Bonten.

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La sala se encontraba en completo silencio mientras esperaban a que Hebi terminara de corroborar todo lo escrito en aquel contrato confidencial que había pactado con el puerto japonés. Sus raros ojos leían palabra por palabra, línea por línea, intentando no saltearse nada que en el futuro sea capaz de perjudicar su reputación. Se negaba completamente a tener traidores cerca, y aunque sabía que los que la rodeaban no serían capaces de animarse a hacerlo, nunca estaba de más volver a confirmar que todo estaba en orden. Mientras tanto, todos la miraban atentos y hasta algo incómodos. Hebi realmente daba miedo. Su simple presencia imponía mucho. Ella era la mujer que manejaba un mundo lleno de hombres.

—Muy bien, todo lo escrito aquí está perfecto —dijo Hebi, dejando el contrato de nuevo sobre su escritorio.

—¿Entonces, señorita Hobi? —preguntó con miedo Tobio Okkotsu, jefe y encargado del puerto.

—El miércoles 23 de julio, a primera hora, mis hombres llevarán toda la mercancía al puerto, así que no quiero que ningún otro barco más que el mío se encuentre allí, ¿de acuerdo?... Este miércoles, el puerto será mío y solo mío.

—Quédese tranquila, ya nos encargamos de postergar todos los embarques que estaban confirmados para ese día —respondió Phineas Reus, secretario de Tobio.

—Me parece perfecto entonces. Cerramos el trato aquí.

Todos se pusieron de pie para darse un apretón de manos y luego despedirse. Yuuta, acompañó hasta la salida a Tobio y a Phineas mientras que Hebi aún permaneció allí, en su sala de reuniones, junto a sus hermanos, Benkei y Wakasa.

—Entonces tu y los gemelos se encargarán de embarcar la mercancía —Benkei asintió ante lo dicho por Hebi—. Y tu, irás conmigo a Rusia.

—¿Acaso no es obvio? —preguntó Wakasa sin mucho interés.

Hebi sonrió. Sabía que aún se encontraba celoso por lo sucedido con Kakucho, pero prefirió restarle importancia.

Tras la siguiente visita de Kakucho, Wakasa comenzó a ignorar casi por completo a Hebi. Intentaba pasar el menor tiempo posible a su lado y hablar sobre lo que creía justo y necesario. Estaba molesto. Molesto porque odiaba verla junto a otras personas coqueteando y, también, sabiendo que mantenía relaciones sexuales con gran parte de ellas sin siquiera importarle el género. Ella vivía una vida completamente liberal mientras que él solo la vivía por y para ella.

Wakasa y Benkei salieron de la sala de reuniones para arreglar algunos asuntos internos que se había generado con un viejo cliente que aún no había pagado el dinero acordado dejando solamente a Hebi con sus hermanos.

Cuando la arrestaron y la metieron al reformatorio, no había día en el que no deseara poder estar junto a sus hermanos nuevamente. Aquellos dos años en lo que la pasó encerrada en una pequeña y sucia celda, le pedía al universo que ellos se encontraran bien y que, al menos, los Haitani, hayan sido capaces de ayudarlos ante su ausencia... como se lo habían prometido.

Pero nada de eso pasó.

—¿Es verdad que los Haitani se encuentran metidos en Bonten? —preguntó Shinu, prendiendo un cigarro.

—Eso fue lo que dijo Kakucho —respondió Hebi, sin interés. Aunque había momentos en los que pensaba en ellos y los extrañaba, realmente seguía muy molesta con ellos.

—Quisiera encontrarme con ellos y hablar sobre qué tal les fue durante todos estos años —comentó Shinu con una sonrisa. Él siempre había admirado a aquel dúo amigo de su hermana mayor—. ¿Recuerdas lo que eran ustedes tres en Roppongi? ¡No había nadie que se animara a tocarlos!

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⏰ Última actualización: Apr 04, 2022 ⏰

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Baem Club (Bonten / Tokyo Revengers)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora