gusto.- decía estas palabras con una gran sonrisa que hacía marcar sus líneas de expresión. -Señor Guillermo, es un gusto volver a verlo después de tanto tiempo, ¡aún recuerdo cuando era solamente un pequeño 'cipotillo'!.

-¿En serio?- sonreía de oreja a oreja Guillermo. -¡debió haber sido interesante ver cómo me aventuraba por ahí y cometía travesuras!.

-Usted no recuerda mucho, estaba bien pequeño cuando eso sucedió, pero realmente era muy travieso, hubo una ocasión donde su madre no lo encontraba, estaba muy preocupada por usted, pero tres señoritas lo encontraron en una gran charco de lodo junto a los terneros recién nacidos.- Guillermo no pudo evitar liberar una carcajada.

Lucía no pudo evitar esbozar una sonrisa y ruborizarse, imaginado a su esposo en una edad muy joven sumergido en aquella situación. -Créame doña Ana, que aún conserva esos rasgos de picardía y travesura. - expresó la joven incluyéndose en la situación.

-¡Oh, ni lo dudo en absoluto!...Déjeme los ayudo con el equipaje.- dicho y hecho, Ana llamo a un par de jóvenes para que ayudaran a bajar las cajas y maletas que traían, para que los llevaran a sus habitaciones. -se ha preparado un delicioso almuerzo para que lo puedan disfrutar.

La doña Ana los guió a la sala del comedor, donde se reposaban distintos platos, entre ellos, gallina asada, arroz curtido, vegetales hervidos, cuajada, aguacate, arroz con maíz, tortillas hechas de maíz negro, un poco de caldo de pollo y de bebida había una jarra de metal con horchata de morro.

Todo se miraba tan apetitoso, olía tan bien que a ambos se les hacia agua la boca, pronto como se adentraron a la sala del comedor se alistaron para comer y el almuerzo fue servido.

Ciudad ViejaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora