Insistencia.

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El humo que salía expulsado de los cigarrillos prendidos vagaba por la oficina con extrema libertad mientras que los presentes en la reunión, se esforzaban lo suficiente como para convencer y satisfacer el interés de Hebi (o Hobi, como solía presentarse ante las personas desconocidas). Todos la querían de su lado y muy poco les importaba qué debían dejar en el camino para que ella los aceptara. Sabían que Hebi era la clave para el éxito directo y nadie quería perder la oportunidad de ser reconocido ante sus ojos.

—Si bien me gusta la idea de expandir mi negocio hacia un país tan grande como lo es Rusia, no creo que me estén ofreciendo lo necesario como para que abra mi agenda —dijo desinteresada.

—¡Por favor, Hobi-san! Dinos qué es lo que quiere para aceptar trabajar con nosotros y prometemos dárselo —suplicó Niccolo Petrovich, el mayor de ambos hermanos.

—Yo solo quiero que mi mercancía se venda y que no se desperdicie, y no sé si ustedes pueden lograr vender el monto que pidieron desde un principio.

—¡Lo haremos! —se metió Dimitri, el menor—. Todos en Rusia quedarán fascinados con su producto. Sólo denos una oportunidad de trabajar para usted. Prometemos no fallarle.

Hebi dirigió su mirada hacia Wakasa y Benkei que se encontraban parados en la puerta, observando todo movimiento de los hermanos rusos. Éstos asintieron hacia la pelinegra.

—¿Lo que sea?

Ambos asintieron.

—Muy bien, éste es mi trato —Hebi apoyó ambos codos sobre su escritorio mientras se tomaba de las manos—: No les daré mercancía por quinientos mil, pero si por cien. Si ustedes logran vender todo eso en un fin de semana, entonces allí recién podremos hablar de números más altos. ¿Si me entienden?

—¿Vender cien mil durante un fin de semana? —preguntó Niccolo, dudoso—. ¿No es mucho para tan pocos días?

Hebi sonrió al igual que sus gemelos, quienes se encontraban uno en cada lado.

—Diles, Shin.

—Con lo que respecta a solo drogas, logramos recaudar dos millones de dólares durante jueves, viernes, sábados y domingos. Sin contar a los clientes personales que tenemos fuera del club y a los clientes que compran en cantidad para revenderla.

Los rusos se quedaron estáticos.

—¿Entonces aceptan mi propuesta?

—Hermano, creo que deberíamos hablar mejor esto a solas... —opinó Dimitri.

—No, Dimitri —dijo Niccolo, firme—. Si queremos que Hobi-san nos tenga en cuenta y nos reconozca, debemos hacer lo que nos pide. Es Hobi Bukka, Rusia se revolucionará con su presencia.

—Me agrada tu actitud, Niccolo —comentó Hebi—. Tal vez logres que te chupe el pene si vendes lo que propuse.

Niccolo se quedó estático mientras que los gemelos y Benkei sonreían, Wakasa solo atinó a suspirar de manera frustrada.

—Aceptamos el trato —dijo Niccolo, convencido—. Venderemos toda la mercancía que nos otorgues durante un fin de semana...

—Fin de semana en el que estaré yo ahí para corroborar con mis propios ojos que no desean traicionarme —agregó Hebi, seriamente—. Si me traicionan, no solo los mataré, sino que me quedaré con el cien por ciento de todo. También, compraré su horrible club y lo haré parte de Baem como lo son las sedes de París, Madrid, Seúl, Nueva York y Río de Janeiro. ¿Quedó claro?

Baem Club (Bonten / Tokyo Revengers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora